Día del Sexo: Un placer que no conoce límites
Eyaculación precoz, disfuncionalidad masculina y dificultad para alcanzar el orgasmo femenino son algunos de losproblemas más comunes a la hora de sentarse (o acostarse) a disfrutar de uno de los entretenimientos que, todavía,son gratuitos.
El número seis repetido tres veces es, para los creyentes, la representación del Anticristo, mientras que el nueve es la cantidad de vidas que se le adjudican a un gato. Ambos son múltiplos de tres y su forma es la misma, pero invertida. En conjunto, representan el año en que sucedieron cuatro emperadores en el Imperio Romano: Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano; en la quiniela es “los vicios”, y para el común de la gente es sinónimo de una posición sexual que permite la práctica del sexo oral mutuo y de modo simultáneo.
Es por eso que el 6 de septiembre (6/9) es la fecha elegida para celebrar el Día Mundial del Sexo y del Sexo Oral. A ellos se les suma el 4 de septiembre como el Día Mundial de la Salud Sexual; un trío que si se combina en una misma habitación, el resultado podría ser excitante y con altas posibilidades de correrse, de fechas.
En un mundo donde las normas del juego sexual están atravesadas por el “coitocentrismo” —una concepción de que el sexo no es tal si no concluye en la penetración— es lógico que se presenten como tabú y generen pudor distintas prácticas. La satisfacción a través del sexo oral, las fantasías, el uso de aparatos sexuales y los tamaños del miembro son algunos de los ejemplos más comunes.
“El coitocentrismo está inserto hasta en los cambios que se pretenden desde la Educación Sexual. Es una parte de la relación sexual genital, pero no es el todo, puede estar presente o no. Eso dependerá de cómo expresan la amatoria las personas involucradas. También está asociado al desempeño del varón, donde la creencia sostiene que se es viril en tanto y en cuanto se produzca la penetración y sea con determinados parámetros temporales de duración”, explicó Daniel Díaz, psicólogo y sexólogo clínico e integrante de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH). El especialista recibe consultas en el Centro de Salud Estudiantil Universitario (CeSEU) y el Centro Médico y de Rehabilitación Indoors Gardens.
La vagina, por su parte, es una cavidad virtual. ¿Qué quiere decir esto? Que sus paredes se adecúan y moldean al miembro, a la parte del cuerpo o al elemento erótico que decida utilizarse, siempre con un consentimiento previo. Incluso, la mayoría de las terminaciones sensibles están en el ingreso al órgano sexual reproductivo. Entonces, ¿realmente importa el ancho y el largo del pene?
“El tema del tamaño es un hecho cultural. Si la penetración es tan importante, la mejor forma de sobrevolarla es con mucho tamaño, y por eso también ha generado interés por parte de la mujer o del hombre homosexual. Es como el auto, el grande parece más importante que el chiquito, pero tiene más que ver con una cuestión fálica. No debería ser importante, salvo para la fantasía de la mujer y del hombre”, reveló Analía Urretavizcaya, psicóloga, sexóloga e integrante del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires.
En la contracara de la moneda que le da valor a la parte del sexo en la que la penetración es el rey (y la reina) está el gran aval de la pornografía y la sexualización de las redes sociales en las que todos los caminos parecen conducir siempre a Roma, o sea, al coito.
El sexólogo puntano fundamentó: “En la pornografía hay una suerte de actividad mecánica que no implica la dimensión emocional. Además, suele involucrar cuerpos con una estética particular que intentan establecer cuál es el modelo que se debe perseguir o la performance a alcanzar. Si se intenta comparar con la vida real, no es posible llegar a buen puerto”.
Todos los actos que se realizan en las películas de contenido sexual explícito están pensados, orquestados y coreografiados para la cámara y no para lograr una satisfacción entre los intervinientes. Sin mencionar que las expresiones de placer, como los gemidos, son fingidos.
“Generalmente en el porno vemos cosas repetidas, particularmente porque es un producto hecho por hombres para hombres, donde el estímulo visual es muy importante y se tienen que ver todos los genitales, por eso las manos no son utilizadas, porque taparían partes visibles que se quieren mostrar. Especialmente en la gente más joven ha sido un modelador de lo que se espera y lo que debe ser el sexo”, amplió Urretavizcaya. La sexóloga informó que la mayoría de los niños de 11 años, mucho antes de despertarse sexualmente, ya han visto pornografía a través de las redes sociales.
La distorsión que se produce entre realidad, ficción y virtualidad se acrecienta cada vez más. Con la llegada de la pandemia, el sexting se convirtió en una buena opción para paliar la soledad y la imposibilidad de verse, un recurso que, según los especialistas, llegó para quedarse.
“Lo que resaltó como figura en un fondo de incertidumbre fue el compartir un momento con la persona objeto de la vincularidad emocional y pusieron en marcha la creatividad para generar encuentros virtuales y presenciales. El autoerotismo es otro de los ingredientes que estuvo presente”, profundizó Daniel sobre la actividad en cuarentena.
Según informó Silvia Páez, ginecóloga, obstetra y sexóloga clínica de San Juan, un estudio realizado en Argentina, con base en el inicio de la pandemia, arrojó que hubo una disminución de la actividad y la satisfacción sexual en un 54 por ciento.
Quienes obtuvieron resultados más satisfactorios fueron aquellas parejas no convivientes que incursionaron en el sexo virtual; los que la transgredieron y pudieron mantener encuentros presenciales fueron menos del dos por ciento de la población, y la actividad más frecuente, aunque menos satisfactoria, durante la cuarentena fue la masturbación.
¿Es Netflix el “coitus interruptus” del sexo?
Con la aprobación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) se formalizó algo que sucedía desde el inicio de la humanidad y que con el transcurso del tiempo cobró aceptación. Se trata de la disociación entre sexo y reproducción, y su vinculación cada vez más estrecha con su génesis en la búsqueda del placer.
“A partir de la ESI, la sexualidad genital se empezó a describir y vivenciar como una conducta de placer y se asume en su totalidad el derecho a planificar el aspecto reproductivo”, explicó el sexólogo local.
Entonces, el sexo comenzó a ser sinónimo de placer y no de concepción. Allí surgen las primeras preguntas: ¿Compite con las demás actividades de ocio del ser humano? ¿Queda relegada a ese sector del tiempo que resta luego de las obligaciones?
“La sexualidad es algo extra. Se piensa que en algunos años dejará de ser absolutamente para reproducción, pero también eso a la vez está generando algo de lo que también se habla: la gente en general tiene menos relaciones sexuales porque hay otras formas de satisfacción y disfrute”, detalló Analía.
Y agregó: “Muchas veces las parejas prefieren mirar una serie en Netflix que acariciarse y pasar un rato juntos. Entonces, si se asocia cada vez más la sexualidad al disfrute, hay muchas otras fuentes de satisfacción”.
Por su parte, Páez puntualizó en un descubrimiento de la medicina que les permitió a las mujeres “separar la maternidad del placer”: el invento de la pastilla anticonceptiva en 1960. “Las mujeres comenzaron a ver que podían disfrutar de su sexualidad libremente y sin miedo a quedarse embarazadas y, por otra parte, también los hombres se vieron forzados a hacerlas disfrutar más de la relación sexual. Esto fue una gran revolución, porque también ponía en igualdad de condiciones a varones y a mujeres en relación a la sexualidad y al placer”, fundamentó
Más placer... ¿menos cuidados?
Si bien la ESI es una gran herramienta, a veces el conocimiento no es poder. “La expresión de la sexualidad, la identidad y el ejercicio de los derechos están directamente vinculados con la educación sexual y la información. Esto conlleva la posibilidad de que la sexualidad no sea un tabú y su ejercicio sea responsable”, argumentó Daniel.
Sin embargo, tanto Analía como Silvia sostienen que en los últimos años no solo creció la cantidad de enfermedades de transmisión sexual, sino que también resurgieron otras que estaban prácticamente erradicadas, como la sífilis.
El uso del preservativo, que protege de los embarazos y de las enfermedades de transmisión sexual en la penetración, tuvo su auge con la rápida expansión del VIH en los '80, pero luego su uso decayó.
“En Argentina se está dejando de usar y eso se evidencia en que hay más enfermedades de transmisión sexual que antes, incluso algunas que estaban desapareciendo las volvimos a ver en los consultorios”, lamentó Urretavizcaya.
Por otro lado, los cuidados al momento de tener sexo oral son más que precarios. El único método conocido y utilizado popularmente es el “campo de látex”, generalmente usado en las relaciones homosexuales entre mujeres. Lo que se hace es cortar un preservativo para formar un rectángulo que se coloca entre la vagina o el ano y la boca de la pareja.
La sexóloga detalló: “No hay tanta consulta sobre el preservativo femenino. Los chicos pueden llegar a preguntar mucho más sobre qué pasa con ese método, pero está tan normalizado que prácticamente acá no se hace y no genera inquietud en la gente. Es algo de lo que deberíamos ocuparnos, porque es otra forma de tener relaciones seguras; sin embargo, no tiene popularidad”.
El placer de terminar juntos
Analía y Daniel coinciden en que las preguntas más frecuentes que llegan a sus consultorios son sobre la eyaculación precoz y la disfunción eréctil en los varones y, en las mujeres, la dificultad para alcanzar el orgasmo. Dos disfunciones en apariencia opuestas, pero que en el caso de las parejas heterosexuales pueden generar una contradicción de placeres a la hora del encuentro sexual.
“La discronaxia (dificultades en cuanto a la frecuencia de encuentros sexuales genitales como a las conductas eróticas en la pareja —no es patrimonio de las parejas heterosexuales—), tanto como reclamo del varón o como dificultad atribuida a la mujer, suele ocurrir cada vez con mayor frecuencia. Esto genera una carga emocional importante en el vínculo”, profesionalizó Daniel.
La solución, según Analía, es trabajarlo de la misma forma en que se arregla todo en las parejas: dedicando tiempo, con actitud y comunicación. La especialista dijo que “lo que atrae es lo distinto, aquello que genera misterio, y la sexualidad tiene mucho que ver con eso. En la medida en que los miembros de la pareja se ocupen de renovarse a ellos mismos y de estar más atentos a no caer en la rutina, también en sus vidas, no solamente en la sexualidad, generará más interés. Lo que nos atrae es un otro nuevo y renovado”.
En los casos en los que eso no sea suficiente, la mejor opción es asistir a un especialista, algo que a las y los puntanos les cuesta incorporar. “En San Luis todavía cuesta mucho que asistan a una sesión específica de sexología en el ámbito de la salud… inclusive en la derivación de otros profesionales. Creo que al menos dos variables están en juego: la primera es que no hay muchos especialistas con formación en sexología clínica; la segunda va de la mano del tabú que existe en este tipo de consulta y del tema en sí”, fundamentó Daniel.
En el sexo no hay nada prohibido, no hay fantasías erróneas, tamaños equivocados, sexualidades incorrectas o aspectos “normales”. Todo, siempre y cuando sea consentido y no dañe a terceros, está permitido en pos del disfrute. Al final, ¿qué otro sentido tiene?


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