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Ariel Hugo Saldañez: borrar el pasado a fuerza de arena y aire

Arenar es un trabajo poco común. Se lija con arena fina, de Jarilla, y un chorro de aire con mucha presión. Es un oficio de riesgo para la salud, con el que se trabajan metales, maderas, vidrios y plásticos. 

Por Johnny Díaz
| 01 de mayo de 2022
El oficio de su vida. "Nosotros usamos la arena fina traída de la localidad de Jarilla, al oeste de San Luis. Entendemos que es una de las mejores del país". Fotos: Nicolás Varvara/ Gentileza.

Muchos años le llevó al hombre descubrir cómo extraer la descolorida o cuarteada pintura de un metal, dejarlo como si fuera una pieza nueva para después aplicarle antióxido y posteriormente pintura, cuantas veces fueran necesarias, para dejarlo como nuevo.

 

El arenado es un proceso mediante el que se erosiona la parte más externa y superficial de un material a través de una abrasión generada por un chorro de arena y aire. El arenado se utiliza, sobre todo, para tratar superficialmente los metales.

 

En San Luis, el oficio de arenero es poco común. Ariel Hugo Saldañez, con más de 40 años de experiencia, dice: “Este emprendimiento lo inició mi padre Hugo Saldañez, a mediados de 1984, aprovechando el boom del asentamiento industrial de aquellos años en la provincia. Arenaba metales y le fue muy bien, ganándose el reconocimiento de sus clientes, creando una nueva fuente de trabajo, porque por entonces en San Luis nadie hacía este trabajo".

 

"Hoy tenemos más de 40 años en el rubro del arenado, que consiste en un lijado con arena fina utilizando un chorro de aire a mucha presión. Eso hace que la pieza a limpiar vaya perdiendo la pintura, la grasa o el óxido y todo lo que se pueda imaginar, dejando la pieza como recién salida de fábrica”, dice Saldañez.

 

Muchos traen trabajos y después no vienen a retirarlos, es una pena porque hay piezas de mucho valor (Ariel Hugo Saldañez)

“La arena, que es nuestra materia prima, la traemos de la localidad de Jarilla, al oeste de San Luis, porque entendemos que es la mejor del país. Lo comprobamos día a día. Hemos probado con otras, pero siempre adoptamos la de Jarilla por su finura y pureza”, asegura.

 

El hombre explica que el arenado se puede utilizar en metales, hierros, acero, plásticos, madera, vidrios y paredes. El hombre explica: "En el caso de los metales se usa con mucha presión y arena pura. En el caso de otros materiales la arena se tamiza y lógicamente la presión de aire es cambiante, es la manera ideal para realizar un buen trabajo. Las piezas quedan listas para colocarle antióxido”.

 

"El chorro de arena a presión es para limpiar en profundidad la superficie metálica. Elimina toda la pintura que pueda quedar de su estado anterior y todas las impurezas e imperfecciones que se encuentren. De esta forma, podemos dejar la pieza en un estado comúnmente llamado 'de fábrica'", agrega.

 

Por otra parte, el trabajo del arenado requiere mucha atención técnica, especialmente cuando se trata de chapas finas. Allí se corre el riesgo de deformar la pieza. Eso se puede producir debido a la fricción de la arena y la presión de aire, porque se crea una condición térmica distinta, la que puede causar la ondulación de la chapa.

 

“Acá no importa el tamaño de la pieza a trabajar, lo que interesa es lo que hay que sacarle. Vienen con pinturas duras, otras con pinturas sintéticas que es más blanda y a veces con epoxi. En este último caso, nosotros derivamos el trabajo a quienes utilizan químicos, nosotros no hacemos ese tipo de trabajo”, explica Saldañez.

 

 

 

 

El método de arenado con aire comprimido es un proceso mecánico que consiste en eliminar, mediante el proceso de arena y aire, las partículas a través de presión; una acción abrasiva sobre la parte que hay que tratar. La colisión de la arena elimina las partículas de pintura, creando un polvo muy fino que muchas veces es perjudicial para la salud.

 

El taller de Ariel muestra un amplio terreno que sirve, entre otras cosas, de playa de acopio, y un galpón de considerables medidas, ventilado y de gran altura, donde se encuentra un sinnúmero de piezas colgadas: sillas y camas antiguas, rejas, bicicletas, autopartes de diferentes vehículos, blocks de motores, diferenciales, cajas de cambio, llantas, chasis de autos y tráileres. Y mucha arena diseminada por todos lados, las herramientas de trabajo, varios compresores unidos ente sí para que no falte la presión de aire, cascos, mascarillas, calzado, guantes, ropa de trabajo, bancos y tambores. “Muchos clientes traen las piezas a arenar y después no vuelven más. Es una constante que se repite muy a menudo. Muchas veces nosotros lamentamos que esto suceda porque hay piezas de gran valor, pero sus dueños no vienen a retirarlas”, dice.

 

Saldañez cuenta que en varias oportunidades fueron llamados por el Municipio capitalino y también de Terrazas del Portezuelo para una limpieza de paredes internas. En 2010 fueron contratados por las autoridades del Colegio "Juan Crisóstomo Lafinur" que, al cumplir el 150° aniversario de su fundación, preparaba los festejos. “Fue muy linda experiencia, había que arenar toda la fachada, puertas y rejas de todo el frente, querían eliminar todos los grafitis y leyendas hechas con aerosol en las paredes. Lo hicimos en cuatro días con todas las precauciones del caso, inhabilitamos algunos sectores de acceso y las veredas. Trabajamos en los días de poca concurrencia al establecimiento y de gente en la calle porque el polvillo era peligroso. Se hizo un buen trabajo que todavía hoy se puede ver”.

 

Saldañez, quien también es motoquero en solitario, dice que por la cantidad de trabajo y por comodidad para sus clientes, su padre Hugo abrió una arenadora en el Parque Industrial Norte.

 

“En ese lugar mi padre se dedica a trabajos industriales, pesados y metalúrgicos, que acá en la ciudad no se pueden hacer por todo el movimiento que ello implica".

 

"Esta profesión tiene sus ventajas y sus desventajas, el ruido y el polvillo son perjudiciales para la salud, por eso debemos actuar con suma precaución usando sordinas, máscaras y casco protector que nos cubra toda la parte superior de nuestras extremidades", explicó.

 

"A la larga, la arena nos puede traer problemas respiratorios o de visión. Hay que tener mucha cautela. En definitiva, este trabajo tiene su grado de peligrosidad y es muy difícil conseguir mano de obra. Nosotros somos arenadores de profesión, llevamos muchos años en el rubro y creo que somos los únicos en San Luis” (hace unos años atrás, “El Pato” Puig tenía una arenadora en la avenida Ejército de los Andes).

 

“Nunca usamos productos químicos, muchas veces los mecánicos dentales nos acercan piezas para hacer algún leve pulido y antes los ferroviarios también acercaban piezas a arenar. Nunca faltó el trabajo, pese a la pandemia que nos atacó”, reconoció.

 

Ariel Saldañez, de 45 años, tiene dos hijos: Máximo y Enzo, y junto a su esposa Soledad esperan el tercero, Valentino. “Seguramente en poco tiempo tendremos la tercera generación de areneros y eso me llena de orgullo, porque mis hijos además de estudiar ya están haciendo sus primeras armas en esta hermosa profesión”.

 

 

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