Murió el folclorista puntano Lorenzo Arrieta

Lo primero que impresionaba de Lorenzo Arrieta era su voz. Firme, recia, como una cascada que cuando estalla en el final se convierte en un estentor que no perdería ningún concurso. También era notable la facilidad que tenía para escribir canciones sobre San Luis.

Pese a su primera cualidad, o justamente por eso, Arrieta fue la segunda voz en la mayoría de los grupos folclóricos que integró. "Los cantores del alto", "Las voces del Conlara", "Los tonaderos puntanos", el dúo "Muñoz Arrieta" y "De la misma sangre", en el que participó con su hijo Sebastián, son algunos nombres.

Arrieta, padre de cuatro hijos, falleció el domingo al mediodía, a los 81 años, por un ACV que lo atacó mientras venía de Villa de la Quebrada a San Luis, con la intención de hacerse ver por los síntomas de la Covid. Cuando le dio positivo, lo derivaron al Hospital central, donde falleció luego de unos días internado.

Parte de una camada de músicos que se reunieron en la canción folclórica con mirada puntana, Arrieta recorrió con la tonada algunos de los temas más repetidos del género, como la amistad, el paisaje y el amor por la tierra. 

En ese sentido, "El naranjero", un gato dedicado a Luján, su pueblo natal, se inscribe como un ejemplo cabal de su pluma. "Regreso a mi pago", de título elocuente, es otro, que suma una curiosidad y una demostración de una constante en su carrera.
Esa canción fue escrita junto a Pedro "El Bisleño" Palacios, otro folclorista muy recordado en San Luis que combinó apodo con gentilicio y se animó a escribir sobre una localidad que estaba en el otro extremo geográfico de la provincia.
Otra canción con la que Arrieta homenajeó a la geografía puntana fue "Admirándote Trapiche", dedicada a la localidad turística que visitaba con frecuencia.

Si bien con "El Bisleño", Lorenzo no formó un grupo formalmente, sí tuvo una estrecha colaboración que se tradujo en discos y recitales. Animado por el formato de cantar de a dos, Arrieta había compartido escenario con Juancito Muñoz, un inolvidable cantante de tangos de la provincia, con el que trabajó durante cuatro años.

Quedó tan conforme con esa manera de presentarse que cuando se separaron, Lorenzo convocó a Santos Lucero, miembros de una estirpe muy reconocida de músicos de la provincia, para continuar con el formato, aunque volcado definitivamente hacia el folclore.  

Lorenzo tenía 9 años cuando vivió un hecho que lo marcó para toda su vida. Como su padre era un fanático de la música que llevaba a sus hijos a cualquier guitarreada, en una conoció a Hilario Cuadros, quien al verlo tan pequeño y entusiasmado lo invitó a cantar. 

Hay que agradecerle al trovador mendocino ese descubrimiento y el impulso que le dio al pequeño Lorenzo para que se dedicara a la música. Posiblemente el folclore puntano habría perdido un talento de no ser por aquella invitación. Decir que lo perdió ayer, con la muerte de Arrieta, es analizar solo una parte de una obra que se extenderá más allá de la muerte.