SAN LUIS - Jueves 03 de Julio de 2025

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“Por más que seamos profesionales aún falta mucho por hacer”

La campeona del Torneo de Transición del Fútbol Femenino cuenta los inicios de su carrera, los obstáculos que tuvo que sortear y se planta frente al nuevo objetivo: la Copa Libertadores.

Por Astrid Moreno García
| 15 de febrero de 2021

La mendocina Julieta Cruz pasó de jugar a la pelota con sus hermanos varones y de formar parte de equipos de fútbol masculinos —porque no había femeninos— a trabajar en una fábrica mientras entrenaba todos los días, primero como parte del plantel de River y, finalmente, para el de Boca. Todo cambió para ella hace un año, cuando el 16 de marzo, por fin, la AFA la reconoció, al igual que a tantas otras compañeras, como una jugadora profesional. 

 

El poder de un hobby es inmenso y lleva a quien lo siente a traspasar cualquier límite. Ese fue el caso de Julieta, en el que el estrés y la sobreexigencia de su cuerpo, por trabajar y entrenar al nivel de un atleta de élite, le despertó una enfermedad cardíaca que casi la aleja de los pastos sintéticos para siempre. Pero sus resquemores con el deporte vienen desde los 13 años, cuando por las críticas, no solo de sus compañeros sino de los padres de sus rivales, estuvo un año sin ponerse los botines. 

 

Ahora, la chica que pateó sus primeras pelotas en General Alvear no cambia el fútbol por nada. Hace varios años que vive en Buenos Aires y forma parte de "Las Gladiadoras", algo que para ella, como hincha de Boca, es un sueño cumplido. Mientras su carrera crece, los sueños de deportista lo hacen también: ahora lo que más desea es que el fútbol femenino crezca y alcance el mismo prestigio que el masculino y ¿por qué no? llevarse a casa la Copa Libertadores.
 

 

—¿Cuándo comenzaste a jugar al fútbol?
—Jugaba con mis dos hermanos varones, de muy chiquita. Entonces, como en ese momento no había fútbol femenino, entrenaba con ellos. Después empecé a crecer, me siguió gustando y mis papás me apoyaron para ir a hacer inferiores en un club con varones. Estuve allí hasta los 12 años, más o menos, porque no podía competir por AFA. Ahí ya se me complicaba, pero yo seguía entrenando y jugando. Después se formó un equipo de fútbol femenino y tuve la posibilidad de entrenar. Obviamente siempre había torneos fuera de AFA, porque eran los únicos en los que podía participar.

 

—¿Cómo fue tener que jugar con varones?
—Cuando era chica los padres de los equipos rivales por ahí no se bancaban que yo superara a los hijos; entonces me insultaban, me decían cosas como "machona", "¿qué haces jugando con hombres?" y cosas que yo en ese momento no me daba cuenta. Después, a los 13 años, hubo un año que no jugué porque llegó un momento en que me cansé de que se hablara así de mí. Estaba a punto de dejar definitivamente y no hacer nada más relacionado con el fútbol, pero llegó un momento en que me pregunté por qué iba a dejar de jugar, si era lo que a mi realmente me gustaba. Eso, más el apoyo de mi vieja, quien me decía que tenía que hacer lo que me gustaba y me hacía feliz, me hizo seguir.

 

—Más allá de esa experiencia, ¿alguna vez pensaste en dejar el fútbol?
—Cuando me operaron hace cinco años del corazón pensé en dejar, por una cuestión anímica, pero después siempre mi familia me apoyó y me empujó para seguir jugando y la verdad que por ese lado no me puedo quejar. Después, con respecto al trabajo, ahora que estoy con un proyecto de estética propio trato de acomodarme a los horarios, pero antes trabajaba en una fábrica de Buenos Aires y era más difícil. Pero siempre fui acomodando los tiempos para entrenar bien; obviamente terminaba cansada, pero son los gajes del oficio.

 

—¿Fue muy arduo entrenar tantas horas mientras trabajabas en una fábrica?
—La verdad es que el agotamiento físico era bastante. Uno siempre trata de decir "voy a jugar al fútbol para relajarme y para renovar", pero a veces el cansancio es muy sentido.

 

—Tuviste taquicardia paroxística supraventricular, ¿qué es y qué implicó en tu carrera?
—Me pasó por un esfuerzo físico. Yo en ese momento estaba en River y se me descabelló una vena del corazón por esforzarme más de lo que mi cuerpo daba. Ese fue el motivo por el que decidí irme del club. La verdad es que no se hicieron cargo, me mandaron a la pensión sola con 17 años y al otro día, a Mendoza. Me parece que eso fue lo que me terminó de cerrar que no tenía que volver, porque si no les interesó mi salud, menos les iba a importar cualquier otra cosa que me sucediera. Me fui, me operaron y, gracias a Dios, pudieron cauterizar la vena y nunca más me volvió a pasar. 

 

—¿Qué significó comenzar a ser profesional?
—Al fútbol lo sigo tomando como un hobby, en relación a que lo sigo disfrutando y viviendo como cuando era chica, nada más que ahora es otra responsabilidad. Me parece que esa es la clave.

 

— ¿Qué cosas cambiaron?
—Lo único que te cambia ser profesional es lo económico, porque nosotras no cobrando un sueldo entrenábamos toda la semana y hacíamos pretemporadas. Me parece que el maquillaje es decir "somos profesionales", pero al menos yo particularmente desde que estoy en Boca entreno de la misma manera. Ahora sí, obviamente, se anexaron más entrenamientos en distintas rutinas. Tenemos más estructuras, eso sí cambió. Pero después, me parece que la cabeza y la preparación física lo venimos haciendo de la misma manera.

 

—¿Y en el ámbito deportivo?
—Me parece que a la hora de la valoración cambió hace bastante. Obviamente sabemos que el varón va a seguir siendo el varón en el fútbol y la mujer, por ahí, queda relegada; ojalá que no y que en algún momento cambie. Nosotras hacemos prácticamente el mismo trabajo que los hombres, incluso hasta entrenamos más horas, pero ya por lógica no se valora de la misma manera. Por más que sea profesional, no es que podemos vivir cómodas y no hacer nada más que dedicarnos a jugar. Me parece que en ese sentido falta. El nombre y el lugar nos los ganamos dentro del club, pero falta mucho por hacer todavía. Este es el camino, vamos bien, solo hay que seguir trabajando y entrenando.

 

—¿Qué representa Boca para vos?
—Soy hincha de toda la vida y mi familia lo es también. Me representa bastante, me identifica y me parece que este torneo lo viví de una manera particular justamente porque soy fanática y porque venía hace varios años luchando en el club para salir campeonas; siempre por una cosa u otra no se nos daba.

 

—En cuanto a la calidad individual, ¿notás alguna diferencia entre el plantel masculino y el femenino?
—Me parece que hace bastante venimos demostrando que estamos a la par, al nivel de cualquier equipo y creo que es un camino largo, pero que en el club ya saben lo que hacemos, cómo entrenamos y la dedicación que le ponemos. Obviamente siempre queremos demostrar que podemos jugar en todos los partidos y torneos. Una forma de hacerlo es también en la Copa, pero no es fácil.

 

—¿Cuál es la próxima meta para "Las Gladiadoras"?
—La verdad es que volvimos a entrenar con todo. Estamos en pretemporada hasta la Copa, así que estamos a full, con mucha carga, pero sabemos que nos va a servir para lo que viene. Claro que uno siempre aspira a un poco más, pero por el momento una de las metas era salir campeonas del torneo local y la próxima será poder ganar la Copa Libertadores, algo que sabemos que es difícil, pero no imposible. Nos vamos poniendo metas a corto plazo y luego, a largo plazo. Como todo, si se da se da y si no, iré viendo qué depara el destino. 

 

—¿Creés que ganar el Torneo de Transición las posicionó en otro nivel?
—Me parece que es un deporte que está en crecimiento y lo hizo a pasos agigantados, pero todavía falta darle una vuelta de rosca. Sabemos que va a ser posible y que obviamente pienso que la final del torneo, un Boca-River, movió a muchísima gente en la televisión. Cada vez va creciendo más, el público se va interiorizando en lo que es el deporte porque para todos es algo nuevo. Pero con trabajo y predisposición de los clubes y de nosotras para demostrar y cuidarnos, es imposible que esto no crezca.
 

 

—Vinieron con Boca a San Luis a jugar en La Pedrera.
—Sí, además viajé en otros momentos a jugar los Binacionales con Mendoza, así que conozco un poco la provincia. La experiencia con el fútbol local fue muy linda, tuvimos la posibilidad el año pasado de jugar en la Copa de Verano contra San Luis y la verdad que las chicas se metieron a full. Me parece que nivel hay en todo el país, pero a veces cuesta el llegar hasta acá. Por supuesto que tener al principio a alguien que te apoye y te ayude a poder venir es muy importante, pero nivel hay en todo el país, incluida, obviamente, San Luis. 

 

—¿Qué les recomendarías a las nuevas generaciones de futbolistas femeninas?
—Que cumplan sus sueños, que disfruten este deporte tan lindo y que no hay nada mejor que vivirlo con pasión. Pero, sobre todo, que hagan oídos sordos porque gente que critica hay por todos lados y me parece que lo único que quieren es que esa persona no brille y no demuestre lo que realmente hace con la pelota. Entonces hay que salir, jugar, disfrutar y los de afuera son de palo.

 

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