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Trampas y un planeta en llamas

Por redacción
| 23 de enero de 2023

El Foro Económico Mundial, conocido como Foro de Davos por el nombre de la localidad suiza donde transcurre, reúne desde 1971 a los principales líderes políticos internacionales, intelectuales y periodistas invitados.

 

Este año dirigentes y ambientalistas señalaron como principales responsables del calentamiento global a las empresas del sector petrolero.

 

Si bien fue el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, el portavoz en el foro de esta cruzada contra la industria del petróleo, la “piedra del escándalo” en la que basó sus acusaciones fue un estudio de la Universidad de Harvard y el Instituto de Investigación del Impacto del Clima en Potsdam de Alemania, que reanalizaron datos e informes que tenían los científicos del gigante petrolero ExxonMobil entre 1977 y 2003.

 

El estudio publicado en la revista Science, señaló que “...aún en la década del '70... las predicciones de la petrolera eran correctas y sabían tanto como los científicos y los gobiernos”.

 

En concreto, ExxonMobil descartó una transición hacia una era glacial, en favor de una “superinterglacial” inducida por el dióxido de carbono (CO2).

 

El dióxido de carbono es un compuesto de carbono y oxígeno que existe como gas incoloro y está relacionado con el efecto invernadero, necesario para mantener la superficie de la Tierra con temperaturas aptas para la vida, pero que en la actualidad, según un 92 por ciento de los estudios científicos elaborados por expertos en climatología, es desequilibrado por las actividades humanas que aumentan la emisión de gases como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso provocando el calentamiento global que pone en riesgo a muchas poblaciones y numerosas especies animales.

 

El estudio de la compañía petrolera fue tan preciso que pronosticó a fines de los '70 que el dióxido de carbono aumentaría 2 grados hacia el año 2000 y que el ascenso de la temperatura sería de unos 0,2 grados por década.

 

Una filtración de 2015 había alertado acerca de la existencia de estos trabajos científicos realizados a pedido de ExxonMobil que advertían acerca de un “calentamiento con dramáticos efectos medioambientales antes de 2050, potencialmente catastróficos”.

 

La grave acusación del titular de la (ONU) al señalar que “algunos productores de energías fósiles eran totalmente conscientes en los años '70 de que su producto estrella iba a quemar el planeta” y prefirieron “difundir una gran mentira” al ocultar su responsabilidad en el calentamiento planetario global, le abre las puertas a los estudios de abogados para realizar demandas multimillonarias, superiores quizá a las que debió enfrentar la industria tabacalera a fines del milenio pasado.

 

La estrategia legal de las petroleras consiste en afirmar que la industria no tiene responsabilidad alguna en cómo la gente usa sus productos.

 

Sin embargo, las fuertes declaraciones del secretario general de Naciones Unidas van en el sentido de desmontar este argumento cuando señaló “la gran mentira” difundida para distorsionar la percepción pública de las consecuencias de los productos elaborados por los petroleros.

 

La tesis que subyace en el “Yo acuso” de Guterres es que nadie discute que el cambio climático ocurrió por las actividades humanas que nacieron con la sociedad industrial, pero pretende que, los que aprovecharon la situación conociendo lo que sucedería en el futuro e hicieron todo lo posible por retrasar posibles soluciones tecnológicas, tengan que contribuir y reparar más que el resto.

 

Existe un consenso amplio, pero de ninguna manera unánime en la comunidad científica, acerca de la existencia, responsabilidad, causas y efectos del denominado calentamiento global, pero hay científicos que participaron de un documental británico titulado "La gran farsa del calentamiento global”, y es interesante señalar que, durante la actual edición del Foro de Davos, se utilizaron más de mil aviones privados utilizados por jefes de Estado y multimillonarios, que contaminan más que 350.000 automóviles.

 

Posturas difíciles de explicar, anuncios catastróficos, trampas y un planeta en llamas.

 

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