Por razones geográficas y, sobre todo, culturales Uruguay y Chile están entre los países más cercanos a la comprensión de la sociedad argentina. En Argentina, en general, existe en la población, una comprensión bastante cercana a la realidad que viven Uruguay y Chile.
Es una cercanía que ha surgido de manera lógica a lo largo de dos siglos de fronteras comunes, de luchas compartidas en épocas de la Independencia Americana, pero sobre todo de procesos de restauración democrática muy parecidos y prácticamente simultáneos.
Chile acaba de cumplir 30 años de democracia, apenas cinco menos que Uruguay y siete menos que Argentina. Tres décadas con altibajos que sirven para explicar los avances económicos e institucionales que el presidente, Sebastián Piñera, destacó junto al reconocimiento por los tropiezos que se traducen en las actuales demandas sociales.
Para Piñera, desde 1990 a la fecha, disminuyó la pobreza, se fortalecieron las instituciones y creció una “pujante” clase media. Pero también profundizó en los problemas:
“Descuidamos a nuestros niños más vulnerables, fuimos ingratos con los adultos mayores, no nos hicimos lo suficientemente cargo de los temores y carencias de nuestra clase media, no avanzamos hacia una plena equidad entre hombres y mujeres, no combatimos con suficiente voluntad los abusos contra algunos y los privilegios de otros”. Y agregó: “No prestamos atención al debilitamiento de las instituciones y no modernizamos el Estado acorde con las exigencias de estos tiempos”.
El actual presidente de Chile llegó a la fecha histórica con una imagen positiva que no llega a 10% y se vio particularmente solo durante un acto recordatorio de los aniversarios (el fin de la dictadura y su asunción como presidente) en los patios de La Moneda, ya que no acudieron representantes de la oposición.
En relación con la crisis social y la violencia que vive Chile desde el 18 de octubre pasado, reconoció que ni las instituciones ni sus policías estaban “debidamente preparadas”.
A futuro, Chile se enfoca en un plebiscito a celebrarse el próximo 26 de abril para que los chilenos elijan si quieren cambiar la Constitución actual, que data de 1980, cuando gobernaba Augusto Pinochet.
Mientras tanto, el historiador Luis Thielemann analizó las políticas de los distintos gobiernos chilenos en relación con las Fuerzas Armadas y concluyó que han buscado proteger y evitar cambios dentro de esas estructuras.
“En general hay una continuidad en la dirigencia, en la oficialidad, en las políticas, en el secretismo” en los últimos 30 años, tanto en las Fuerzas Armadas como en los Carabineros (policía militar), indicó.
A propósito de esto último, Piñera subrayó que la modernización de Carabineros es un tema urgente para su gestión, así como la gestación de un nuevo sistema de inteligencia nacional, entre otros proyectos que se han enviado hace más de un año al Congreso, razón por la que le exigió mayor celeridad al poder legislativo.
El 11 de marzo de 1990, Patricio Aylwin asumió como presidente de Chile luego de 17 años de la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet. Y desde ese entonces no hubo cambios profundos al interior de las Fuerzas Armadas, alertó Thielemann, magister en Historia por la universidad Finis Terraeestas.
“No es una continuidad que se haya mantenido a pesar de quienes estaban en el Gobierno, sino sostenida por quienes estaban en el Gobierno”, afirmó el académico.
Responsabilizó a diferentes sectores de la política chilena, tanto a la Concertación (coalición de centroizquierda), como a los partidos de derecha: “Con la transición, con la Concertación en el gobierno y después con los gobiernos de derecha, no solo se mantuvo esa continuidad, sino que se fortaleció, y se fortaleció la autonomía e independencia del ejército respecto a los poderes civiles”.
Entre aquellas conquistas, el historiador destaca “lo que más indigna a los chilenos”, que es el beneficioso sistema de pensiones de las Fuerzas Armadas y los Carabineros, que permite a sus componentes jubilarse antes y tener mejores pensiones, “mientras que el resto de los chilenos tiene uno de los peores sistemas que existen en el mundo”.
En la historia de los pueblos, tres décadas suelen ser un período demasiado corto de tiempo, para recuperar las libertades que las dictaduras se llevaron. En Chile, en Uruguay, o en Argentina, el camino se construye todos los días.


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