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Marcos Martel, un ferviente optimista

Radicado en Tilisarao, el músico intenta afirmarse en la escena de la zona con sus temas propios y a pesar de las dificultades.

Por redacción
| 07 de septiembre de 2021
Sueños de cantor. Marcos, en Tilisarao, con su guitarra. También toca el piano y compone sus propias canciones. Foto: Carlos Giménez.

Nació en Pilar, en Buenos Aires, pero de chico llegó a San Luis y por eso se siente un puntano más. Marcos Martel pasó por Naschel y en la actualidad vive en Tilisarao, donde sigue su carrera musical con total optimismo. El artista tiene una malformación en sus dos manos que le impide hacer muchas cosas, aunque en otras sus intentos fueron tan continuos que la vida lo sorprendió grandemente gracias a su actitud positiva y sus ganas de seguir adelante.

 

Autodidacta desde pequeño, Marcos comenzó a interesarse en la música cuando era un joven de pelo largo y enrulado, amante del rock y la escritura. Una tarde calurosa en la plaza de Tilisarao se encontró con Esteban Mansilla, quien lo invitó a tocar el bajo en su banda de rock. “No tenía ni idea de cómo se tocaba, pero muy convencido le dije que sí. Una mentira piadosa que me trajo muchos buenos momentos”, recordó Marcos.

 

 

Le dedico mucho tiempo de mi vida a la música, no me importa si mis manos están completas o no". Marcos Martel, músico.

 

 

Su amistad con Esteban se acrecentó y juntos formaron Los Chalados, una banda que hacía covers de Los Abuelos de la Nada y Charly García, entre otros. “En ese tiempo también comencé a mostrar mis temas propios y mi gusto por componer. Algo que sostengo hasta el día de hoy”, agregó Martel.

 

Los caminos de la vida separaron a Marcos de Esteban, pero Martel no se alejó de la música como su excompañero. Curioso y con autoestima, sumó a su lista de objetivos aprender a tocar otros instrumentos como el teclado o la guitarra. “Jamás me sentí incapaz de hacer algo por mi malformación, al contrario, cada cosa lo tomaba como un desafío que, hasta no conseguirlo, no dejaba de practicar”, contó.

 

Un día, un amigo le propuso incursionar con el teclado y empezó a tocarlo. Probó con melodías para acostumbrar sus manos y ahora toca canciones completas sin impedimentos.

 

Gracias a las gestiones que realizó su último jefe, dueño de un campo que lo empleó para trabajar en un tambo, Marcos se pudo jubilar antes de los cuarenta años por invalidez. Nuevamente aprovechó la oportunidad para darles rienda suelta a sus gustos personales y comenzó a gestionar su proyecto solista donde toca el teclado y canta. “Dentro de poco comenzaré a ensayar con un guitarrista que me acompañará en próximas presentaciones”, agregó el músico.

 

Marcos vive con su padre, y a la tranquilidad que le brindó la provincia no la cambia por nada, como tampoco cada una de las oportunidades que le dio la vida para superarse. “Siento que encontrarme con Esteban fue una jugada del destino que me mostró la cara buena de la música".

 

En la actualidad se dedica a escribir, porque siente que componer es “un pasatiempo al que le dedico mucho amor y sentimiento”. Marcos espera que para la temporada de verano las presentaciones en bares y festivales le lluevan. “Mientras tanto, espero en mi habitación y actúo para mi padre, al que le gusta escucharme. Sé que los buenos tiempos siempre están cerca, solo es cuestión de esperarlos y aprovecharlos”, concluyó.

 

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