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Under de una anfitriona y del hombre que nació en un teatro

Juana Viale y Luciano Cáceres se consideran hermanos en la vida real. A tono con ese sentimiento, en la película queestrenan el jueves interpretan a dos hermanos atormentados por el fanatismo religioso. Amigos de mesas, teatros ylocaciones de rodaje, los actores se enfrentaron juntos al apocalipsis, a la religión y al género de terror.

Por redacción
| 25 de octubre de 2021

Como en una charla entre amigos, la anfitriona de las mesas televisadas y las de la intimidad, Juana Viale, y Luciano Cáceres, el hombre que nació en un teatro, se ponen frente al celular, que está en altavoz, y cuentan la travesía que fue para ambos grabar su nueva película: “Lo inevitable”.

 

Lo hacen interrumpiéndose, contando chistes y con pequeñas chicanas que usualmente concluyen en la estridente risa de la actriz. Sin embargo, ambos se toman su tiempo para explicar en profundidad cómo fue meterse en la mente, el cuerpo y la vestimenta de un religioso de época y de una mujer sensorial con miedo a perder a su hija por el fanatismo.

 

Este jueves, en la semana previa a Halloween, llega a los cines “Lo inevitable”. Aunque por el momento no arribará a San Luis, la película cuenta la historia de Juana (Juana Viale), una mujer perturbada; su hermano Marcos (Luciano Cáceres), un religioso obsesivo, y la hija adolescente de ella (Daryna Butryk), enceguecida por las palabras apocalípticas y aparentemente seductoras de su tío.

 

 

 

Los tres se refugian en una casa para intentar sobrevivir al apocalipsis. Es en esa pequeña locación, y en un campo, donde transcurrirá la totalidad de la película, que cuenta con solo cinco actores estelares. En apariciones especiales y tenebrosas, a los tres protagonistas se les suman Javier Godino, el español que participó en "El secreto de sus ojos", y Carlos Portaluppi.

 

“Solo los elegidos se salvarán de este día del juicio final”, dijo Luciano, con voz fantasmagórica y en personaje durante un tramo de la película. Esa simple frase resume la esencia del filme independiente que los cautivó desde sus inicios, cuando el director Fercks Castellani les propuso un proyecto que requería mayor trabajo, un número más grande de personal y, por supuesto, un presupuesto más abultado.

 

“Con Juana y Fer teníamos una película más grande, pero había que esperar mucho tiempo para conseguir la plata y hacerla. Así que le propusimos que haga algo más pequeño, de manera independiente, y a los pocos meses nos trajo el libro de ‘Lo inevitable’, y nos sumamos a hacerlo”, explicó el actor, con el asentimiento constante de Juana de fondo, a quien calificó como su hermana en la ficción y en la vida real.

 

 

"El recuerdo que tengo de la provincia es hermoso, muy bueno. Estoy deseosa de volver". (Juana Viale)

 

 

Al momento de encarar sus personajes, el mayor desafío fue el de lograr representar, en el caso de Luciano, el fanatismo de su personaje, quien justifica todo en pos de la religión y la salvación de las almas; y en el de Juana, una mujer que se niega a inmiscuirse en los asuntos de las creencias, pero que a su vez ve a su hija cada vez más adentrada en ese mundo.

 

“Lo más difícil de este personaje es que tenía que ser muy sensorial frente a las situaciones que se estaban viviendo. Intentar percibir la realidad que está sucediendo y la del vínculo que tiene su hija con su hermano, que es como muy delgado, todo en un fanatismo constante con la religión. Ella, como madre, en un punto lo permitió, pero también está prohibido, entonces mi personaje debía mantener esa duda constante y manejarla”, desarrolló la conductora.

 

“Trabajar con Juana no es fácil”, bromeó Luciano. Y, tras una risa de la actriz, respondió seriamente: “El motor más fuerte de la película es la religión. En lo particular, no soy fanático de nada, estoy en contra de todo tipo de fanatismo, religioso, político o en el fútbol, porque tiene algo muy fuerte de violencia y enemistad. Creo que la complejidad más grande es obtener esa idea de discurso religioso tan encarnado y llevarlo a las últimas consecuencias, que es el sacrificio”.

 

Para Juana, lo vital al momento de elegir encarnar un personaje no es si la producción es abultada o si la propuesta tiene un gran alcance, sino que toque, desde alguno de sus puntos, un nervio sensible en ella. “Las historias, para querer hacerlas, tienen que tener algo que te mueva la fibra interna. No depende de un presupuesto o un dinero, hay cosas que se hacen porque gustan y porque están movilizadas desde la pasión”, explicó.

 

 

Juana y sus hermanas

 

Ya sea apasionada, como en el caso de su interpretación de la “Niña Clarita” en "La patria equivocada" —un filme realizado hace una década en San Luis y del que tiene un muy buen recuerdo—; malvada, como en la tira de Pol-Ka “Malparida”, o en el rol de ella misma, como conductora de los almuerzos de su abuela, Mirtha Legrand, la actriz siempre está en personaje.

 

“Trabajar en la conducción de un programa, en mi caso, también es hacer un poco un rol, nunca estoy apuntando a un lado donde me puedan ver mucho. Lo disfruto y es un desafío, es algo nuevo y distinto. También es interesante, porque uno descubre cosas de otras personas cuando las está entrevistando”, desarrolló, mientras que su compañero interrumpía para acotar sobre lo buena anfitriona que es en la vida. “Cada vez que nos invita a comer siempre se pone a cocinar para todos y nos recibe de puertas abiertas a su casa”, complementó Luciano.

 

Por su parte, el actor remarcó que ambos hacen en paralelo proyectos independientes y de autogestión. La dupla se reconoce en la ruta del underground, cuando los reflectores bajan un poco su intensidad y sus interpretaciones son para unos pocos.

 

El secreto pareciera estar en intercalar la pasión con lo redituable y darse espacios para realizar actuaciones, ya sea para el cine o en el teatro, que les generen un disfrute más allá de lo taquillero o las ganancias. En el caso de Juana, lo hace con la obra experimental "La sangre de los árboles" y Luciano, con “El ardor”, una pieza sobre una familia disfuncional.

 

A eso, Juana acotó que Luciano "fue concebido arriba de un teatro". Su padre era dueño del “Teatro de la calle Rincón” y a los 11 años obtuvo su primer papel en una obra llamada "Heredarás el viento".

 

"Para mí, siempre es hermoso hacer teatro, más allá de lo de mi padre, pero es cierto que de alguna manera me marcó a fuego. Lo supe mucho después de haber transitado varios años en las tablas. Estoy agradecido porque me dio también una vocación en la sangre", remarcó.

 

 

"Pedirle a la ficción que haga un documental de la realidad me parece medio ridículo". (Luciano Cáceres)

 

 

Actualmente, en paralelo a sus proyectos alternativos, Cáceres se sumó al regreso de la ficción nacional con su personaje un tanto cliché de Sebastián Alvarado, un médico adinerado que se enamora de la mucama (“Lali” González) y se debate si permanece con su esposa (Bárbara Lombardo) en la telenovela de El Trece, “La 1-5/18”, que cuenta lo que sucede en un barrio de emergencia y a la que la comunidad tuitera calificó de “romantizar la pobreza”.

 

“La verdad que la estoy pasando bárbaro con la historia; el triángulo amoroso y los compañeros son hermosos. Las críticas a mí no me tocan, disfruto mucho del laburo y me parece que pedirle a la ficción que haga un documental de la realidad es medio ridículo. Es como pedirle al ‘Doctor Milagro’ que haga una escuela entre cirujanos. Están buscando algo que no tiene sentido”, ejemplificó.

 

Otro punto en el que ambos coinciden, además de los escenarios autogestivos, es en el deseo de visitar la provincia. Juana vino dos veces a San Luis, para grabar “El cine de Maite”, en 2008, y la ya mencionada “La patria equivocada”, en 2011.

 

“El recuerdo que tengo de la provincia es hermoso, muy bueno. Deseosa de volver”, manifestó Juana, a lo que Luciano finalizó: “Yo estoy esperando que me convoquen también para ir, ¿adónde tengo que llevar el curriculum?”.

 

 

 

Fercks Castellani, el director:  El fin del mundo, según un fanatismo a prueba de tormentas

 

 

Para confeccionar su segunda película, Fercks Castellani se enfrentó por voluntad propia a dos grandes desafíos. Uno era hacer una producción de terror, un género con mucho público en el país, pero automáticamente reducido si la firma del director es nacional. Y el otro era combinarlo con una historia de época.

 

Aunque “Lo inevitable” —que no tiene aún fecha de estreno en San Luis— no indica abiertamente en qué momento del siglo pasado se desarrolla la acción, la existencia de una radio como único método de comunicación (además de ser una clara referencia al cine de Orson Wells, uno de los directores favoritos de Fercks) ayudaría a pensar que todo sucede en la década del 50.

 

En charla con Cooltura, Castellani se consideró admirador del suspenso y del terror, y dijo que su plan de rodaje fue mostrar una película con varias subtramas abiertas. Dos hermanos (los personajes de Juana Viale y Luciano Cáceres) huyen de un apocalipsis incierto en medio de una tormenta y un accidente automovilístico que los obliga a refugiarse en una misteriosa quinta.

 

A partir de entonces, la película tomará deliberadamente un tono teatral, con personajes fuera de campo y la intención del director de no mostrar demasiado sobre la historia ni sobre lo que subyace en los alrededores. “Para hacer la película tuve que investigar mucho sobre los cultos religiosos y las profecías”, dijo el director.

 

La mayor parte del argumento está sostenido por los personajes de Viale, Luciano y Daryna Butryk, una verdadera revelación que se las arregla para estar a la altura de un papel difícil, lleno de vericuetos y que por un momento emerge como el más importante del filme. Para el director, el hecho de que la actriz haya sido la única surgida de un casting lo llena de orgullo.

 

El peligro externo que amenaza con llegar en “Lo inevitable” juega un papel que sería premonitorio con la realidad mundial durante los últimos dos años. En la radio se escuchan las palabras “aislamiento” y “protocolos”, una rareza anticipatoria si se tiene en cuenta que la película se rodó cuando esos términos todavía no eran parte del vocabulario generalizado de la población.

 

“Filmamos la película entre noviembre y diciembre del 2019, y toda la posproducción la hicimos en pandemia, que fue como nuestro apocalipsis real. Tuvimos que convivir con eso y asimilarlo de la mejor manera. Con el tiempo me di cuenta que la historia y la realidad tenían varios puntos en común: la idea de que algo sucede afuera y viene llegando es la más clara”, sostuvo el director.

 

 

 

 

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