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La semilla forrajera, un insumo clave en la producción de carne

Los eternos problemas económicos de la Argentina hicieron que los productores se volcaran más al mercado informal. Alfalfa, festuca y ryegrass abarcan el 75% del sector.

Por redacción
| 12 de abril de 2020
Forraje. La semilla de alfalfa es una de las más comercializadas en la agricultura.

El mercado argentino de semillas forrajeras de clima templado cambió. La importación siempre estuvo por delante de la producción nacional y en los últimos años se logró una balanza comercial positiva, de la mano del incremento de las exportaciones de algunas especies.

 

En este contexto, el especialista Juan Lus, de PGG Wrightson Seeds, analizó para en el sitio web Valor Carne el impacto de la sequía que castigó al campo argentino en la campaña gruesa, sumada a la estampida del dólar durante el ciclo 2017/18, que le terminó costando la reelección a Mauricio Macri un año después.

 

Lo hace tanto en las siembras de semilla legal como en el mercado informal. También, adelanta las perspectivas para la próxima campaña, en la que se sumarán más distorsiones por el aumento de las retenciones a la exportación en una industria estratégica para la producción argentina de carne.

 

“El consumo de semillas forrajeras cayó 8% en 2018. Veníamos con un promedio de 22.000 toneladas anuales y desde entonces estamos en 18.500 toneladas”, sostuvo Lus, aludiendo a la sucesión de problemas climáticos y económicos que desde entonces pusieron a prueba las decisiones de los ganaderos a la hora de sembrar.

 

“Hubo una sequía brutal durante aquel verano, seguida por un temporal de 20 días. Y cuando las condiciones se estabilizaron, empezó a saltar el tipo de cambio. Ante un producto dolarizado, como es la semilla, los ganaderos optaron por esperar. Entonces, empezó a hacer frío de manera intempestiva”, relató, enumerando las complicaciones que llevaron a que se sembrara menos de lo previsto en la campaña 18/19. Y agregó: “También influyó la pésima cosecha de granos de aquel año que, en los campos mixtos, financia la siembra de pasturas”.

 

De cualquier modo, si bien hubo una caída del consumo, según lo declarado a la Cámara de Semilleristas (CSBC), en realidad bajó la siembra de semilla legal. “Con menor liquidez y pocas posibilidades de financiación, por las altas tasas, el productor echó mano a más semilla del circuito informal”, advirtió el especialista. Sin dudas, como los problemas económicos se agudizaron en el último tiempo, esa práctica se tornó aún más común.

 

 

La oportunidad de hacer pasto sigue siendo tentadora porque las exportaciones de carne dieron un salto grande, más allá de los problemas de China en los últimos meses.

 

 

Doble estándar 

 

¿Cómo se compone el mercado? “Más o menos el 50% del valor del mercado formal de semillas forrajeras, es alfalfa. Y, en este caso, la disminución del consumo fue mucho mayor (24%). Con el salto del tipo de cambio, el diferencial de precios entre la semilla legal, que está dolarizada, y la informal, que está en pesos, hubo una migración importante, más allá de que se haya sembrado menos”, explicó Lus.

 

Además, se registró una cosecha extraordinaria de semillas de alfalfa. La sequía generalizada implicó mayores rendimientos en los ambientes tradicionales de producción y, a la vez, en las zonas de uso forrajero, muchos productores cerraron lotes y realizaron una recolección ocasional. “Esto contribuyó a que el precio se deprimiera dentro del esquema informal, generándose un diferencial mucho más amplio”, detalló.

 

Ampliando la mirada, entre alfalfa, festuca y ryegrass anual suman el 70-75% del valor del mercado, que ronda los 66 millones de dólares; el resto está integrado por un conjunto de especies de menor consumo. Teniendo en cuenta el potencial exportador, según Lus, el negocio estrella es el ryegrass anual; y no es casual que haya sido el que más se expandió (+19%).

 

“Si en algo somos buenos en la Argentina, es para producir esta semilla. Somos capaces de lograr grandes volúmenes de calidad aceptable. Y, a la vez, ser competitivos como para exportar”, aseguró, refiriéndose a que la Argentina ya venía vendiéndole a Europa y desde hace cuatro años se posicionó fuertemente en China, un consumidor inmenso. “EE.UU. ocupaba esta plaza, por su capacidad para generar volumen a menores costos, pero en las últimas campañas no tuvo buenas cosechas y eso nos dio lugar. No siguen pidiendo, pero las reglas de juego cambiaron en el país en muchos aspectos”, aseveró.

 

Macri impuso en 2018 retenciones a la exportación de semillas de 4 pesos por dólar, lo que afectó a todas las especies, aunque la mayoría de lo que se embarca es ryegrass anual.

 

“Es un negocio de márgenes bajos, con la quita por las retenciones la operación quedó al borde de ser inviable. Las empresas lo fueron asumiendo de manera parcial y el resto se tradujo en costos de producción más altos”, planteó. En definitiva, “la exportación no solo es interesante para la industria, sino también para el productor, ya que le permite ampliar su negocio y sus posibilidades de rotación invernal”, agregó.

 

Otras distorsiones que trajeron las retenciones al ryegrass anual estuvieron relacionadas con los altos estándares del consumo interno, que es de certificación obligatoria, a diferencia de la exportación a China, que solo requiere determinación de pureza y poder germinativo.

 

“Si la exportación deja de ser atractiva por decisiones políticas ligadas a la economía, la semilla en producción, especialmente la informal, se vuelca localmente, provocando excesos, aunque no está dentro del marco legal para ser comercializada en el país”, insinuó.

 

 

El negocio estrella desde 2018 es el ryegrass anual, que se expandió un 19%. El país ya le vendía a Europa, y ahora también a China.

 

 

Mercados más chicos

 

¿Por qué cayó el consumo de ryegrass perenne? “Si bien es de muy buena calidad forrajera, no hay muchos ambientes en la Argentina, salvo el sudeste de la provincia de Buenos Aires, aptos para la especie. No soporta veranos tan extremos, como los que tenemos aquí, con persistencia productiva”, explicó. Por otro lado, en los últimos 10-15 años la mejora genética de las festucas permitió reemplazar el ryegrass perenne en buena parte. “Actualmente, hay festucas que están muy cerca y en algunos casos pueden superar la calidad de un ryegrass y, bien manejadas, aseguran persistencia, cosa que el ryegrass perenne no”, destacó Lus.

 

Sobre la cebadilla, dijo que “es una especie que va en la media loma, donde corre la frontera de la agricultura y la ganadería, es de ambientes mixtos (San Luis tiene este tipo de condiciones). Entonces, el productor puede optar por hacer pasto o soja y trigo”, dijo, aclarando que el consumo de cebadilla viene bajando en los últimos años y este último volvió a caer.

 

Otra especie que retrocedió fue el lotus, aunque esto no moverá el mercado ya que el componente de exportación es importante. “En el caso del corniculatus, hay buena demanda de Europa, Brasil y Uruguay. En función de ello y de la oferta uruguaya, que también produce, puede variar el consumo interno, que de por sí no es alto, ya que es una especie para ambientes específicos”, afirmó.

 

La siembra que viene

 

“Desde el punto de vista de la oferta, todas las empresas tienen un nivel aceptable de semillas. Los lotes en producción están bien, al menos hasta el momento, estamos arrancando las cosechas. O sea que, a grandes rasgos, la disponibilidad de semilla está asegurada. El tema es qué va a pasar con la demanda”, planteó.

 

Para Lus, aún con la coyuntura compleja, la oportunidad del pasto sigue firme en un contexto favorable para las exportaciones de carne, que si bien aflojaron un poco por los problemas de China, sigue siendo un negocio tentador. “El productor no puede manejar los precios de venta de su ganado, pero sí sus costos de producción. Habría que apuntar a una dieta más pastoril, porque no hay nada más barato que un kilo de materia seca de calidad”, concluyó.

 

 

La exportación no solo es interesante para la industria, sino también para el productor, que puede ampliar el negocio y hacer rotación invernal.

 

 

Según Leandro La Ragione, gerente de marketing de Produsem, “se ve una tendencia al crecimiento de la oferta de verdeos de invierno para ordenar la producción y tener oferta de fibra todo el año, así como también vemos una tendencia creciente de usar estos verdeos invernales como cultivos de servicio para que el campo no quede desnudo desde abril-mayo cuando se cosecha hasta el cultivo siguiente, o bien se aprovechan con animales y también se usan para mejorar la estructura de suelo y la infiltración".

 

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