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"José del Barrio", tanguero de ley

Nació en Quines y se crió en Mendoza. Fue albañil, boxeador y folclorista este vecino del barrio Eva Perón que puso su voz en casinos, restoranes y festivales cuyanos. Un accidente laboral frenó su carrera, pero sueña con volver a cantar.

Por Johnny Díaz
| 23 de enero de 2022
"José del Barrio". En el casino de Potrero, acompañado de Jorge Guzmán, le hizo de soporte a Enrique Dumas. "Fue un orgullo muy grande", destacó. Fotos: Héctor Portela/ Gentileza.

Humilde, sencillo y amable. Así es José Aniceto Fernández, el cantante de tangos conocido en el ambiente musical como “José del Barrio”. Nos recibe en su casa del barrio Eva Perón, que está plagada de recuerdos fotográficos, discos, equipos de música y con un rincón que todavía tiene vestigios de las fiestas de fin de año.

 

Fernández está convaleciente de una compleja cirugía en la que le extirparon sus riñones (se hace diálisis tres veces por semana), pero sueña con volver a subir a un escenario e interpretar “El bazar de los juguetes”, uno de sus tangos preferidos.

 

Hijo de Antonia Cristel Gatica y de Ricardo Fernández, nació en Quines y tiene trece hermanos. De muy chico supo las limitaciones que la vida le iba a marcar. Por eso se muestra como una persona simple, afectuosa y agradecida de lo que le tocó en suerte.

 

La música me ha dejado grandes amigos y me conectó con mucha gente de la que guardo hermosos recuerdos ("José del Barrio"- cantante de tangos)

Hoy recuerda que en 1950, cuando tenía cuatro años, sus padres decidieron radicarse en Mendoza buscando una mejor calidad de vida. “Pero siempre mi familia volvía a Quines. Mi papá había comprado un auto marca Pontiac, modelo ‘38, y pasábamos al norte rumbo a nuestro pueblo. Nunca lo olvidamos. San Luis siempre fue una ciudad que me atraía, aún antes de conocerla, saber que pasaríamos por ahí me causaba una enorme satisfacción; nunca supe el motivo, pero era así”, expresa.

 

A los 15 años comenzó a trabajar en la construcción, como albañil, y con su hermano Ricardo, quien falleció hace unos pocos días, construyó piletas para almacenar el vino en distintos puntos de la provincia de Mendoza. "Por esos años, le trabajábamos mucho al grupo Grecco, que después cerró sus puertas por la política económica de Martínez de Hoz. Entonces quedamos en la calle, nunca pudimos cobrar lo que nos debían. Fue una amargura muy grande”, lamenta.

 

José manifiesta que en su juventud fue boxeador amateur en las categorías Mosca y Gallo, y que llegó a pelear con el excampeón argentino y sudamericano Ramón Balbino Soria.

 

Una vez radicado en San Luis, con su hermano Raúl y el desaparecido boxeador Héctor "El Zorro" Muñoz, el 9 de mayo de 1993 inauguró una escuelita de boxeo a la que llamó “Maxi Monzón”. Quedaba en el barrio Jardín Aeropuerto.

 

 

 

 

José nació el 17 de septiembre de 1946, pero en la iglesia quinense los papeles dicen que vino al mundo el día 20. "Por eso festejo dos veces mi cumpleaños", bromea. Enseguida se pone serio y retoma su relato: "Con mi hermano Ricardo y otros compañeros sin trabajo nos fuimos a Corcemar para construir piletas de reserva de agua".

 

“Corcemar nos ayudó mucho y en poco tiempo pudimos pagar nuestras deudas, entonces decidimos venirnos a San Luis. En 1980 tenía 27 años, compramos un terreno en la calle Marcelino Poblet del barrio Jardín Aeropuerto y con la ayuda de nuestro padre hicimos la casa. Recuerdo que por esos años construían el barrio José Hernández”, puntualiza.

 

“Con la madre de mis hijos, María Teresa Coria, hacíamos pan casero para poder vivir. Salíamos casa por casa para vender entre los vecinos; fueron momentos muy difíciles, pero siempre los llevamos con dignidad. Fue así hasta que me hice conocido como albañil. Mis hijos fueron alumnos de la escuela ‘Esteban Adaro’ y pudieron hacer la secundaria, todo con el esfuerzo familiar”, cuenta con orgullo.

 

El cantante dice que en Mendoza integraba el dúo Altamiranda-Fernández con su amigo Juan Isidro “El Lucho”, y que juntos recorrieron varios escenarios y actuaron en peñas, shows, restaurantes y festivales, principalmente en la zona de General Gutiérrez, en Maipú.

 

“Incluso representamos a la Quinta Sección en la Fiesta Nacional de la Vendimia”, recuerda. Y agrega: "Teníamos un singular éxito y el público siempre aceptó nuestra música. Pero como me vine a San Luis, quedamos en el camino, como tantas otras cosas”.

 

Fernández también tuvo otros trabajos en lugares diversos. En 1990, en Mar de Ajó, se desempeñó como cloaquista.

 

Debutó como tanguero a instancias de unos amigos sanjuaninos y cuenta que siempre cenaban en la cantina El Rancho de Santos Vega, donde había shows musicales a micrófono abierto. "Una noche se presentó la cantante española ‘La Caoba’. Entonces el dueño y pianista, Osvaldo Escobar, me invitó a subir. Canté 'La última copa’ y ‘Calle Angosta’; se hizo un hábito, siempre me incitaba a cantar. Así comencé con los tangos, algo que hoy llevo muy adentro. Fue un desafío muy grande. Antes solo lo hacía en grupos de amigos o serenatas, no más que eso”.

 

Fernández entabló amistad con “El Chango” Ayala, quien tenía buenos guitarreros y cantó en radio Dimensión. José Lucero “El Chapista Cantor” lo bautizó con su nombre artístico: “José del Barrio”. “Esos fueron mis comienzos en San Luis”, precisa.

 

Dice que tuvo la suerte de rodearse de músicos de buen nivel, entre quienes resalta a Jorge Guzmán, Daniel Ferreira, Pedro Salgán y Jorge Ércoli. Con ellos pisó varios escenarios sanluiseños y tuvo participaciones en el casino de Potrero de los Funes, donde una noche, con la guitarra de Guzmán, le hizo de soporte a Enrique Dumas.

 

Peñas, el bar Aranjuez, el restó El Boulevard, obras de beneficencia, shows, cenas de aniversario, el predio ferial, restaurantes y el Festival de la Guitarra en Saladillo, del Artesano en San Francisco y la Fiesta del Maíz en Naschel son algunos sitios donde hizo oír su voz.

 

“El bazar de los juguetes”, “Cambalache”, “Tu olvido”, “Milonga sentimental”, “De puro curda”, “Manos adoradas”, “El clavelito”, “Pedacito de cielo”, “Portero suba y diga” y “Por una cabeza” conforman parte del material discográfico de este quinense que no duda en decir: "Voy a ir por más tangos, porque son mi pasión".

 

Un accidente laboral —hace unos diez años— frenó su carrera musical. Primero, un ataque de presión arterial y posteriormente, la caída de un andamio cuando trabajaba en la ampliación del centro de salud de Papagayos con su hijo Marcelo Daniel, fueron los principales golpes que le dio la vida.

 

“Caí y me di la cabeza contra el suelo, lo que me causó serias lesiones, por lo que me aconsejaron reposo absoluto. También me hago diálisis tres veces por semana, cumplo con el tratamiento y me siento muy bien”, aclara.

 

 A sus 75 años, vive con su pareja Noelia Graciela Díaz y es visitado por sus hijos Dominga María, Ángel Ricardo, José Ceferino, María José y Marcelo Daniel, sus catorce nietos y tres bisnietos.

 

“Sé que voy a poder. Quiero volver a cantar. Sería como volver a nacer”, asegura con firmeza, como para que su deseo se cumpla.

 

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