El Ramos Mejía se comprometió a cesar con los ruidos molestos

Finalmente, tras varias denuncias de los vecinos de la zona, inspecciones municipales y una intimación, el Sanatorio Ramos Mejía se comprometió a dar una solución definitiva al problema de los ruidos molestos; así lo aseguraron fuentes del Juzgado de Faltas de la Ciudad de San Luis. En un sector de la clínica donde depositan los tubos de oxígeno y realizan las recargas, se emiten fuertes explosiones que, de acuerdo a un estudio que concretaron inspectores de la Dirección de Medio Ambiente municipal, generan 110 decibeles, con los que superan ampliamente los mínimos especificados por las normativas que rondan entre los 35 y 50 decibelios.

"El Sanatorio respondió a la intimación que se había efectuado desde esta oficina a raíz de un acta labrada el 16 de enero. Acreditaron que empezaron la contratación de una empresa de servicios específicos para solucionar esta dificultad técnica de los tubos", señalaron en el Juzgado de Faltas.

La directora de Medio Ambiente de la Municipalidad, Luisina Casale, confirmó que el cuerpo de inspectores hará relevamientos para corroborar que hayan concretado las modificaciones correspondientes. 

Por ahora el Juzgado de Faltas no definió plazos para la aplicación de las reparaciones, ya que será la Municipalidad, a través del cuerpo de inspectores, quien determine el tiempo que demandará el trabajo.

Las denuncias

Las dificultades por los ruidos molestos se sumaron al reclamo de algunos vecinos que denunciaron problemas de humedad que afectan a un domicilio contiguo al nosocomio e irregularidades en un sector de la clínica que contenía escombros, residuos de diversos tipos y yuyos crecidos. 

"Pasamos mucho tiempo con mi bebé y mi familia en casa, y realmente se torna insoportable el ruido", había manifestado una de las damnificadas, Natalia Cherman.  

Según las descripciones de la gente de la zona, las molestias se provocan por una válvula con la que se manipulan los tubos de oxígeno, que causan "explosiones" cada 20 minutos aproximadamente, con duraciones que alcanzan los 20 segundos.

Además, en las últimas inspecciones de Medio Ambiente se verificó que los tubos eran depositados a cielo abierto y esto facilitaba las molestias.

El Diario de la República intentó dialogar con los directivos del sanatorio en reiteradas ocasiones para tener su visión de los hechos, pero no accedieron.