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Martín Bossi: "Me seduce más ser que parecer"

Decidido a mostrarse más como humorista completo que como imitador, el cómico recorrió su carrera, adelantó su nuevo show online —que se verá el fin de semana que viene— y reconoció que la cuarentena lo "destrozó" física, mental y emocionalmente.

Por Astrid Moreno
| 03 de agosto de 2020
Decidido a mostrarse más como humorista completo que como imitador, el cómico recorrió su carrera, adelantó su nuevo show online —que se verá el fin de semana que viene— y reconoció que la cuarentena lo "destrozó" física, mental y emocionalmente.

Martín Bossi nada en un mar de miles de máscaras. Entre los movimientos de Freddie Mercury, las muletillas de Cristina Fernández y la voz de Chayanne, lo más difícil para el humorista fue sacar la cabeza del agua, volver a la tierra para tomar una bocanada de aire fresco y descubrir su propia voz.

 

Bossi comenzó como artista callejero hasta que consiguió sus primeros cameos en “Vale la pena”, aquel programa de Telefe. Luego estuvo varios años junto a Marcelo Tinelli en diversos formatos de “Showmatch”, donde explotó la veta de imitar a personajes de la política argentina.

 

El autoproclamado “showman” habló con Cooltura sobre sus primeros pasos, la llegada a la televisión y su nuevo show “Clandestino”, que el fin de semana que viene tendrá tres funciones en streaming. Ahora, el hombre que interpretó artistas, deportistas, políticos y al mismísimo Papa Francisco reveló que el personaje más difícil de hacer es de él mismo. Además, reconoció que, como un náufrago en un barco a la deriva, la cuarentena lo “destroza” física, mental y emocionalmente.

 

 

―¿Cómo fueron tus inicios en el humor?

 

―Se había muerto mi viejo y fue un poquito el patriarcado de esa época. Mi papá antes de morir me dijo que me tenía que hacer cargo de la familia. Le pregunté por qué y me respondió "porque sos hombre". Tuve que salir a laburar con 18 años para poder mantener a mi vieja y a mi hermana. Yo era jugador de primera de tenis, así que daba clases y la verdad es que la guita no alcanzaba, entonces le dije a mi mamá que lo único que teníamos para zafar es que yo empezara a estudiar teatro. Me miró y me dijo: "¿Vos estás loco? Lo último que te falta es empezar a estudiar teatro". Así que medio de contrabando empecé y después un amigo íntimo me dio la posibilidad de trabajar con él en shows, cumpleaños de 15, Bar Mitzvah y ahí empecé. A los 23 años, un humorista que se llama Daniel Moyano me llevó por las provincias. Él hacía performances disfrazado de "La Mona" Jiménez y de María Martha Serra Lima y yo en los interactos entraba vestido de un personaje y hacía mi historia.

 

 

―¿Ahí comenzaste con las imitaciones?

 

―En mi carrera fue lo primero que hice, es lo que tengo innato. Copiar es algo que lo hago de chiquito, tengo una habilidad. Después lo que hice con eso fue estudiar teatro, danza, canto y transformarme en un humorista y un entretenedor que utiliza la imitación como un recurso más, no creo que eso sea hoy lo principal. La verdad es que los últimos espectáculos que hice no giraron en torno a eso y tampoco es algo que me seduce tanto, me seduce más ser que parecer.

 

 

―¿Cómo llegaste a la televisión?

 

―Trabajaba en eventos y en 2001 se me ocurrió con dos amigos ir a hacer temporada en Villa Gesell. Mentira: íbamos a laburar en bares, yo le prometí a mi mamá que iba a mandar una cifra de dinero increíble, hice mal la cuenta y le tenía que mandar un montón de plata por día. Nos agarró en la época de De la Rúa y terminé trabajando en la calle a la gorra. Mi vieja me llamó un día y me dijo: "Ya te hice las valijas, cuando vengas, andate porque esto no es lo que quería la familia, somos personas serias. El tío "Pipo" te vio disfrazado de Shakira en una esquina volanteando. Ya esto es el colmo". Al poco tiempo me llamó mi socio, que estaba en Buenos Aires, y me dijo que un productor de televisión nos vio en un cumpleaños de 15 y quería que hagamos una presentación en "Vale la pena", que se transmitía los mediodías por Telefe. Hice una, dos, tres participaciones y no paré más de trabajar.

 

 

―¿Cómo es el proceso de creación de un personaje?

 

―Es una técnica de teatro, no es que invento, ni soy un iluminado que hace personajes. Creo que los personajes se trabajan de adentro para afuera, primero el alma del personaje, para qué viene al mundo, cuál es su línea de pensamiento y su fuego básico. Después le ponés el cuerpo y la voz, que en mi caso es algo que con la copia lo trabajo. Pero para sostener un personaje en el tiempo hay que tener técnica y un buen laburo actoral, más que de imitación en sí. Los personajes no surgen porque sí, sino porque estoy contando una historia. Cuando hice a Freddie Mercury es porque en el teatro estaba narrando una cronología de la música para después desembocar en un monólogo sobre qué pasó que nos perdimos de todo eso. Es una idea más profunda, la imitación ya no es más un propósito en sí, sino que lo hago como recurso cuando lo necesito, pero no es que digo voy a imitar a Mercury para que vean cómo me parezco a él. Yo ya sé que me puedo parecer a lo que quiero, no es un mérito eso.

 

 

―¿Cómo es el trabajo de transgredir esos límites de la seriedad y formalidad de un político?

 

―La verdad es que no tiene nada de especial. Los políticos existieron siempre, lo hice durante una época que trabajaba en televisión, hice a Cristina y a Mauricio Macri y nunca nadie se enojó gracias a Dios. Estamos en libertad y en democracia, nunca tuve problemas y no fue distinto a cualquier otro personaje. Para mí es lo mismo hacer un deportista, un político y un cantante o hacer un monólogo, tiene  que ver con el humor, con mi mirada de la realidad y la verdad es que no es un punto aparte. Simplemente se trata de hacer un personaje público que tiene identificación popular.

 

 

―¿Cuál fue el personaje que te resultó más complejo?

 

―Lo más difícil fue sacarme las máscaras y ser yo mismo. Eso fue un logro para mí, dejar de usar máscaras para decir lo que pienso. Fue un gran logro dejar de parecerme para empezar a ser, sino mi carrera hubiera sido un poquito menos trascendente, no digo que lo sea, pero hubiese sido menos.

 

 

 

―¿Cuándo dejaste de hacer imitaciones para ser vos mismo en el escenario?

 

―En 2013 terminé un espectáculo que se llamaba "El impostor apasionado" y empecé a hacer "Big Bang Show". El director me dijo que me pusiera un esmoquin y empezara a jugar con la gente y con los monólogos, pero sin dejar de hacer homenajes en vivo, utilizando la imitación pero alejándome de la burla, que la gente vea los personajes a través mío. A veces es mejor alejarse del burlesque y empezar a componer. Ahí empezó a tener otro sentido mi carrera, porque comencé a fusionar los espectáculos y a transformarme en un entretenedor, un "showman" más que un imitador. Fue una necesidad hasta de edad: estaba llegando a los 40 y necesitaba ya poder decir de mí y no que me digan que me parecía a tal. Eso ya no me alcanzaba.

 

 

―Tus inicios fueron en la televisión y luego te volcaste al teatro, ¿cuál preferís?

 

―Empecé en la televisión, pero en un momento quería un cambio y la verdad es que prefiero el teatro. Todo lo que es presencial, ver a la gente y sentir al público hace que elija el teatro.

 

 

―¿Con qué se va a encontrar la gente en tu nuevo show online "Clandestino"?

 

―Es una puesta teatral digital, vamos a salir en vivo desde un teatro, es algo que surge desde la clandestinidad con la dirección y autoría de Emilio Tamer, quien me acompaña siempre. Es un show con monólogos, imitaciones, juegos, invitados no presenciales y con música, va a haber un tecladista en vivo con la respectiva distancia y los protocolos. Es una performance de un entretenedor durante una hora y cuarto, donde vamos a hablar y a refugiarnos por un momento de la angustia e incertidumbre de lo que está pasando afuera.

 

 

―Va a ser un desafío hacer un show sin el público.

 

―Va a haber 200 invitados por Zoom en pantalla gigante y voy a tener la risa y la presencia de la gente. Lo arreglamos, hicimos un poquito de trampa, en el buen sentido, el público va a estar en su casa y yo en el teatro. Si bien no voy a tenerla personalmente, voy a tener la vista y voy a actuar para la gente.

 

 

―¿Vas a llevar la actualidad de la pandemia al escenario?

 

―En una parte del show le cuento a la gente lo que hago a la noche, me tiro a ver series y empiezo a hablar de los ruidos, durante la cuarentena en la soledad escuchás cosas que nunca antes habías escuchado. Por ejemplo, por momentos siento que tiran la cadena del baño de mi casa y me asusto y digo “¿quién está ahí?” o prenden una ducha a las cuatro de la madrugada. El monólogo arranca de esa manera, cuando quiero dormir me agarra hambre, me hago una tarta a las seis de la mañana y prendo la televisión para no volver a Netflix. Ahí me encuentro con la selva del cable, el famoso zapping y desde ahí empiezo generar imitaciones de lo que veo, el pastor evangelista y los periodistas de ESPN e History Channel.

 

 

―¿Cómo vivís la cuarentena?

 

―Ya son muchos días sin salir a la calle, encerrado en casa, sin ver a los familiares. Recién ahora salí para ensayar este espectáculo, pero con permiso, realmente creo que nos va a costar mucho volver a ser lo que fuimos. Física, espiritual y mentalmente estoy totalmente destrozado, la realidad es esa. Pero creo que cuando uno se pone al servicio de los demás, de mi parte no es que la gente me necesita, pero sí necesitan un stop, poder recuperar la risa por un momento y ahí estoy yo. El servicio está por arriba del interés personal, pero yo estoy totalmente destrozado.

 

 

―¿Tuviste la posibilidad de venir a San Luis?

 

―Fui a hacer teatro hace tres años y me fui de vacaciones a Merlo, que tiene microclima, con unos amigos en el 2003. La verdad es que me pareció una ciudad hermosa y con gente súper cálida. Me encantó. 

 

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