Todas las explicaciones para aceptar quedarse en casa
Se reconoce que los datos se transforman en información a partir del contexto. Hasta ayer a la tarde, el mundo tenía 1.735.719 casos de coronavirus. Había 106.558 muertes por esta causa. Y se habían recuperado 392.901 pacientes. El sábado 11 de abril, Estados Unidos registró más de 1.700 muertos, en total desde que empezó la pandemia suma más de 20.000 y supera a Italia. Este mismo sábado el Reino Unido tuvo casi 1.000 muertos y totaliza 9.875. Bélgica tuvo 327. La Argentina tenía anoche 2.142 casos confirmados y 89 muertos. El contexto es la pandemia de coronavirus que azota a más de 200 países en el mundo. La realidad es que las respuestas de los mandatarios de los diferentes países ha sido dispar. Incluso dentro de un mismo territorio conviven miradas muy disímiles. Y lo cierto es que cuesta ver el final. Y las certezas de quienes pregonan que en otras latitudes todo es mejor, más coherente y más equilibrado han tambaleado hasta tropezar.
Todas estas cifras encierran situaciones concretas. Se las ha graficado, mostrado, exhibido de las formas más variadas y con los métodos más modernos y elocuentes. Por contundente vale describir la demostración que limitó toda la potencia sanitaria de un país a un centro de salud con una puerta amplia. Cuando por esa puerta pretendió ingresar una curva aplanada y extendida en el tiempo, su ingreso fue fluido y sin mayores dificultades. Cuando por la misma puerta pretendió ingresar una curva muy elevada y mucho menos extendida, solo ingresó la parte inferior, y todos los pacientes representados en la parte superior de la curva quedaron fuera del sistema sanitario. Exactamente esta es la situación y la razón fundamental por la cual Argentina procede como procede. Es el argumento decisivo para que el aislamiento obligatorio haya sido extendido hasta el día 26 de abril. Como elemento adicional se debe considerar que el transcurso de los días permite que el endeble sistema sanitario argentino se robustezca y se agrande.
No es habitual en la Argentina que el Presidente de la República fundamente con tanta claridad y con tanta firmeza las medidas a adoptar. Es muy saludable explicar lo que se resuelve para que más allá de adherir por cuestiones legales y de autoridad se logre despertar convicción y el convencimiento de que se ha elegido el camino correcto. En un estilo coloquial y didáctico el primer mandatario mostró gráficos respecto a los casos de Argentina al viernes 10 (1.975), los fallecidos (83), su comparación con España (157.053; 15.970); con Brasil (19.638; 1.057); con Chile (6.501; 65). Al respecto hay que decir que Brasil tiene aproximadamente 210 millones de habitantes, Argentina 45 y Chile más de 19 millones. Luego entraron en la comparación Italia y los Estados Unidos. Los repatriados que totalizan 18.797, de los cuales 1.317 corresponden a San Luis. Fue muy importante destacar que las proyecciones preliminares señalaban que Argentina tendría al 10 de abril más de 45.000 casos, o sea que hay solo el 4,16% de los que podría haber. Lo más saliente fue lo referido al retardo que muestra el tiempo de duplicación en casos. O sea, efectivamente la curva va más lenta. Felizmente no progresa de un modo vertiginoso. El aislamiento está resultando una medida efectiva. Como todos los remedios presenta muchas contraindicaciones. Algunas de ellas ya se están padeciendo. Hay quienes las sufren con más rigor que otros. Y no son males menores, cabe atenderlos y que el Estado repare en estas angustias. Cabe que algunos actores cobren otro protagonismo. Se espera mucho más de los bancos, que por lo menos deberían aportar otra flexibilidad a la hora de la participación. No se los aprecia demasiado conmovidos para otorgar ciertas facilidades. Es imprescindible el aporte de todos. Es fundamental quedarse en casa.


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