Más de 170 familias apuestan a cinco ferias como sustento

Tuvieron que esperar casi diez meses, pero desde que regresaron a la presencialidad los feriantes apuestan más fuerte que nunca a una actividad que crece y se diversifica. Cinco espacios públicos se convierten en la principal apuesta y, en muchos casos, en el único sustento de más de 170 familias.

Este sábado tuvo su debut una nueva opción para los clientes, pero fundamentalmente para quienes hacen un oficio de su stand y de las creaciones de sus manos. El Paseo del Molino, organizado en la explanada del complejo cultural, se sumó a una lista de puestos permanentes que incluye a la plaza San Martín, la del Sesquicentenario, la Calle Angosta y, también desde este verano, al predio del tanque de Obras Sanitarias.

Entre los vendedores hay diferentes tipos de producciones. Están los artesanos y manualistas que confeccionan todo con el sudor de su frente, pero también los que importan los productos y los revenden al aire libre, como es el caso de quienes estaban en el parque Eva Perón y ahora se muestran en la calle de una vereda sola.

Durante los meses en los que hubo más restricciones por la pandemia, los trabajadores se tuvieron que adaptar y echar mano a las redes sociales para generar algunos ingresos. Así nacieron las ferias virtuales y muchos crearon perfiles en conjunto para promocionar sus creaciones.

Pero durante el verano, cuando pudieron volver a la actividad cara a cara, "hay mucho más movimiento, la gente empezó a salir más a pasear y se vende. Tampoco hay mucho dinero en la calle, pero algo se logra ganar", contó Patricia Ibáñez, una emprendedora que ofrece accesorios en tela y bijouterie en acero quirúrgico en el espacio verde que está frente a la Municipalidad.

Es que los diferentes rubros notan el impacto que la cuarentena dejó sobre la economía de los mercedinos y los turistas que pasan por sus puestos. Por ejemplo, Domingo García es un jubilado que está a punto de cumplir 82 años y empezó a dedicarse a las artesanías en madera desde que tuvo un accidente que le impidió seguir con su taller metalúrgico. El hombre admitió: "Algo se vende, pero la gente tampoco tiene mucha plata en este momento. Hay que tener un poco de paciencia porque esto es una ayuda", señaló.

Más allá de que los ingresos no son los mejores, todos coinciden en defender la presencialidad como un factor clave en su oficio. Por eso, respetan el uso del tapabocas y tratan de ser prudentes con los clientes, para evitar que la actividad vuelva a ser restringida.

"La verdad que el público nos sorprende porque siempre nos acompaña. Tenemos la suerte de que estamos en el centro y pasa mucho el turismo, que no está en su mejor época pero hay bastante. No nos podemos quejar, empezando porque nuestro lugar es la feria y la extrañábamos mucho", opinó Silvia Martinotti, quien trabaja con esta modalidad desde hace veinte años con tejidos en lana y accesorios de madera.

Noelia Deangelillo, quien también tiene su stand en la plaza que es conocida como "del Mercado", coincidió en los beneficios de encontrarse con sus clientes y sus pares. "Es insustituible el contacto cara a cara. Volver a vernos en persona es muy gratificante, aunque no podamos compartir un mate. Los clientes pasan, miran, preguntan y pueden comprar o no. Todos queremos lograr ingresos, pero eso es secundario, lo más importante es el encuentro", opinó.

La mujer que pinta macetas, piedras, mandalas, cuadros y otros objetos dijo que en el último tiempo las posibilidades para los feriantes se han multiplicado, tanto en el ámbito público como en el privado. "Empezaron a surgir cada vez más. Hay un mismo circuito en el que te van invitando y nos vamos comentando. Además es una salida laboral para mucha gente. En plena pandemia muchos reinventaron sus proyectos o crearon uno nuevo", comentó.

Gladys Quiroga, la creadora de una marca artesanal de camitas, colchonetas y almohadones para mascotas, agregó que los clientes cada vez respaldan más los productos hechos a mano y reconocen el esfuerzo que hay detrás. "Los materiales se encarecen mucho y a veces tenés que subir el precio. Pero la gente te apoya porque sabe que lo hacés con amor, más en mi caso —que soy proteccionista— con el cuidado y el buen trato hacia los animales", aseguró.