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El mendocino Pablo Chacón, campeón arriba y abajo del ring

Fue monarca mundial del peso pluma y medallista olímpico. Hace 14 años se dedica a formar pugilistas.

Por Daniel Valdés
| 27 de junio de 2020
El gran DT: el "Relámpago" hace docencia en Las Heras; es un gran formador de talentos.

Pablo Chacón sigue respirando boxeo. Es el último medallista olímpico que tiene esta disciplina. Hace quince años que colgó los guantes, pero eso no es un impedimento para seguir ligado al deporte de los puños. Ese campeón explosivo de peso pluma ahora lleva 14 años como entrenador. El púgil dejó de ser púgil para hacer docencia. Y, en este tiempo de coronavirus, el "Relámpago" le pelea a la crisis y la quiere poner nocaut con ese gancho al hígado o cross de izquierda que tanto daño les hacía a sus rivales. El hombre que hubiese sido albañil si no hubiera sido boxeador se hizo un tiempito para hablar con El Diario de la República.

 

"Tengo un gimnasio en Las Heras. En este momento hay seis boxeadores que por la cuarentena no pudieron regresar a sus pagos, así que, para paliar este momento, están trabajando conmigo. Tengo venta de aceite comestible y comida para mascotas. Los chicos salen a buscar clientes y a ofrecer los productos y ganan un porcentaje. Arriba del gimnasio hice una pensión, así que viven ahí y con el trabajo se la rebuscan para mantenerse. Fueron y son meses duros y es una manera de enfrentar la crisis", asegura.

 

 

 

“Hay una sequía de campeones en la Argentina. Es tiempo de recambio y eso siempre lleva un período prudencial”.

 

 

 

Chacón la luchó siempre. Sabe lo que es pelearla todos los días. Por eso, se ve reflejado en esos pibes a quienes él entrena en el gimnasio de Las Heras. Un escenario que tiene historia y que sacó a tres campeones mundiales: Juan Carlos Reveco, Jonathan Barros y Betiana Viñas.

 

Cuando le preguntan si fue mejor boxeador o es mejor entrenador, dice que las estadísticas son complicadas. "Habrá que ver qué pasa cuando termine mi carrera como técnico y ahí será hora de hacer un balance", sostiene con la misma firmeza con la que encaraba cada combate.

 

Chacón abrazó el boxeo de muy chico. A los 13 años ya iba al Mocoroa Boxing Club de don Paco Bermúdez. "Siempre dije que quería ser boxeador. Mi papá fue boxeador amateur y me crié en ese ambiente, pero recién a los 13 años me llevó a un gimnasio, y de ese lugar salieron púgiles de la talla de Nicolino Locche y Gustavo Ballas", precisa. "Es tiempo de recambio y eso lleva su período", advierte consciente que hay una sequía de campeones.

 

Le gusta el estilo de Braian Castaño. "Es un talentoso y seguramente volverá a ser campeón mundial. Tiene todo para serlo", admite.

 

No extraña nada de su época de boxeador. "Tengo gratos recuerdos de los momentos vividos, pero no extraño. Lo que sí me gustaría, sería poder vivirlo de nuevo para corregir algunos errores. Tuve nueve años de una carrera profesional tremenda, que va de los Juegos de Atlanta 1996 hasta mi última pelea en diciembre de 2005 en el Luna Park, cuando gané el título Intercontinental. Ahora la vida me encuentra abajo del ring, tratando de inculcarles a mis pupilos todo lo que yo aprendí", asevera.

 

Se emociona cuando recuerda alguna de sus peleas. Hay tres que están en el podio: la que le ganó a János Nagy en los cuartos de final de Atlanta 1996, el título mundial logrado en Hungría ante Istvan Kovac, y el nocaut frente al venezolano Richard Carrillo. "Son especiales. El triunfo frente a Nagy me valió asegurarme una medalla olímpica. La victoria que conseguí ante Kovac hizo que me consagrara campeón mundial. Y el nocaut ante Carrillo fue clave. Él venía con un palmarés de 17 victorias todas por la vía rápida y lo derroté por nocaut en el octavo y era una Eliminatoria para un título Mundial. Hubo otras buenas peleas, pero me quedo con esas tres", afirma.

 

 

 

61 combates es el palmarés que tiene el mendocino Pablo Chacón en el campo rentado. Ganó 54 peleas (37 por nocaut) y totaliza 7 derrotas. Su carrera profesional fue de 1996 a 2005, hasta que un desprendimiento de retina lo obligó a dejar la actividad.

 

 

 

A la hora de hablar del boxeo puntano, recuerda a Hernán Valenzuela. "Lo tuve hace quince años en mi gimnasio. Hizo una muy buena campaña cuando estuvo conmigo y llegó a pelear en el Luna Park con Edwin Valero, quien fue tres veces campeón mundial. En la actualidad, hay varios buenos boxeadores de distintas escuelas".

 

Hay algo que le quita el sueño: que su hijo Nicolás, quien es futbolista, llegue lo más lejos posible en su carrera profesional. "Tiene 22 años, es zurdo y juega de delantero. Estuvo en el Toledo de España, Peñarol de Montevideo, después jugó acá en Mendoza en Huracán Las Heras, Gimnasia y Universidad, y actualmente está en Argentinos Juniors", cuenta.

 

Pablo Chacón está en todos los detalles. No quiere que les falte nada a sus pupilos. Esa carita con hambre de gloria que tienen sus alumnos es la misma que tenía Pablo cuando subía al ring. A los 45 años sigue respirando boxeo y tirando ese gancho al hígado como en sus mejores épocas. Esa izquierda continúa sorprendiendo, como cuando peleaba. El secreto de esa mano es que Chacón es zurdo, pero como a Paco Bermúdez no le gustaban los zurdos, le dijo a Bracamonte que lo haga derecho. Sus rivales esperaban que los rematara con la mano diestra, pero era la zurda la que aparecía como por arte de magia para mandarlos a la lona. Es un campeón arriba y abajo del ring. Un "Relámpago".

 

 

Época de campeón. Reinó entre los peso pluma. Su mayor virtud era el gancho al hígado y el cross de izquierda.

 

 

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