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María Ferrara: "Lo mataron para robarle, otro motivo no había"

La hermana del bioquímico asesinado recordó ayer aquel dramático noviembre de 2010. Fue la única testigo que declaró en la audiencia del juicio contra Jorge Barroso, segundo acusado por el crimen.

Por redacción
| 05 de diciembre de 2020
María Esther Ferrara contó cómo fueron las horas previas y posteriores a recibir la noticia del asesinato. Foto: Martín Gómez

“Para mí fue un robo, otro motivo no había. La zona sur era y sigue siendo insegura. Lo mataron para robarle. Desaparecieron unos ahorros que tenía y otras cosas. Él no tenía enemigos, era una persona muy dedicada a su trabajo, se lo tomaba con mucha responsabilidad", afirmó María Esther Ferrara, hermana de Antonio Ferrara, el jefe del Programa VIH-sida que fue asesinado el 3 de noviembre de 2010 en su casa del barrio Lucas Rodríguez. Cada tanto, la mujer frenaba su relato, invadida por el dolor que aún persiste a pesar del paso de los años. Fue la única testigo que declaró ayer, en una nueva jornada del juicio contra Jorge Emiliano Barroso, imputado como coautor del crimen.

 

Con firmeza, evocó los dolorosos momentos que vivió esa fatídica mañana, cuando le comunicaron lo ocurrido con Antonio, y también la cálida personalidad de su hermano. María Esther también le dio al tribunal su hipótesis sobre cómo fueron los hechos.

 

 

Antonio Ferrara, era jefe del Programa VIH-sida, fue asesinado el 3 de noviembre de 2010 en su casa del barrio Lucas Rodríguez.

 

 

 

"La noche previa cenó como siempre con mi mamá y conmigo. Miramos televisión y charlamos de cosas de la casa de mi madre y del pago de unos impuestos. Había ido hasta un cajero a sacar plata porque tenía que pagar un implante dental y en el camino, por la peatonal Rivadavia, le compró un helado a mi hijo, que en ese momento tenía 10 años. Después se fue a su casa porque al otro día viajaba a Villa Mercedes por su trabajo. Antes tenía que cargar nafta para tener listo el auto para la mañana siguiente, pero olvidó unos vales. Seguro bajó de su auto para buscarlos e ir a la YPF. Por eso dejó afuera su coche, ya que siempre lo guardaba", contó la testigo.

 

Sin dudas, lo más duro de su relato fue recordar cómo se enteró de la muerte de Antonio. "Al otro día tenía turno con el médico, estaba en el consultorio cuando me llamó mi mamá diciendo 'Me llamaron, vení que le pasó algo a tu hermano'. Pensé que era Analía Leyes, una compañera de trabajo que iba a viajar con él. Pero era mi madre. Llegamos y había mucha gente mirando hacia la casa, móviles de la Policía. Me encontré con Analía y me dijo 'Pasó lo peor, Antonio está muerto'. Me dio una crisis de nervios, caí al piso. Fue devastador. Me olvidé hasta de mi mamá, que estaba a mi lado. No lo podía entender", dijo María Esther.

 

"Luego pedí a una vecina una silla y ayudé a mi madre a sentarse. Nunca, durante los siguientes cuatro días, la Policía me permitió entrar a la casa de mi hermano. No me dieron ni una prenda de él. Cuando me tocó enterrarlo tuve que ir al centro y comprarle ropa nueva, no pude sacar nada", explicó, conmovida.

 

Más tarde, la fiscal de Cámara 1, Marcela Torres Cappiello, y uno de los abogados defensores, Marcos Juárez, le hicieron preguntas vinculadas a las cosas que ella notó que faltaban de la vivienda de Ferrara. La mujer lo recordó sin dudar. "Faltaban dos relojes de buena calidad, caros, que le habían regalado a Antonio para un cumpleaños. También una cadenita con un crucifijo de oro, regalo de mi madre cuando él se recibió.

 

Había desaparecido una lata en la que escondía algunos ahorros. Yo sabía dónde estaba. En plata de hoy serían unos treinta mil pesos. Y se llevaron ropas", detalló. Para la pariente, cuando Antonio se bajó de su auto para buscar los vales, lo sorprendieron y lo atacaron.

 

El tribunal a cargo del juicio está integrado por dos jueces y una jueza del fuero civil de San Luis: Javier Solano Ayala (presidente), Federico Lucero Gagliardi y Mónica Ponce de Xacur.

 

En julio de 2016, la Cámara Penal 1 juzgó y condenó por el homicidio a Walter Emanuel Ferreira, el presunto cómplice de Barroso. Le dieron prisión perpetua, la misma pena que solicitaron para él en la requisitoria de elevación a juicio.

 

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