Víctor Antonio Sosa: con el deporte como bandera
Se destacó en fútbol, básquet, ciclismo y natación. Nació en Las Higueras, cerca de Virorco. Como técnico de Huracán logró un campeonato invicto y lo clasificó a un Regional. Además, es el canillita más antiguo de la capital.
El "Vitrola" es uno de los tantos personajes que tiene el deporte de San Luis. Serio, a veces controvertido, solitario, taciturno, multifacético, hombre de pocas y justas palabras, siempre se acomoda en un rincón de su confitería preferida de la peatonal Rivadavia y Pringles, y, entre el bullicio de la gente, desayuna.
El "Vitrola" es Víctor Antonio Sosa, nació el 23 de febrero de 1947, en un lugar llamado Las Higueras, cerca de Virorco, y asegura que es paradisíaco.
Hijo de María Mercedes Escudero y de Martín Antonio Sosa, quien falleció cuando él tenía unos seis meses, tiene cuatro hermanas: Inés, Dora, Rafaela y Crisanta.
De muy niño se destacó en tres disciplinas: el fútbol, el básquet y el ciclismo. Y fue en la Colonia Hogar donde hizo sus primeras gambetas en el juego que es pasión de multitudes. Después, y casi juntos, aparecieron el básquet, el ciclismo y, en menor medida, la natación.
"Por esas cosas de la vida, mi madre tuvo que venir a trabajar a San Luis y como no tenía quién me cuidara me internó en el Hogar del Niño ‘Elena Castelli’. Después pasé a la Colonia Hogar 'Monseñor Di Pascuo', donde jugábamos a la pelota todo el día", dice hoy el exdeportista.
Siendo un niño con grandes condiciones para la práctica del fútbol, una de esas personas —que participan en torneos de baby fútbol— lo invitó a que se sumara a un equipo que estaba armando en la esquina de Constitución y Belgrano para jugar en el Sporting Club Victoria.
"Carmelo Torres era el técnico. Con los años se transformó en mi cuñado, al casarse con mi hermana Dora. Jugamos varios campeonatos en San Luis hasta que un día se acercó el señor Di Chiachio, dirigente del club Huracán, y me ficharon para ese club. Jugué algunos partidos en la Quinta División, rápidamente pasé a Cuarta y pegué el salto a Primera. Tenía unos 15 años; era el más joven del plantel".
"La situación ameritaba que la familia Sosa se radicara en la capital sanluiseña; después vivimos en la casa de mi hermana Dora y después, en lo de Inés, casadas con Carmelo Torres y con Emilio Parnisari respectivamente, frente al Club Social Democrático Juvenil, en el pasaje Juan Llerena. Por supuesto me fiché en esa institución donde estaban Alfredo Morales, Antonio Pérez, Varsovi, Pablito González, Carlos Mauvezin, 'La Vieja' Lucero y muchos más. Queríamos ser protagonistas".
"Se armó un lindo grupo. Era el mejor equipo de San Luis; nos cansamos de salir campeones. Nuestro eterno rival era Gimnasia, hoy GEPU, los dos del barrio. Ellos eran el equipo de los ‘pitucos’; nosotros, de la clase media para abajo. Era tanta la rivalidad que no me dejaban entrar a la pileta porque era de la contra, algo increíble a pesar de que éramos vecinos y amigos, entonces optaba por ir a nadar a la pileta municipal del Puente Blanco. La rivalidad era en la cancha. Los dirigentes de Gimnasia no lo entendieron nunca”. En 1969, integró la Selección provincial de básquetbol en el Campeonato Argentino que se jugó en San Luis, junto a "El Chapa" Camargo, "El Ñato" Pérez Pinto, Mariano Celorrio, "El Lungo" Ortuzar, Jorge Mitchell, "Caica" Araniz, "El Patón" Pereyra Sánchez y muchos más.
Al poco tiempo, volvió a aparecer en su vida Sportivo Estudiantes, que compró su pase en un millón de pesos y de esa plata recibió cien mil. “Con eso ayudé a mi madre a comprar la casa de la calle Chile, entre Gobernador Alric y Esteban Adaro. A la vuelta del club ‘Albiverde’. Era mucha plata y sirvió para ayudar a la economía del hogar”, recuerda.
“También se me había prendido el bichito del ciclismo: quería ser ciclista, era un apasionado. En esos tiempos se corrían carreras por la avenida España. Como pude me compré una bicicleta en Wervin, frente a la plaza Pringles. Corría en la desaparecida pista de calle San Juan, donde conocí a las familias Barrera, Jofré, Muñoz, Carbonell y Sosa, y a un montón de ciclistas, todos adolescentes".
En 1978 integró el equipo que representó a San Luis en el Torneo Regional que dirigía Miguel Ángel Guzmán. Les ganaron a todos y llegaron a la final con San Martín de Mendoza. Todo San Luis los fue a alentar en la cancha: "Fue inolvidable, aunque lamentablemente ocurrieron cosas rayando con la injusticia. Me echaron a los 35 minutos del primer tiempo. Para mí estaba todo arreglado para que subiera el equipo ‘Chacarero’; fue una estafa deportiva. ‘Chalita’ Maldocena se fracturó un brazo y también echaron a Arroyuelo", rememora.
Sosa dice que les invadió una gran desazón, pero al año siguiente volvieron con más ganas. "La base de ese equipo eran Miguel Ángel Lucero y Juan Carlos Sosa (arqueros); 'Jocho' Fernández, 'Ártico' Andrada, Agustín Lucero, 'El Toro' Gómez, Eduardo Maldonado, 'Lacho' Rosales, 'Mudo' Amieva, Raúl Zabala, Ricardo Liogacono, 'Pucho' Barrera, Ciro Magallanes, Víctor Sosa, Mario Alberto Magallanes y Marcos Benítez. El cuerpo técnico estaba integrado por Miguel Ángel Guzmán, 'Calesita' Sanfilipo, que era masajista, y 'El Turco' Américo Sosa Sánchez era el utilero", recuerda.
La historia dice que en 1978, Juventud había llegado a la gran final después de eliminar a los sanjuaninos y riojanos en cuatro vibrantes partidos. “El Chacarero” mendocino había dado cuenta de los equipos de Neuquén, La Pampa y otros del sur de esa provincia.
La movida entre los sanluiseños fue algo nunca visto. Se movilizaron todos sin distinciones de colores ni banderas. De temprano las adyacencias al estadio chacarero, por calle Lavalle, se pobló de puntanos. Algunos habían hecho campamento sobre la ruta 7 (hoy ruta provincial 50) para preparar el asado y esperar la hora del partido. La columna de autos era incesante, cientos de personas se acercaban en cualquier medio de movilidad posible. Todo era una fiesta.
A la hora del partido, San Luis había hecho colapsar todas las tribunas del sector este; atrás del arco norte estaba la hinchada de San Martín.
El bullicio y la alegría habían ganado cada rincón de San Martín y el corazón de todos los sanluiseños que estuvieron allí latía a mil revoluciones por minutos. Solo faltaba un paso, de allí la gran movida, el aliento, el apoyo incondicional. El estadio estalló cuando apareció Juventud y otro tanto cuando lo hizo el equipo local. Después del acto protocolar llegó la pésima actuación del árbitro enviado por el Consejo Federal del Fútbol.
A poco de comenzar el encuentro, expulsó a Alberto Arroyuelo, Víctor Sosa y Osvaldo Maldonado. Se habían jugado 10 minutos del primer tiempo. Finalmente, el equipo sanluiseño cayó 3 a 0, con una actuación de la terna arbitral para el olvido.
Sosa se autodefine como una persona que siempre vivió del deporte y reafirma lo que dice cuando cuenta que jugó en los equipos más grandes de San Luis: Estudiantes y Juventud. Alternaba con el básquet jugando para Juvenil o en la Selección provincial y practicaba ciclismo. “Jamás fumé un cigarrillo, nunca fui a un baile, dediqué mi vida al deporte, estoy orgulloso de eso”, sostiene.
“Estaba de novio con Susana, hija del recordado canillita ‘El Tronco’ Vescia, y me casé a los 30 años. Como tenía tiempo, pasé a atender el kiosco de mi suegro en Junín y Rivadavia, y así me transformé en diariero, trabajo que aún conservo. Hoy soy el canillita más viejo en actividad. Empecé a los 16. Todos los días reparto El Diario de la República. Sábados y domingos, los diarios de Buenos Aires. Tengo clientes como Hugo Marín, a quien le llevo el Clarín hace más de 40 años. Tengo tres hijos: María Eugenia, María Milea y Víctor Javier, y siete nietos: Nahuel, Joaquín, Azul Candela, Bautista, Camilo, Juan y Ramiro, que son mi gran debilidad. La más regalona es Azul Candela y tengo una bisnieta, María Lucía, de cuatro años, hija de Nahuel y Julieta Ledesma".
Víctor Sosa hizo cursos de técnico de fútbol y en esa condición dirigió varios equipos locales, entre ellos al que lo vio nacer futbolísticamente, Huracán, que estaba en la B y ascendió invicto a la división mayor. En el arco estaba Ricardo Orlando Gurlino, quien mantuvo la valla invicta todo el torneo; un verdadero récord. Entre sus dirigidos estuvo Juan Gilberto Funes, a quien hizo debutar frente a El Chorrillo en la cancha de La Liga (hoy estadio “Mario Sebastián Diez”, de Juventud) ganando 7 a 1. Juan hizo tres goles, dos Sáez, uno Miranda y el restante “Vico” Sosa. Entre sus dirigidos estaban “El Pato” Guzmán, los hermanos Garro, Mario La Torre y su hermano Aldo, Ernesto Pellegrino, Sosita, “El Torcido” Viera, “Vico” Sosa, “Pela” Miranda, Farías. Después se sumarían Hugo Ledesma, Mushmud Uisso, Mario Magallanes, “Perico” Ojeda, Miguel Ángel “Pingue” Sáez y “Patoruzú” Vega, entre otros.
“Al frente del club estaba un señor de apellido Martínez, acompañado del doctor Augusto Sabelli y de Mateo Segalá. Uno de los personajes del club, ‘Cacuta’, se encargaba del mate cocido y las tortitas”, dice el exdelantero Carlos Sáez, quien aporta más información.
Víctor Sosa, hoy retirado de casi toda actividad deportiva, solo practica ciclismo rural y se lo suele ver por la zona de La Carolina, El Trapiche o Potrero de los Funes en solitario raid. Fue un deportista pícaro, hábil, audaz, inteligente y atrevido que siempre se mostró en los momentos más difíciles. Dueño de una personalidad difícil de encontrar, apegado a su familia y sus seres queridos, mira pasar la vida a través del ventanal de su confitería preferida. “Siempre practiqué y viví del deporte, es lo más sano que hay y no dudo en aconsejar a quienes necesitan una palabra de aliento”, reconoce finalmente.
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