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Pura pasión por las motos: Daniel Toro, piloto, mecánico y preparador

Comenzó a correr en una moto prestada y siempre se lo conoció como un piloto aguerrido. Sus comienzos fueron difíciles y hasta ganó una prueba con el brazo quebrado. Fue campeón del Centro Cuyo y subcampeón argentino en 125 cc.

Por Johnny Díaz
| 18 de abril de 2021
Daniel Toro. "Mis comienzos siempre fueron difíciles, pero a todos les puse ganas y coraje, tan mal no me fue". Fotos: Marianela Sánchez/Gentileza.

A José Ramón Toro le gustaba venir a cazar a unos campos de su amigo Cirilo Godoy, cerca de Macho Muerto, un paraje del Departamento Belgrano. No venía solo de su Mendoza natal, lo acompañaban Froilo y su hijo Daniel. Les encantaba pasar un par de días en esos lejanos y áridos parajes de San Luis, pero que encierran una magia inigualable para los amantes de la caza.

 

Tantas veces vinieron que la familia Toro decidió mudarse a la provincia. Por esos años, San Luis era una ciudad chica, pero llena de grandes sueños y esperanzas. Corría 1972, sin embargo a los mendocinos de Godoy Cruz nada les importó y apostaron a una mejor calidad de vida. Alquilaron una propiedad en 9 de Julio y avenida Lafinur, y por un tiempo fue el hogar de don José, su señora Esther González y sus hijos Quique, Beatriz y Daniel, quien recién se había casado con Rosario Hernández y tenía dos hijos, Raúl y Silvana. Con los años vendría una tercera hija, Jimena.

 

Corrí más de 280 carreras en circuitos muy buenos, pero el mejor del país era el Moto Parque de Cruz de Piedra (Daniel José Toro)

Ya en San Luis, inmediatamente buscaron algún medio de vida y compraron un taxi a un señor de apellido Maubesin, de la calle Caseros. Por eso por un tiempo padre e hijo fueron choferes.

 

Daniel, quien desde siempre sintió amor por las motos, define esa pasión así: "Cuando era chico, un vecino en Godoy Cruz tenía una Puma 98 cc, con el tanque de color amarillo. Cuando él la hacía arrancar, me quedaba mirándo cómo regulaba y sentía el olor de la mezcla de la combustión”, dice.

 

Hoy, el expiloto cuenta que “un año después de que nos radicáramos en San Luis, mis amigos eran muy pocos, pero un día se me rompió el reloj del taxi y fui al taller de Arcuri, en la calle Aristóbulo de Valle, ahí vi una moto de carrera y pregunté si aquí se competía. Me dijo que sí y como era amigo de Jerry Lewis (Alberto Alaniz), me aconsejó que lo fuera a ver”.

 

“Yo era puro entusiasmo, nunca había corrido ni me había sentado en una moto de carrera, pero Jerry, que tenía dos, me invitó a probar en el Moto Parque de Cruz de Piedra, una 98 cc semipreparada, giré algunas vueltas hasta que por mi inexperiencia, me fui al piso. No me importó, al día siguiente corrí y gané, nadie se puede imaginar mi alegría ese 25 de agosto de 1973. Así empezó todo”, relata.

 

Toro no tenía moto, su situación económica no le permitía adquirir una, estaba casado y con hijos. Su responsabilidad era mayor. Había que pagar el alquiler, el auto, los alimentos y la vestimenta del grupo familiar.

 

Su futuro estaba complicado, al menos en esos momentos, pero su coraje y las ganas de ser alguien lo llevaron a pedir otra vez la moto de Jerry Lewis. Y volvió a ganar. El mendocino, con solo dos carreras, estaba mostrando condiciones de buen piloto y los amantes de las motos comenzaron a mirarlo de otra manera. Lamentablemente, Jerry negoció la moto y el entusiasta piloto vio transitoriamente truncadas sus aspiraciones.

 

Recuerda que se reunió con un señor que tenía una gomería en la calle Bolívar, antes de avenida Sucre, era un entusiasta al igual que él y, como pudieron, compraron una Puma 98 cc primera serie y armaron un motor que era “una bomba” o un “cañazo”, como se dice ahora.

 

“Con esa moto ganamos varias carreras en el Moto Parque de Cruz de Piedra, pero ocurrió algo insólito para mí, alguien, —tal vez uno a quien no le gustaba que ganara siempre—, hizo que la Policía me viniera a ver por la moto y se la llevaron. Es cierto, no tenía toda la documentación, pero eso es muy común. Se compra el vehículo, se desarma y se usan sus partes, o el motor se pone en otro chasis o cuadro y son totalmente modificadas. Lo cierto es que otra vez me quedé a pie”.

 

En otra oportunidad, un amigo, “El Gordo” Olguín, me consiguió una moto que era de Carlos “El Zurdo” Aguilera y me llevé un buen triunfo, pero el préstamo fue por una sola carrera. Con mucho sacrificio y después de un tiempo, en 1975 adquirí una Zanella 175 cc usada, pero en muy buen estado. Con ella salí campeón dos veces en dos categorías diferentes, la preparación estaba a cargo de Oscar “El Gringo” Ferrari, un gran preparador y excelente persona. Fueron grandes momentos”.

 

Y agrega: “A esa moto la vendí para comprar otra. Hice un mal negocio, nunca me la pagaron y tuve que devolver la que había comprado, no lo podía creer, pero fue así. Recurrí a “Pepe” Funes y con una de sus motos corrí en varios circuitos, especialmente en Mendoza donde íbamos muchos de San Luis .

 

Daniel cuenta que corrió en distintos puntos del país como Córdoba, Mendoza, San Juan, Buenos Aires y Misiones, pero para su estilo de encarar las competencias, su preferido era el Moto Parque. “Era el mejor del país, tenía todo, nada que envidiar, lamentablemente pasó lo que pasó y se acabó todo”.

 

El expiloto muestra su brazo izquierdo, que tiene unas cicatrices muy marcadas, como si algún hueso estuviera encimado. “Es un souvenir que me dejó el motociclismo". El brazo sufrió tres quebraduras, y cuenta que ese año estaba primero en el campeonato Centro Cuyo y no quería perder puntos, "estaba enyesado hasta el día de la carrera, mis colegas no querían que largara por entender que era muy peligroso y así me lo hicieron saber a través de Zangra, el largador. Entonces mi padre me cortó el yeso y largué en el último lugar, con el brazo balanceándose para todas partes encajado en el buzo. Ese día me salieron todas, logré un triunfo inimaginable, seguido de Litto Cerizola, ni yo lo podía creer. La moto, una 125 cc, era de Fredy Magis y la preparación, de Ferrari”.

 

"Para Magis fui su piloto durante un largo período, era una persona que no te hacía faltar nada, tenía a mi disposición dos motos nuevas preparadas por Ferrari, buzos, botas, comidas y hoteles de primera, fue una de mis mejores temporadas", agradece.

 

Toro era un piloto aguerrido y audaz, no le gustaba estar detrás de nadie, eso le valió que recibiera cientos de invitaciones de distintos circuitos del país. Todos lo querían ver y tenerlo en la línea de largada. Era un permanente animador donde se presentara.

 

Nery Varona también se sumó a su vida deportiva y, poco antes de su accidente callejero que le costara su retiro de las pistas, lo contactó con equipos nacionales. Ahí se sumó como segundo piloto al team Honda, que dirigía Parolla, el primer piloto era Mario Pegoraro. Con él logró el subcampeonato argentino en 500 de cilindrada.

 

En 1980 corrió en Buenos Aires varias carreras. Recuerda especialmente una en la que con Andrés Dagatta hicieron una prueba desviando los gases de la moto utilizando poxilina pegada al cilindro, con lo que adquirieron más velocidad, algo totalmente permitido, pero de lo que Ferrari no tenía conocimiento. “Nos salió bien la jugada y 'El Gringo' estaba feliz”, manifiesta.

 

“Recuerdo que en 1993 viajé acompañado de Nery Varona a Puerto Iguazú, Misiones, un viaje interminable. El día anterior a la carrera salí a girar un par de vueltas, hice el mejor tiempo y me fui a boxes; esperé que alguien me bajara el tiempo y no pudieron. Al día siguiente, en las pruebas de tanque lleno, pasó lo mismo. Parollo me pidió que siguiera, pero le dije que no, que era suficiente. San Luis estaba muy lejos y yo no iba dispuesto a correr un par de vueltas, había ido a ganar y no valía la pena romper en las pruebas".

 

"Ya en la carrera fui sacando ventaja, seguido por un chico de apellido Catán. Pero al pasar un retrasado caí y quedé segundo, como pude me levanté y a poco del final recuperé el primer puesto con media rueda de ventaja y logré el subcampeonato".

 

"Fue un carrerón. En las rectas, Catán me apuraba, pero en las curvas lo pasaba yo, pese a que no tenía en condiciones la moto, esa fue mi última carrera por un campeonato”.

 

Nacido el 17 de mayo de 1951, Toro se había hecho de fama y su sola presencia era sinónimo de espectáculo. Dagatta y Ferrari eran sus preparadores y él corría con una 250 cc.

 

Sin descuidar su actividad en el campeonato Centro Cuyo, Toro siempre estaba presente. “Fueron años muy lindos, llenos de adrenalina y en los que el motociclismo era otra cosa, nos conocíamos todos y la mayoría de alguna manera cultivaba una amistad. Varona me contactó con un equipo de Buenos Aires para correr en Súper Bike, pero no pudo ser, me tenía que radicar en la capital del país y eso era muy complicado, fue lo único que me faltó hacer. Lo demás es por todos conocido”.

 

El expiloto cuenta que en la época la promoción industrial tenía colectivos para trasladar personal a las fábricas, acá y en Villa Mercedes, pero la situación cambió y tuvo que volver a empezar de cero.

 

El expiloto tiene doce nietos y dos bisnietos; Valentino y Nahomi. Su hijo es abogado en Córdoba y uno de sus nietos también recibirá la toga de la Justicia en breve. Para el final dice que su abuelo, Nicolás Jacinto "Lolo" Toro, vivía en Mendoza y que cada vez que corría llegaba en un colectivo de TAC. "El abuelo no se quería perder una carrera".

 

“No me arrepiento de nada, a todo le puse todo no me guardé nada. Hoy a los 70 años, recibo el afecto de la gente y el reconocimiento de todos como piloto de motos. Mi gran pasión”.

 

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