Es muy trascendente el valor que adquieren los datos numéricos a la hora de conocer la verdad. Esta es una de las razones por la cual el Presidente de la República, más allá de sus propias conclusiones y sus pareceres, presenta datos concretos. Y datos que encierran la verdad sobre la pandemia. Puede adjudicarse alguna subjetividad si se elige comparar Suecia con Noruega, y no otros países. Es más cierto y concreto hablar de número de casos, recuperados y estadísticas generales. Al momento de la conferencia de prensa del viernes en Argentina había más de 5.500 casos, 1.659 recuperados y 293 fallecidos. Esto indica que la tasa de letalidad es de 4,1% aproximadamente. En este factor juega no solo el número de casos, sino la capacidad de la estructura de salud de cada país. Para que estos valores cobren verdadera significación es fundamental hacer incidir el número de habitantes de cada país. En el tercer cuadro que se puso en consideración se mostró el número de fallecidos por cada millón de habitantes. En Europa es muy llamativo, por lo elevado, lo de Bélgica con 735 muertos por cada millón de habitantes; y, por lo escaso, lo de Alemania con 88.
En Argentina a la hora de tomar decisiones, en etapas anteriores, se definieron políticas para las ciudades con más de 500.000 habitantes, y para aquellos que no alcanzaban ese nivel. En este caso, y dado que lo anterior no resultaba apropiado (no todas las ciudades de más de 500.000 habitantes se comportaban igual), se pasó a considerar la cantidad de días en que se duplica el número de casos de coronavirus. El número clave es 25 días. Esta es quizá la evidencia de la eficacia del plan de aislamiento: en el país ese número está en 25,1 días. Este es un gran avance sobre todo si se considera que el 20 de marzo era de 3,3 días; el 12 de abril era de 10,3 días y el 25 de abril se estiró a 17,1 días. Por esta razón, el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires, que incluye CABA más el Conurbano Bonaerense), que duplica sus casos en 18,8 días, mantiene políticas mucho más restrictivas que el resto del país. Este criterio empieza a focalizarse con precisión, y es muy lógico que así sea. Dentro de la misma Provincia de Buenos Aires, todo lo que no es AMBA tiene un tiempo de duplicación de 114,8 días. Sería casi disparatado establecer normas para toda una provincia, cuando en su interior conviven realidades tan dispares, y esta diferencia resulta tan evidente. Como ilustración se mostró que en Córdoba este número es de 49,5 días, en Chaco de 25,4 y en Río Negro de 32. Para sintetizar la información de San Luis se puede decir que el número de casos está clavado en 10 desde hace más de un mes.
Si bien, como tantas veces, la información puede aparecer sesgada y hasta un tanto incómoda al reiterarse sobre determinadas zonas, hay, en este caso particular, sobradas razones para atender particularmente la región del AMBA. Al 8 de mayo el 86,2% de los casos se concentra allí. O sea de cada 100 casos de coronavirus en Argentina, algo más de 86 suceden en AMBA. Y esta cifra permaneció en un ascenso permanente desde el 3 de mayo, cuando era del 71,5% de los casos. Entonces, la conclusión es que quienes no alcancen esta cifra de 25 días continuarán en lo que se denominó fase 3, “segmentación geográfica”. El resto del país, San Luis incluido, transitará la fase 4, “reapertura progresiva”. Esto es regirse por las excepciones provinciales; sostener las prohibiciones nacionales (no concurrir a clases presenciales, por ejemplo); tener movilizado aproximadamente al 75% de la población; obviamente sostener el tiempo de duplicación por encima de los 25 días y observar las restricciones locales. Todo esto con las particularidades propias de cada provincia, de cada ciudad, de cada pueblo. Con respeto absoluto de los procedimientos que se impongan en cada circunstancia y con la clara noción que ante cualquier desvío de estos criterios se retrocederá de inmediato a la situación anterior, sin trámites ni miramientos.
Más allá de todo lo dicho, sigue siendo una cuestión de conciencia individual y de responsabilidad social. Conciencia y responsabilidad que involucran a todos, y que deben respetar todos. Sin ningún tipo de excepción.


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