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Sales proteícas, claves en los campos de cría

Con 3,5 millones de hectáreas con sistema pastoril natural, los ganaderos puntanos tienen un recurso alimenticio extra, que ayuda a la actividad ruminal a bajo costo.

Por redacción
| 03 de enero de 2021
Cría en el norte. Las pasturas no abundan, por lo que es bueno suplantar con sal.

Pasar el invierno en los campos de cría con pasturas naturales no es fácil en San Luis. Pero el invierno pasado fue uno de los más duros de los últimos años debido a la sequía, al punto que obligó a muchos productores a achicar sus rodeos por falta de pasto. Sin embargo, numerosos campos mostraron vacas en mejor estado, predispuestas a una parición excelente y a una buena lactancia y, sobre todo, a generar una nueva preñez. Buena parte de este resultado es atribuible al uso de sales proteicas, el producto que más creció en ventas en este invierno, según reveló a "El Semiárido" Horacio de la Mota, fabricante y proveedor de este suplemento en numerosos campos ganaderos ubicados en diferentes puntos la provincia.

 

“Encontramos un producto cuyo costo-beneficio cierra perfectamente”, describió el médico veterinario, que tiene un amplio conocimiento de la provincia. “Con estas sales proteicas se puede alcanzar el equilibrio del mutualismo en el rumen para lograr que la vaca coma más”, indicó De la Mota, quien es uno de los asesores externos de M&P Nutrición Animal, una empresa que nació en 2008 y produce en Villa Mercedes.

 

Destacó que en el sur de San Luis tienen incorporadas a las sales proteicas como un hábito común, pero en el centro oeste y norte todavía no tanto: “Lo primero que hay que entender es que trabajamos con rumiantes, con un fenómeno llamado mutualismo o simbiosis, por el cual el animal consume algo y trata de ayudar a la flora bacteriana del rumen para también beneficiarse de nuevo él”, sintetizó.

 

Para explicar su importancia en los campos de monte, recordó que en San Luis hay 3,5 millones de hectáreas cuyo sistema pastoril es natural: “Si cruzás una línea desde Quines hasta Unión, que es casi la mitad de la provincia, al oeste son campos de pasturas naturales, donde no hay otra forma de hacer ganadería”.

 

"Todo productor sabe que tiene una carga ganadera para alimentar todo el año, por lo que aplica un manejo en el cual contempla una reserva forrajera. Todas las pasturas de esta franja son estivales. En el sur de San Luis hay algo de pasturas de invierno, pero como son tan palatables y fueron mal manejadas que están casi desaparecidas", analizó.

 

Los campos de cría del sur de San Luis tienen incorporadas las sales proteicas, en cambio el centro oeste y el norte, no.

"Esa reserva forrajera diferida se constituye de una planta que creció, envejeció, largó su flor y murió, por lo que tendrá una calidad muy diferente a la que tenía primavera y verano", agregó De la Mota, quien planteó que “a partir de mayo nos enfrentamos a una oferta forrajera vieja. Todas las pasturas diferidas tienen una digestibilidad que no supera el 50% y un nivel de proteína del 3% al 7%, con una energía metabólica inferior a los 100 gramos por kilo de materia seca. Ni siquiera da para mantener una vaca de cría, que necesita como mínimo 8-10% de proteína. La energía metabólica le termina dando nada y por eso se viene tan abajo”.

 

Para el profesional, eso genera un impacto en el ternero, porque la nutrición de la vaca en el último tercio de gestación, como en los primeros seis meses de vida, es crucial para marcar los potenciales productivos de su cría. “Este alimento es viejo y tiene mucha fibra, que no es más que pared celular, que está conformada por la celulosa, la hemicelulosa y la lignina. De las dos primeras saca hidratos de carbono, energía. De la lignina muy poco, porque tiene un sistema muy agresivo que no deja obtenerla", explicó.

 

Si se aumenta la cantidad de bacterias, habrá más "obreros" que podrán trabajar con ese poquito alimento y generar una mayor velocidad de pasaje, entonces el animal comerá más y al hacerlo podrá obtener un poco más de nutrientes de “esa nada misma” que tiene el campo.

 

Para lograrlo, De la Mota dijo que "es necesario dar un suplemento que tenga básicamente nitrógeno, porque es la fuente que pide el rumen cuando hay pasturas secas, para desarrollar una flora celulolítica. Cuando se hace aporte de nitrógeno se genera un clima ruminal óptimo, con un desarrollo mayor de bacterias y todo funciona mejor. Estas bacterias rompen la pared celular, sacan los hidratos de carbono, liberan ácidos grasos volátiles, los que van al hígado, y se transforman en energía".

 

Eso sí, no es bueno agregar grano: “Es un error. Se supo de un productor que dio a las vacas rollos de rastrojo de maíz y le agregó dos kilos de maíz por día. Eso está totalmente contraindicado, porque los granos bajan el pH del rumen y destruyen la flora celulolítica, necesaria para comer lo poco que hay”.

 

La sal proteica aporta minerales, sobre todo fósforo y calcio, porque normalmente toma a la vaca en el último tercio o a mitad de gestación, que es cuando se desarrolla el ternero. “Así logramos un costo beneficio muy interesante. El consumo que tenemos medido en muchos campos va de 120 a 150 gramos por día y es un producto que, para tener una vaca 200 días, que pase la prueba de fuego del invierno, equivale a tres atados de cigarrillos por vaca. El productor gasta con este producto unos $2,50 por día por animal”, comparó.

 

"Además del mutualismo en el rumen y el equilibrio costo-beneficio, en tercer lugar está el bosteo, que cambia, deja de ser duro como argollas y empieza a ser más blando. Y si tiene esta consistencia quiere decir que hay más velocidad de pasaje del forraje", aseguró De la Mota, quien destacó que "la vaca está en mejor estado y eso la predispone a una parición excelente, a una buena lactancia y sobre todo a generar una nueva preñez.

 

“Usando esta misma teoría, hicieron pruebas y vieron cómo se puede recriar terneros en los campos de monte con un costo beneficio muy barato. Se vieron ganancias de peso de 350 gramos diarios en estas condiciones, pleno invierno, cuando el aumento histórico no supera los 80 gramos diarios", cerró.

 

Fuente: El Semiárido

 

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