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Crecen las opciones de talleres y cursos artísticos dirigidos a niños

 La oferta apunta a chicos de cada vez menor edad e incluye desde clases de música hasta cocina creativa.

Por redacción
| 15 de marzo de 2020
La mayoría de los cursos tratan de enseñar con métodos más lúdicos y de esa forma mantener la atención de los pequeños. Foto: El Diario.

 Tocar la batería, pintar un cuadro o cocinar una rica comida son actividades que los villamercedinos pueden aprender desde cada vez más pequeños. Es que más allá de las limitaciones que en esta semana impuso el avance del coronavirus, este año se multiplicaron las opciones de cursos y talleres destinados a niños que pretenden desarrollar algún talento artístico o estimular su creatividad.

 

El crecimiento de esa oferta educativa, paralela a la de las escuelas, se ha dado tanto en establecimientos públicos como en centros culturales del ámbito privado, que apuntan sus clases a personas de cada vez menor edad.

 

“Hemos notado que los chicos se abocan un poco más al arte. Hay una mezcla de razones: a veces los papás necesitan mantener entretenidos a sus hijos, pero también los incentivan más cuando ven algún don en ellos”, analizó Diego Aguilera, el director del Centro de Estudios Artísticos (CEA), que funciona desde hace cuatro años en la ciudad.

 

El pianista explicó que percibe un cambio generacional en esa actitud que adoptan los adultos ante las curiosidades de sus niños, pero que también hay mayor acceso a la formación. “Antes no teníamos tantas posibilidades. Quizá había una profesora de piano en todo el pueblo, que cobraba caro y que tenías que ir a su casa para que te tuviera todo el día con el solfeo", ejemplificó.

 

 

Experimentar con la música desde chicos les aporta una sensibilidad distinta, mejora el habla y la audición". Betina Gizzi.

 

 

En la mayoría de las instituciones, el precio de los cursos ronda entre los $800 y los $1.000 por mes, por una o dos clases semanales de dos horas. Pero también hay varias alternativas gratuitas, que son solventadas por el gobierno provincial, como los concurridos talleres del Molino Fénix, la Casa de la Música y del SUM del Eva Perón, y como los que lanzará el Municipio en los barrios a partir de abril. Y de a poco, también los colegios empiezan a darle más espacio a estas asignaturas en sus currículas, que fue una de las grandes fallas de la enseñanza tradicional.

 

Pero la oferta no solo se ha ampliado, sino que también se diversificó. Si hace unos cinco años las opciones se limitaban a clases de guitarra, canto y piano, ahora hay muchos más profesores que presentan otros instrumentos, como el ukelele, el violín, el saxofón y diferentes percusiones, entre otros.

 

No solo hay propuestas musicales, sino que en el terreno de las artes plásticas hay experiencias de dibujo, pintura, manualidades y reciclado. Mientras que en el mundo de la danza, cada vez se suman más ritmos y estilos, como reggaetón, hip hop, break dance o samba brasilera.

 

 

Estos ambientes culturales se convierten a veces en espacios de contención, donde los vínculos sanan heridas". Diego Aguilera.

 

 

La Casona es otro de los espacios que ha agregado novedades para los niños, como es el caso del curso de cocina dulce. Los alumnos más pequeños tienen 3 años y los más grandes llegan a 11. Para Carolina Medaglia, la instructora, el taller tiene más beneficios que el simple hecho de seguir recetas. "Estimula mucho la creatividad y el trabajo en grupo, porque cocinan en equipos. Pero también nos llamó la atención de que la mayoría de los que asisten son varones, y eso nos ayuda a desterrar los prejuicios de que es una actividad para mujeres", dijo.

 

Betina Gizzi, quien ofrece clases particulares de iniciación musical, agregó que en la niñez, la creatividad aflora más que nunca y que, por lo tanto, marca a fuego a la persona durante el resto de su vida. "Poder experimentar con la música desde chicos les aporta un deseo de indagar, pero también les da una sensibilidad distinta. A su vez, mejora la audición, el habla, y un montón de cosas más", explicó.

 

Aguilera agregó que el arte tiene un impacto sobre la conducta y la forma de expresar las emociones. "Es impresionante ver cómo cambian. Hemos tenido casos de chicos que eran agresivos en la escuela, con los profes y los compañeros, y que a fin de año los desconocés, porque bajan mucho esa intensidad", contó. Pero también sostuvo que estos ambientes culturales "se convierten muchas veces en espacios de contención, donde se crean vínculos que sanan algunas heridas. Es un trabajo mucho más amplio que enseñar un instrumento".

 

 

Ahora los chicos aprenden a tocar instrumentos a través de canciones que les gustan o están de moda.

 

 

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