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¿Qué libros escribió Sarmiento?

La figura de Domingo Faustino Sarmiento ocupa un lugar decisivo en la historia intelectual y política de la Argentina.

Por redacción
| Hace 6 horas

No solo fue presidente y educador, sino también un prolífico escritor que utilizó la palabra escrita como herramienta para pensar la nación, modelar ciudadanía y confrontar modelos de país.

 

 

En una época de intensos debates sobre la organización del territorio, las costumbres y el futuro político, Sarmiento encontró en los libros un medio para dejar huella.

 

 

Sus obras mezclan crónica, ensayo político, educación, historia personal y observación social, componiendo un mapa literario que revela sus preocupaciones más profundas: la educación pública, el progreso social y la construcción de un país moderno.

 

 

A continuación te dejamos un recorrido por los libros más destacados de Sarmiento y el papel que tuvieron en la construcción de su pensamiento.

 

 

Los primeros escritos y la construcción de una idea de Nación

 

El texto más emblemático de Sarmiento es “Facundo o Civilización y Barbarie” (1845). Allí, el autor define la lucha fundacional de la Argentina entre progreso y atraso, personificada en la figura de Juan Facundo Quiroga y en el liderazgo federal de Rosas. Este libro no solo analiza la política argentina, sino que construye una narrativa que se transformó en mito cultural, instalando un lenguaje que influirá en generaciones posteriores.

 

 

En sus páginas, Sarmiento utiliza herramientas de la literatura, biografía y sociología para interpretar el país desde una oposición contundente, ciudad versus campo, ley versus violencia, escuela versus montonera.

 

 

Dentro de esta etapa de reflexión estatal también surge “Argirópolis”, obra en la que propone una capital para el Río de la Plata y un modelo institucional diferente al existente. Allí imagina un territorio político unificado y ordenado que contrarreste los conflictos de la región. Este escrito expresa su convicción de que el progreso debía sostenerse en una estructura republicana racional, mirando a Europa como ejemplo.

 

 

Otro título importante de estos primeros años es “Recuerdos de Provincia” (1850), donde se sumerge en su propia vida para explicar la formación de su pensamiento. Este libro es una ventana a su niñez, a su familia, a su educación y al contexto social que lo marcó. A través de un relato íntimo y autobiográfico, Sarmiento construye la idea del mérito y la educación como motores de ascenso social, una noción que guiará gran parte de sus acciones políticas.

 

 

Durante su exilio también publica “Viajes” (1851), una obra basada en sus recorridos por Europa y Estados Unidos. Allí analiza sistemas políticos y educativos, fascinado especialmente por los avances de la educación pública norteamericana, cuya influencia se verá repetida luego en su gestión gubernamental.

 

 

El escritor que pensó la educación como proyecto nacional

 

La pasión de Sarmiento por la enseñanza se ve reflejada de manera directa en obras como “Educación Popular” (1849). Con tono programático, defiende el acceso masivo a la escuela, la formación docente y la creación de instituciones modernas. Para él, la alfabetización era un deber público y un acto de libertad que diferenciaría a una nación ilustrada de un territorio sometido a la ignorancia.

 

 

Ya como presidente, continúa escribiendo y difundiendo ideas pedagógicas. Una de sus obras más difundidas en América Latina es “Método de Lectura Gradual” (1875), pensada para contribuir a la enseñanza inicial.

 

 

Su mirada sobre los maestros también se plasma en textos como “De la Educación Común”, que defiende la figura del docente como base del progreso nacional.

 

 

En todos estos libros, Sarmiento insiste en la transformación social a través del conocimiento, convencido de que la escuela era el espacio donde se construía la ciudadanía libre, crítica y productiva que él soñaba para el país.

 

 

Crónicas de viaje y observación del mundo

 

Además de su faceta política, Sarmiento fue un observador internacional. La experiencia en Chile, Estados Unidos, Brasil y Europa se convirtió en material literario para libros que combinan reportaje, descripción cultural y pensamiento comparativo.

 

 

Uno de estos textos es “Impresiones de la Educación en los Estados Unidos”, donde analiza la estructura escolar norteamericana y destaca la formación especializada de docentes y la inversión estatal como los cimientos de una sociedad innovadora. Otro ejemplo es “Las Escuelas. Base de la Prosperidad de los Estados Unidos”, donde vuelve a remarcar la educación como motor económico, un concepto adelantado para su tiempo.

 

 

También escribe sobre la industria, el urbanismo y las formas de vida moderna que observa con admiración en el exterior. Lo hace desde una mirada funcional al progreso, comparando siempre con la realidad sudamericana. Su pluma se vuelve un puente entre culturas, una invitación a mirar para aprender.

 

 

Relatos biográficos

 

A lo largo de su carrera, Sarmiento explora otro género que le permite desplegar su mirada crítica: la biografía, utilizada como herramienta para analizar el liderazgo político.

 

 

Además del ya mencionado “Facundo”, destaca “Vida de Dominguito” (1868), un libro cargado de emoción dedicado a su hijo adoptivo fallecido en la Guerra de Paraguay. Allí se combinan el dolor personal y el patriotismo, dando cuenta de la tragedia de una generación que entregó su vida a la construcción del Estado.

 

 

También dedica estudios a figuras como Belgrano y San Martín, a quienes admira profundamente. Aunque en sus retratos suele prevalecer la intención de extraer enseñanzas morales y modelos de conducta cívica, estos textos funcionan además como documentos históricos que muestran su propia manera de leer los procesos nacionales.

 

 

Un autor que escribe para polemizar y transformar

 

Sarmiento fue además un escritor de permanente intervención pública. Durante décadas dejó un vasto archivo de artículos periodísticos, cartas, discursos y ensayos políticos, donde se evidencia su estilo directo, sin concesiones, muchas veces confrontativo.

 

 

Entre esos textos se encuentran reflexiones sobre inmigración, ruralidad, educación femenina y administración del Estado. Su vasta producción, dispersa en diarios y publicaciones, fue reunida luego en colecciones como las “Obras Completas”, que exhiben la dimensión total de su pensamiento. Allí se combinan la pasión por el progreso, la urgencia política del siglo XIX y una escritura que buscaba provocar debate más que agradar.

 

 

A lo largo de estos escritos sigue presente su convicción de que la Argentina debía integrarse al mundo moderno, adoptando tecnologías, nuevos oficios, ferrocarriles y una estructura institucional sólida. Su postura, firme aun en el disentimiento, dejó marcas profundas en la cultura política del país.

 

 

Un legado literario que continúa en discusión

 

La producción de Domingo Faustino Sarmiento es tan abundante como influyente. Desde sus obras más difundidas como “Facundo”, hasta títulos políticos como “Recuerdos de Provincia” o proyectos institucionales como “Argiropolis” (segunda mención), su escritura revela un pensamiento en movimiento, decidido a transformar la realidad a través de las ideas.

 

 

Leer hoy a Sarmiento implica volver a los debates fundacionales del país: educación pública, organización del Estado, progreso y modernización. Sus libros pueden generar acuerdos o incomodidad, pero siempre invitan a discutir qué nación fuimos, somos y queremos construir.

 

 

Aunque escritos en el siglo XIX, sus textos sostienen una vigencia sorprendente, porque muchas de las tensiones que planteó continúan vivas. Allí están los conflictos entre ciudad y campo, entre tradición y futuro, entre inclusión y desigualdad. Cada obra funciona como una intervención política que no pierde fuerza con el tiempo.

 

 

Su legado literario recuerda que la palabra también construye país

 

 

Volver a Sarmiento no es mirar el pasado con nostalgia, sino leer el presente con más conciencia, entendiendo que el pensamiento crítico y la educación siguen siendo claves para el desarrollo social.

 

 

 

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