El cuerpo que habitamos

El cuerpo es una interfaz entre la individualidad y la memoria de todos nuestros ancestros. Así lo vemos desde el mundo de las constelaciones familiares.

En nuestro cuerpo habitan memorias, dolores y secretos que han llevado nuestros padres, abuelos y abuelas, bisabuelos. Muchas de estas experiencias dolorosas nos habitan porque en su momento no han podido ser charladas, compartidas o asumidas. Han causado mucho dolor y lo necesario en aquel entonces, para sobrevivir física o psíquicamente, era olvidar. Lo callado se vuelve síntoma en la generación siguiente.

No es de extrañar que hoy tantas mujeres sufran de dolencias en el útero, ovarios y pechos. Quizá las madres y abuelas hayan sufrido tanto la maternidad debido a las parejas y el lugar sometido de la mujer, que hoy ese cúmulo de dolor se expresa en el cuerpo de las nietas.

Los varones, y la gran exigencia social y cultural con la que cargan por ser exitosos, se transforma luego en calvicie y problemas de próstata; el estrés y las presiones sobre lo masculino también hacen estragos.

El sobrepeso nos anuncia que este cuerpo tiene que protegerse de algo mayor, quizá golpes o miedo a pasar hambre. La obesidad, en cambio, nos cuenta que el vínculo con la mamá está muy dañado y no podemos nutrirnos de ella, sino devorarla.

También hay síntomas difíciles de definir. Ciertas alergias y enfermedades autoinmunes no son más que memorias con fecha sobre acontecimientos graves, quizá accidentes o la pérdida abrupta de un ser querido, que quedó flotante como un duelo sin resolver y que siempre se hace presente en una estación del año, rememorando la fecha del acontecimiento doloroso.

Cuando estamos haciendo un duelo, nos acompañan los mocos, los llantos y la gripe. ¿Y los dolores en el cuerpo? Esos dolores de tantos golpes, tantas humillaciones, tantas muertes en el sistema familiar. Mucha gente vive con estrés: es una buena manera de no encontrarse con la depresión. Siempre arriba, con mucha adrenalina, no nos permite hacer contacto con la tristeza. Si dormís mucho, la cama es como una madre protectora, un lugar seguro que nos evade del mundo y nos mantiene niños.

Para terminar el relato es muy importante un chequeo médico por año y también una constelación familiar para comprender los procesos de nuestro cuerpo y no hacer de este un escenario de dolor y repetición. El cuerpo es para disfrutarlo.