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"Me interesa unir literatura y matemática cuando se pone en juicio el sentido común"

El escritor argentino nunca se imaginó haciendo novelas policiales. Sin embargo, su curiosidad por la criminología, sumada a su conocimiento de la lógica y las probabilidades, hizo que lograra combinar todo en escritos enigmáticos y difíciles de resolver.

Por Astrid Moreno García
| 05 de abril de 2021

Con un deje de entonación británica y oraciones estiradas Guillermo Martínez, el escritor argentino que hizo su posdoctorado en Lógica en Oxford, donde ambientó varias de sus novelas, habla sobre teorías de azar, rachas adversas y la lógica de la criminología.

 

El matemático transitó sus épocas universitarias entre centros de estudiantes y militancias de izquierda. Eso lo llevó a tener ideas firmes sobre la política y el rol del Gobierno en la pandemia. Ahora, si bien está un poco alejado de ese mundo, asegura que le gusta estar informado sobre la situación de su país.

 

Para Guillermo, el arte de pensar en los crímenes perfectos y planear las muertes de la manera más inverosímil, muy al estilo de Agatha Christie, llegó casi de casualidad a su vida. Hasta principios de los 2000 se dedicaba a escribir cuentos de mitologías, pero fue el Reino Unido, la Universidad de Oxford específicamente, lo que lo inspiró a hacer su primer policial "Crímenes imperceptibles".

 

Ahora, el bahiense trabaja en su próxima novela ambientada en la Barcelona de los años 90. Los personajes principales son un crítico literario y un escritor español.

 

—¿Cómo empezaste a escribir policiales?
—Eso fue algo curioso porque leí muchas novelas policiales durante mi adolescencia. Después me alejé del género bastante, incluso cuando escribí mis libros nunca me imaginaba que iba a escribir una novela policial, me parecía un mundo completamente diferente de los que yo había intentado en mis primeras novelas, que fueron "Acero de roble" y "La mujer del maestro", que tenían más que ver con la recreación de mitos de la antigüedad. Pero estuve dos años haciendo mi doctorado y no pude escribir, entonces pensé que de algún modo tenía que lograr rescatar esos años en una novela y se me ocurrió la idea para un policial, inspirado en el cuento "El signo de la espada rota", y justo me preguntaron en un portal si tenía una idea para una novela policial relativamente breve que ellos pudieran subir por entregas como los folletines. La idea era hacer una entrega, pero el portal desapareció mientras yo hacía estos primeros capítulos y se me ocurrió que debía tratar de terminarla como cualquiera de mis otras novelas. Así fue que escribí la primera, que fue "Crímenes imperceptibles".

 

—Si bien se te encasilla en ese género, escribís sobre diversos temas.
—Hubo varios años en los que no escribí novelas policiales. Hice en el medio una novela sexual, cuentos y un segundo caso que tiene que ver con lo que yo llamo el policial filosófico: encontré como una manera de poder pensar sobre algunos temas que me interesan de lógica y filosofía a través de la estructura del relato policial. Estoy escribiendo una trilogía, porque pienso escribir una más en el futuro, que se llamaría "De la lógica y el crimen" y trataría de las maneras diferentes en las que se puede pensar sobre la lógica de la criminología.

 

—¿Cómo encasillarías a la novela "La muerte lenta de Luciana B"?
— Yo creo que no es estrictamente policial, sino que tiene más que ver con una línea que está por debajo de todos mis libros, que es algo así como ¿cuáles son las distintas conjeturas que se les puede dar a ciertos hechos? Hay sucesos que se pueden interpretar y leer de maneras muy diferentes, y ese libro tiene que ver con esto, hay una serie de muertes que pueden verse como azarosas o crímenes cometidos como una venganza contra una persona.

 

—¿Cuánta influencia de la matemática hay en tus libros?
—El punto de contacto entre la matemática y la literatura que me interesa es cuando hay algo del sentido común que se pone en juicio. Algo así como las grandes innovaciones en matemática o los cambios de paradigma, tiene que ver con un quiebre en el sentido común y lo mismo ocurre en la literatura. A mí me interesaba en "La muerte lenta de Luciana B." el tema de la racha y cómo es constitutiva del azar; si uno tira una moneda una cantidad muy grande de veces aparecen rachas que también tienen longitud creciente, es decir, eso es algo que va un poco en contra del sentido común. A uno se le representa una sucesión de caras y cruces con ciertas alternancias permanentes, sin embargo, todas las figuras aparecen en el azar, entonces surgen rachas y rachas cada vez más largas. Me gustaba la posibilidad de representar algo de esa idea en término de una serie de muertes que podrían ser una racha adversa de mala suerte.

 

—¿Cuál es tu punto de partida al escribir?
—En general, tiene que ver con una especie de combinatoria de elementos, no es uno solo, sino con algo que de alguna forma me ha tocado, no necesariamente algo que viví, pero que tuvo importancia en mi vida. Me llamó la atención porque está conectado con algo que me interesa de mi vida personal y, a la vez, con un elemento que le llamo línea teórica, algún tema que viene un poco de la tradición de los libros que encontré representados ya en la literatura de alguna manera y que trato de hacerlos diferentes. Se trata de un elemento de confrontación con una tradición. Por ejemplo, en "Acerca de Roderer" sería la recreación del genio, el problema del pacto con el diablo y los límites de inteligencia en el mundo contemporáneo. Hay algo que viene de la tradición literaria y que trato de reformular o repensar en cada novela. En general, casi todas las ideas se me ocurren bajo la forma del cuento, pero cuando aparece esta línea teórica es cuando se abre la posibilidad de prolongarlo como una novela. Luego está esto de que tiene que haber algo que me interese por afinidades.

 

—Una vez dijiste que la palabra es un "motor o combustible para cambiar o para que todo siga igual", ¿a qué te referías?
—Hay una serie de conceptos y cada época tiene los suyos, y fraseología que muchas veces obturan situaciones. Por decir algo, cuando recién aparecen los primeros centros de estudiantes y la idea de hacer política estaba mal, y lo bueno era ser independiente, algo que después se trasladó al periodismo, la idea del periodismo independiente versus el militante. Hay algunas nociones e ideas que con una palabra tratan de dividir aguas en la sociedad. Otra palabra que se ha usado mucho es la del "populismo": toda medida que va a favor del campo popular para denigrarla se le asigna esa palabra y pareciera que no hay ninguna forma de mejorar las condiciones del pueblo que no pueda ser tachada de populista. Eso fue algo que me impresionó cuando viajé a los Estados Unidos, la manera en que se usa el populismo para evitar que siquiera exista la posibilidad de que un pueblo que está sumergido pueda mejorar en algún sentido. Me parece que esas son las clases de palabras o conceptos que muchas veces pueden obturar una alusión. Por supuesto hay otras que permiten el camino opuesto, como es todo lo que fue la cuestión del aborto, salir a charlar de eso, que la misma palabra estaba estigmatizada, y reivindicar el aborto como posibilidad. Me parece que hay muchas veces en que la sociedad, al cambiar, toma palabras o conceptos que eran considerados vergonzosos o problemáticos y los da vuelta.

 

 

Cuando empecé a escribir nunca me imaginé hacer una novela policial, me parecía un mundo completamente diferente a los que había intentado"

 

 

—¿Cuándo nació tu lado periodístico?
—Lo tuve siempre, durante la juventud hice mucha militancia política que dejé cuando terminé la universidad. Participé en una cooperativa de impresiones estudiantiles, después en una reorganización de los centros de estudiantes y en la reunificación de la Federación Universitaria Argentina, también en movimientos y agrupaciones de docentes en exactas cuando me vine a vivir a Buenos Aires. Siempre me interesó la política y tuve una militancia de izquierda. Si bien lo dejé un poco de lado, me mantengo al tanto de lo que pasa en el país y es algo me interesa mucho, como las distintas instancias que vamos afrontando con los años.

 

—Hablando de política, ¿qué opinás del tratamiento de la pandemia?
—La pandemia tuvo, indudablemente, un tratamiento político. Siempre fui favorable a la idea de una cuarentena estricta, me parece que ahí hubo una especie de pulseada con la oposición en la que el Gobierno se dejó ganar por argumentos que, para mí, desde el punto de vista sanitario, fueron catastróficos. Nosotros con una cuarentena de tres meses tuvimos mil muertos y los tres meses siguientes que se abrió todo sin control tuvimos 30 mil, es decir, eso fue un error político muy grande, el prestarle atención a la oposición cuando el Gobierno fue votado por los que no queríamos ser gobernados por ellos. Creo que debieron haber hecho las aperturas a cuentagotas y con control. Considero que el acierto fue la negociación con el tema vacunas, porque cambió el panorama y las esperanzas. Que se esté empezando a vacunar, que se hayan conseguido vacunas de diversos países y que ahora vamos a tener una producción local, todo eso es muy valorable y nos da ya la esperanza de que vamos a salir. Más si se tiene en cuenta lo que se tuvo que luchar contra los medios que intentaron convencer de que primero no había que ponerse vacunas.

 

—¿Conocés San Luis?
—Fui a dar una maestría en Lógica en la época que estaba en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Viajé un cuatrimestre a dar un seminario para una maestría. De la provincia solo conozco un poco la poesía de Antonio Esteban Agüero, pero no a escritores de mi generación.

 

—¿En qué estás trabajando ahora?
—Estoy escribiendo una novela que transcurre en los años 90, en Barcelona. El personaje principal es un crítico, yo he hecho reseñas en algún momento de mi vida, entonces son cosas que conozco. Él viaja a España para leer la última novela de un escritor famoso oriundo de allí y ahí se desarrolla el problema. También aparece una agente literaria; conocí bastante bien y de cerca a Carmen Balcells, entonces hay cosas que tomé de ella

 

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