Misiones en el mundo
La fundación de Resistencia, capital de Chaco, fue una de las actividades que hicieron que los jesuitasdesarrollaran su tarea mundial en el país.
El 26 de agosto de 1750 los jesuitas fundaron, en lo que hoy es Resistencia (Chaco), la ciudad de San Fernando de Río Negro. Esta reducción o misión (como se llamaba a las ciudades que fundaban los miembros de la Compañía de Jesús) se conformó con etnias chaqueñas, específicamente los abipones.
Los jesuitas habían llegado en el período colonial para evangelizar a los pobladores de los países americanos, pero lo hicieron de una manera diferente y más compleja que la que la Iglesia como tal había iniciado.
Más allá del objetivo evangelizador de las misiones, puede decirse que, a diferencia de otros casos (y los más conocidos), la población nativa tuvo un papel relevante e incluso participó de un intercambio económico y cultural. “Los indígenas fueron protagonistas muy activos: adoptaron o adaptaron diversos bienes; negociaron, intercambiaron, brindaron y exigieron servicios a 'los blancos' en una relación bastante igualitaria”, escribió Lidia Nacuzzi en "Los grupos nómades de la Patagonia y el Chaco en el siglo XVIII". De hecho no existían en las misiones sistemas de explotación como la encomienda o la mita.
Las misiones jesuíticas
La Congregación de la Compañía de Jesús fue fundada en 1540 por Ignacio de Loyola y llegó para instalarse en Hispanoamérica a finales de ese siglo.
Conformados posteriormente en pequeñas ciudades o reducciones que ellos mismos dirigían, los jesuitas comenzaron a participar de un conocimiento mutuo y en cierto sentido se adaptaron a algunos métodos de producción locales, aprendieron el lenguaje nativo y respetaron (siempre mientras esto no significara un problema o una contradicción con sus creencias más importantes) algunas de las costumbres locales. Particularmente se trataba de una fracción religiosa que respondía al Papa como autoridad única, y por tanto no emprendía una misión evangelizadora en función de la Corona, aunque esta evangelización a la postre le fuera funcional. Y es que si bien los jesuitas comenzaron a emprender un proyecto diferente, su presencia no puede entenderse lejos del contexto de la etapa colonial.
Poco a poco, estas ciudades contaron con su propia infraestructura económica, administrativa y cultural con características del modelo europeo y adaptaciones autóctonas.
Al principio, y exentas de pagar tributo a la Corona, las misiones pudieron alcanzar su mayor esplendor en el siglo XVII, pero en 1648 las cosas cambiaron, y la monarquía, necesitada de recursos, comenzó a cobrarles una parte de su trabajo. Eso obligó a los miembros de estas comunidades a comprender la economía local y nativa, de manera de incrementar su producción y poder afrontar el pago de esos tributos.
“Si la sociedad misional —en la vestimenta, el matrimonio, la instrucción religiosa y la vida cotidiana— estaba controlada y gobernada hasta el último detalle, el trabajo estaba dotado de una cualidad festiva y ritualista, en agudo contraste con la sombría y descarada explotación prevaleciente en otras partes. Aquí estaba el secreto de su éxito y su progreso”, escribió David Rock en "Argentina 1516- 1987. Desde la colonización española hasta Alfonsín".
Estas misiones, eficientemente conformadas y autosuficientes, lograron convertirse en un mundo aparte, y para 1680 “albergaban una población india de unas 40.000 personas, el doble que en 1657”, aporta el autor.
Fue esa autonomía y autosuficiencia de ciudades que hasta lograron comerciar con otras ciudades o provincias (e incluso exportar muchos productos a Europa) lo que hizo que las autoridades coloniales pensaran que intentaban crear un imperio aparte, y por tanto decidieron expulsar a los jesuitas de la región, a partir del año 1759. Los intereses habían entrado en conflicto: las luchas por los recursos y las fórmulas de evangelizar y conseguir trabajo local distaban mucho entre colonizadores, algunos sectores de la Iglesia Católica y los jesuitas.
La Congregación en Argentina
En lo que hoy es territorio argentino las misiones no fueron muy diferentes. Con el objetivo de evangelizar y educar, los jesuitas fueron formando esas comunidades características desde su llegada en 1585. Dejaron, además, su rastro arquitectónico: se encuentran por ejemplo en las ruinas de Misiones y en las estancias e iglesias de Córdoba.
Las poblaciones nativas tomaron algunas lecciones para producir, como el cultivo y la recolección, y aprendieron el concepto del ahorro.
Luego de la expulsión los jesuitas regresaron en 1836, después de la Independencia. En ese período crearon, por ejemplo, la primera Universidad de la ciudad de Córdoba.
La presencia de los jesuitas fue tan particular que puede decirse que en este caso su llegada sí supuso un intercamb


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