La tragedia de los migrantes y desplazados es una crisis que creció durante estas dos décadas del siglo XXI y que solo empeorará con las consecuencias del cambio climático.
La pobreza, los conflictos civiles y la violencia, el aumento de las altas temperaturas, las sequías generalizadas, las frecuentes inundaciones y el aumento del nivel del mar están dejando algunas partes del mundo inhabitable. El resultado será una inestabilidad provocada por el clima y millones de personas probablemente migren para sobrevivir.
Como agravante, los gobiernos, las organizaciones regionales y las agencias internacionales no han logrado encontrar respuestas sensatas o políticas efectivas para abordar las crecientes oleadas de migrantes ilegales, incluidas las caravanas de miles que llegan a las fronteras y el creciente número de migrantes que reside ilegalmente.
El Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, negociado recientemente, por ejemplo, ha hecho relativamente poco para abordar la migración ilegal. Aparte de vallas, barreras, fronteras cerradas, rechazos y declaraciones oficiales, los gobiernos parecen estar mal preparados para lidiar con el creciente número de quienes cruzan de forma ilegal sus fronteras.
Además, los gobiernos parecen reacios a reconocer que las personas que se quedan fuera de la visa y los migrantes no autorizados no esperan ser deportados. Esta expectativa se basa en gran medida en las experiencias de millones de migrantes no autorizados a los que se les permite vivir en los países de acogida.
En muchos países la ciudadanía está descontenta con el manejo de la inmigración ilegal por parte de su gobierno. Esta insatisfacción contribuye a sentimientos antimigrantes, manifestaciones contra la inmigración ilegal, xenofobia y violencia.
Las encuestas determinaron que aproximadamente el 15 por ciento de los adultos del mundo, o más de 800 millones, desea migrar a otro país. Si se incluyen los niños, el número de personas que desea emigrar aumenta a más de mil millones, o una octava parte de la población mundial, de casi 8 mil millones.
Los destinos preferidos son las naciones ricas, siendo Estados Unidos la primera opción, seguido de Canadá, Alemania, Francia, Australia y Reino Unido. Esos países ofrecen empleo, servicios, oportunidades, beneficios, seguridad, derechos humanos y seguridad.
En las próximas décadas, la migración relacionada con el clima se convertirá en un desafío aún más crítico. Un fallo histórico reciente del Comité de Derechos Humanos de la ONU determinó que era ilegal que los gobiernos devolvieran a las personas a países donde sus vidas podrían verse amenazadas por una crisis climática.
La población mundial también es sustancialmente mayor que en el pasado reciente. La población mundial actual de casi 8 mil millones cuadruplica la cantidad de personas en 1921 y duplica la de 1974.
Las proyecciones de población apuntan a un crecimiento demográfico continuo. Se espera que la población mundial alcance los 9 mil millones en 2037 y los 10 mil millones en 2056, y la mayor parte del crecimiento ocurrirá en los países en desarrollo.
La asimetría de los derechos humanos también está contribuyendo a la inmigración ilegal. La Declaración Universal de Derechos Humanos establece que toda persona tiene derecho a salir y regresar a su país (artículo 13). Sin embargo, la Declaración no le da a uno el derecho de entrar a otro país sin autorización.
De los casi 300 millones de migrantes del mundo, es probable que el número de no autorizados no sea menos de una quinta parte de todos los migrantes, o alrededor de 60 millones.
Los migrantes, los derechos y el clima, conjugados en una crisis humana que no deja de crecer.


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