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Se puede producir ganado sin tocar un solo árbol

El campo de la familia Quiroga Céliz está ubicado en el paraje Baldecito de la Pampa. Además, el proyecto apunta a que los turistas conozcan la flora y la fauna local.

Por María José Rodríguez
| 31 de marzo de 2024

Para Sergio Quiroga Céliz y su familia la producción ganadera es posible desde un enfoque conservacionista, donde los animales y todos los elementos naturales se interrelacionan y se cuidan de la misma manera. Sus hijos reconocieron que les costó entender y adaptar lo aprendido ancestralmente a las ideas ambientalistas de su padre, pero actualmente entienden y ejecutan a la perfección cada una de las tareas, sin perder de vista la sustentabilidad y el bienestar animal. “De esta manera ganamos todos. Gana el ambiente y ganan los productores porque este sistema es redituable”, afirma el productor.

 

La finalidad del propietario del establecimiento es siempre producir ganado, sin alterar el crecimiento de la flora autóctona, y también preservando la fauna local, sobre todo las aves.

 

El anfitrión, Quiroga Céliz, organizó una recorrida por el campo “El Corralito”, que tuvo diferentes paradas para conversar con especialistas de diferentes ámbitos. Por el INTA, estuvo Manuel Martínez, quien puso el foco en el bie-nestar animal; en representación de la Universidad Nacional de los Comechingones, Vitorio Pateta realizó una valoración de los recursos naturales en la ganadería y los bosques autóctonos; y por último de la Alianza de Pastizal, Federico Kees brindó aspectos interesantes sobre que la importancia de la presencia de aves en la producción, porque es un muy buen indicador de la salud de un ecosistema.

 

En la jornada participaron conservacionistas, productores, académicos, investigadores, representantes gubernamentales y empresarios que están abocados a la protección, restauración y uso sostenible de pastizales. La participación de todos fue amena e interactiva. Los profesionales brindaron sus conocimientos y experiencias, y los asistentes aportaron ideas.

 

La reunión se desarrolló en el establecimiento que está ubicado sobre la ruta nacional Nº 20 a la altura del kilómetro 309, 23 kilómetros al oeste de Luján.

 

Posee una superficie de 2.930 hectáreas destinadas a la etapa de recría; seis potreros grandes y dos más chicos. Además, posee un sector de enfermería en el que hay implantado Buffel Grass.

 

“Estos proyectos tienen las famosas cuatro patas que sí o sí tienen que ser rentables y sostenibles en el tiempo. El cambio de paradigma implica ver a los recursos naturales no como una fuente inagotable de provisión. La palabra importante de la sostenibilidad va por el camino del cuidado de los recursos naturales. Esto es una mirada integral. A través de este proyecto lo que queremos hacer es invitar a la gente a contribuir con el desarrollo social de nuestros pares. De alguna manera esto repercute en algo”, opina Sergio, bajo la sombra de un árbol.

 

 

“El Corralito” posee una superficie de 2.930 hectáreas destinadas a la etapa de recría. También trabajan vaquillonas adaptadas a la zona y novillitos recriados para exportación.

 

Agrega que el campo “El Corralito” se lo compró a sus abuelos, “ellos lo trabajaban desde el año 1937. Ambos eran sanluiseños, me dijeron que Juan W. Gez es tío abuelo mío, y por el lado de mi padre con Juan Esteban Pedernera tenemos un antepasado en común”, contó Sergio.

 

Observación. Vitorio Pateta (centro) habló de la diversidad que se puede encontrar en un bosque autóctono.

 

El productor asegura que su equipo es su familia y eso se nota porque mientras él habla con el suplemento El Campo, su esposa, Paola Amaya, y sus tres hijos, Mateo, Melania y Emilia, acomodan todo lo necesario para el almuerzo.

 

“Ahora estamos como sacando pecho”, afirma orgulloso, pero admite que “cuesta horrores que la gente cambie de paradigma. En San Luis somos cuatro los establecimientos que trabajamos bajo este enfoque y se nota que va cambiando porque hablamos de otra forma”.

 

En cuanto a las condiciones de producción asegura que se adapta al clima: “Los corrales hace 55 años eran un arenal, ahora hay pasto. Considero que tendríamos que tener políticas de castigo para quienes deterioran el ambiente, por eso creo que todos tendrían que tener en sus campos un plan de manejo y un responsable técnico. Pero tenés que tener un médico veterinario de cabecera o un agrónomo veterinario”, afirma y añade que para los pequeños productores el Estado tendría que estar presente.

 

Explica Quiroga Céliz que en “El Corralito” trabajan en ganadería principalmente, “nos estamos corriendo a todo lo que es la etapa de recría y hago vaquillonas adaptadas a la zona, para productores que quieran ampliar su rodeo y trabajo con tres razas, Hereford, Aberdeen Negro y Aberdeen Colorado. Son animales adaptados a esta zona no las vendo con preñez o sea, son vaquillonas para entorar”, especifica y añade que toda la alimentación es bajo pasturas naturales y con un método de pastoreo que no es de esquema rígido, “son pastoreos dirigidos en los que si el lote presenta condiciones ambientales productivas buenas ahí va la hacienda, y siempre trabajando con altas cargas en periodos cortos de tiempo y grandes descansos. En invierno bajo las cargas y comen pastizales diferidos, pero bajo las cargas porque precisamente la recría me permite bajar las cargas y después van a comercialización”.

 

 

 Ahora estamos sacando pecho, pero cuesta horrores que la gente cambie de paradigma. En San Luis somos 4 los establecimientos que trabajamos en este sistema. Sergio Quiroga Céliz

 

Para comercializar ganado acude a las consignatarias de San Luis, entre ellas, Ganadera del Sur, y una de Córdoba. “También hago novillitos recriados, la idea es que esos animales terminen para exportación. Hay años en los que se puede y otros en los que está medio desinflado, lamentablemente al no tener previsibilidad en nuestras actividades, cualquier argentino lo sabe, tenemos que adaptarnos a vender el mercado interno también”, dice.

 

Gran equipo. Productores, ingenieros agrónomos, especialistas y ambientalistas compartieron información y experiencias durante la jornada que organizó Sergio Quiroga Céliz.

 

Una familia que es equipo

 

“Sofía está viviendo en España, se recibió de abogada, le encanta el campo, nos sigue, pero no está. Siguen los dos con edad parecida Mateo de 21 y Melania de 22, que estudian Ciencias Económicas. La más chiquita es Emilia y está en la secundaria”, cuenta el hombre con brillo en sus ojos, y sigue: “Ellos saben castrar, trabajar en la manga, vacunar y como acá no usamos un sistema tradicional que se basaba en lazos y pialadas, a los terneros los castramos con un volteador, contamos con una manga e instalaciones súper cómodas y seguras para el personal. Tampoco se realizan yerras, acá compro los animales en cualquiera de estas ferias, porque también, así como vendo compro. Tengo los animales acá a las 11 de la noche cuando finaliza el remate, porque estoy a 110 kilómetros de la ciudad de San Luis. Al día siguiente comenzamos la tarea y convocamos a mis chicos, ellos ya saben. También vienen amigos, más el personal que sabe cómo nosotros trabajamos”.

 

La unidad económica que ahora está multiplicada por cuatro, presenta más desafíos, “no solamente le agregamos valor a la producción, sino que abrimos las actividades, incorporamos hace 15 años un grupo de apicultores, acá tenemos más o menos 3.000 colmenas”, asegura el productor.

 

Además, explica que trabajar bajo alianzas estratégicas es importantísimo: “Tenemos convenios con la Universidad de los Comechingones, otro en puerta con el INTA, me contactaron hace diez días de la Universidad Nacional de La Rioja que quieren firmar otro convenio. Este campo tiene dos membresías, una de la Red de Argentina de Reservas Privadas, y además formamos parte del Nodo Centro, de la que fuimos fundadores en 2014; y del programa Alianza del Pastizal. Esto nos favorece para agregarle valor a lo producido por el ambiente. Somos cuatro productores los que estamos haciendo ganadería bajo este sistema”, especifica.

 

Otra actividad que realiza dentro de “El Corralito” es el ecoturismo. “Trazamos senderos de interpretación para que todos puedan aprender sobre la flora y la fauna autóctona. Pueden acercarse técnicos, productores y todos aquellos que estén interesados en asomarse a mundo distinto al que ven todos los días”, concluye.

 

Redacción

 

 

 

 

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