SAN LUIS - Sabado 12 de Julio de 2025

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La carrera por el talento STEM: ¿Aprendemos de China en su expansión de ingenieros?

Análisis de los escenarios donde la ciencia y tecnología no son un gasto, son la clave indispensable para el progreso.  Por Alicia Bañuelos

Por redacción
| 09 de julio de 2025

Mientras China forma millones de ingenieros bajo una estrategia del Estado para dominar la alta tecnología, Argentina enfrenta el desafío de atraer y retener vocaciones STEM cruciales para su desarrollo, lidiando con la fuga de talentos y el desfinanciamiento en I+D.

 

En un mundo donde la supremacía científica y tecnológica es la base del poder económico y el desarrollo futuro, la competencia por el talento en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM) se intensifica. China emerge como un protagonista central en esta contienda, no solo por su histórica contribución a la ciencia (desde el ábaco a la pólvora), sino por su actual y decidida estrategia para forjar un "nuevo ejército de ingenieros". (The Economist. "El nuevo ejército de ingenieros de China". Publicado en junio de 2025)

 

 

China: La Fábrica de Ingenieros del Futuro

 

En China, la educación superior es una apuesta masiva: unos 4,8 millones de estudiantes al año acceden a una licenciatura universitaria. Para muchos de ellos, la respuesta a cómo asegurar un futuro prometedor es clara: estudiar ingeniería. Esta elección no es casual. En 2022, el 36% de todos los estudiantes chinos que ingresaron a la universidad (aproximadamente 1.6 millones de personas) eligieron una carrera de ingeniería, un aumento significativo desde el 32% en 2010. Este porcentaje contrasta drásticamente con el 5% que se observa en países como Gran Bretaña y Estados Unidos.

 

Esta explosión de vocaciones ingenieriles no se debe a una predilección cultural por la aplicación de principios científicos y matemáticos para resolver problemas y crear soluciones técnicas, sino a la "sorprendente habilidad del gobierno chino para atraer a los jóvenes a los campos de alta tecnología que pretende dominar". El Partido Comunista ejerce un férreo control sobre las universidades, que dependen en gran medida del financiamiento estatal. Históricamente, las carreras como la ingeniería fueron clave para la industrialización del país. Si bien en la década de 2000 hubo un auge de carreras en economía y administración, la tendencia se ha revertido: ahora, la ingeniería es vista como la vía más segura para encontrar empleo, especialmente en un contexto de desaceleración económica y aumento del desempleo juvenil.

 

 

Las autoridades chinas han impulsado activamente este cambio. Muchos altos funcionarios, incluido el líder Xi Jinping, tienen títulos en STEM. El gobierno busca nuevas generaciones de ingenieros para potenciar el sector de alta tecnología de China. Para ello, se ha pedido a las universidades que revisen sus programas para enfocarse en industrias estratégicas y "cuellos de botella tecnológicos". Incluso, el Ministerio de Educación implementó un "mecanismo de emergencia" para crear títulos con mayor rapidez y cumplir con las "prioridades nacionales".

 

Esto ha dado lugar a una oleada de nuevos grados especializados, con más de 600 universidades chinas ofreciendo programas en inteligencia artificial, un campo que el gobierno promete dominar para 2030. También se han lanzado grados académicos centrados en el desarrollo de vehículos aéreos que operan a poca altura, como los drones de reparto y los emergentes coches voladores y fabricación de dispositivos médicos. La demanda de estos cursos es alta, impulsada por padres de clase media que ven en las prioridades gubernamentales una garantía de fondos estatales y futuras oportunidades laborales para sus hijos.

 

Mientras tanto, la financiación disminuye o desaparece para las titulaciones que el gobierno considera menos útiles. En los últimos cinco años, más de 5.000 programas han sido cancelados en todo el país. Universidades prestigiosas como Fudan han reducido drásticamente las plazas en humanidades para ampliar programas de alta tecnología.

 

 

 

La Respuesta de EE.UU. y el Desafío Argentino

 

Frente a esta colosal apuesta china, Estados Unidos ha respondido con preocupación. Ya en 2005, un informe de sus Academias Nacionales advertía sobre las amenazas a la competitividad. Más recientemente, en 2022, el Congreso de EE.UU. aprobó la Ley de Ciencia y CHIPS, que autoriza 280 mil millones de dólares para impulsar su industria de semiconductores y agencias de investigación. Aunque Estados Unidos aún mantiene una posición destacada, liderando en premios Nobel y desarrollo de tecnologías clave como vacunas e inteligencia artificial, enfrenta retos como una disminución del financiamiento federal de I+D, la dependencia de talento extranjero (con preocupaciones sobre la disminución de estudiantes chinos) y desafíos políticos internos. Para Washington, al igual que para Beijing, es evidente que el progreso económico requiere invertir masivamente en ciencia y tecnología para mantener o alcanzar la supremacía.

 

 

 

¿Y dónde queda Argentina en este escenario global?

 

La situación en nuestro país presenta un contraste preocupante con las estrategias de las potencias. A nivel iberoamericano, solo el 23% de los estudiantes universitarios opta por carreras STEM. En Argentina, de los más de 2.7 millones de estudiantes universitarios en 2022, aproximadamente 630.000 (cerca del 22.7%) estaban inscriptos en carreras STEM, una proporción en línea con el promedio regional.

 

La brecha de género es un desafío particular. Aunque las mujeres son mayoría en nuestras universidades (alrededor del 58% de la matrícula total), su elección se concentra en ciencias sociales, humanas y de la salud. Solo el 17% de las estudiantes argentinas opta por carreras de ciencias básicas y aplicadas, y un dato aún más específico indica que únicamente el 12% de las mujeres universitarias elige una carrera STEM. .

 

 

 

Radiografía de nuestras universidades:

 

La Universidad de Buenos Aires (UBA): Como la universidad más grande y prestigiosa del país, con más de 330.000 estudiantes en 2022, la UBA es un pilar fundamental. Su Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN), que alberga unos 7.000 estudiantes de grado y 2.500 de posgrado, es un centro de excelencia. Los informes de 2021 de la FCEyN mostraron una distribución de género "bastante pareja" entre mujeres y varones (49.3% mujeres vs 48.8% varones) en su matrícula total, un dato positivo que contrasta con la brecha de género general en STEM.

 

La Universidad Nacional de San Luis (UNSL): En la región de Cuyo, la UNSL es otro actor clave. En 2023, contó con 20.354 estudiantes regulares. Sus facultades con fuerte impronta STEM demuestran un compromiso considerable:

 

La Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias (FICA) tuvo 3.639 estudiantes, con un 40.06% de mujeres.

 

La Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales (FCFMyN), por su parte, contó con 4.509 estudiantes, de los cuales un notable 55.63% eran mujeres. Estas dos facultades suman más de 8.000 estudiantes, representando aproximadamente el 40% de la matrícula total de la UNSL en áreas STEM.

 

 

 

El desafío argentino: desfinanciamiento y fuga de talentos

 

La radiografía de nuestras universidades muestra esfuerzos y logros, pero la perspectiva es preocupante si se la compara con la centralidad de la inversión en STEM para el desarrollo económico en las potencias. En la nota para la Opinión de San Luis, titulada USA VS CHINA escribí: "Para el gobierno de USA y para el Chino está claro que para alcanzar el desarrollo económico es necesario invertir en ciencia y tecnología y seducir a todo el talento científico y tecnológico posible". Advirtiendo "es inentendible que Argentina desfinancie la I+D y rife al mejor postor a los excelentes y reconocidos científicos, exportando el talento que con tanto esfuerzo formó".

 

Esta situación subraya una paradoja: mientras el mundo se enfrasca en una carrera por la supremacía tecnológica, Argentina parece ir a contramano al desatender la inversión en I+D y, de facto, impulsar la "exportación de talento" que con tanto esfuerzo formamos en nuestras universidades públicas. El futuro de nuestro desarrollo económico y nuestra capacidad de competir en el escenario global dependerán, en gran medida, de nuestra capacidad para reconocer que la ciencia y la tecnología no son un gasto, sino la base indispensable para el progreso.

 

 

Fuente: foto publicada en La Vanguardia

 

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