Las chicas van y vienen por el hall del auditorio Mauricio López. Algunas están maquilladas y los brillos de sus rostros encandilan. Otras van con calzas o vestidos españoles. Pero la diferencia más notoria está en el aspecto. Si están todavía peinadas y arregladas es porque esperan su turno para subir al escenario. Si están transpiradas quiere decir que ya mostraron sus coreografías.
En paralelo al encuentro en el Mauricio López, en el Centro Cultural Puente Blanco, Claudio Arias, bailaor de flamenco, Isaac Gardel y Virginia Querejet dictaron clases de flamenco, folclore y otros ritmos contemporáneos.
Del calor del jueves a la constante lluvia del sábado y a la templanza del domingo, el encuentro San Luis Danza fue el lugar por el que pasaron centenares de bailarines de toda la región. El sábado nomás, se vieron 230 presentaciones en una jornada que se extendió hasta las 23. El domingo fue más o menos parecido.
El encuentro comenzó a mitad de semana con coreografías de danzas clásica hechas frente a Alejandro Totto, ex primer bailarín y coreógrafo del Teatro Colón. Durante los dos primeros días pasaron artistas de Córdoba, Mar del Plata, San Luis, Mendoza y San Juan. Y eso que no fue el único encuentro de danzas que hubo en la ciudad el fin de semana.
El movimiento de personas que generó San Luis Danza fue tal que padres, familiares y amigos de los bailarines ocuparon buena parte de las butacas del auditorio, pero también acción en la entrada. Diez computadoras ubicadas en el hall imprimieron miles de fotos de lo que minutos antes había ocurrido en el escenario.
Sin dudas, uno de los llamadores de San Luis Danza es la apertura a todos los estilos. Durante los cuatro días pasaron folclóricos, árabes (en una mayoría clara), tangueros, flamencos, españoles, cada disciplina con su jurado especial.
La creadora del encuentro, Sara Verón, señaló que las jornadas no fueron competitivas, sino simplemente para demostrar los talentos frente a un jurado que evaluó técnicas y destrezas.
"Hace diez años, en la primera edición, y vinieron sólo veinte participantes. Fracasé con todo éxito", bromeó la coreógrafo, quien ahora reconoce que su mayor mérito fue regresar al año siguiente.
“El segundo año hubo mucha más gente y para el tercer año explotó. Tuve que abrirlo en más días, porque sólo tenía dos", continuó.
Todos los días, al finalizar la jornada, la organización mostró un video de repaso de estos diez años, brindaron con champagne y entregaron presentes a las profesoras que todos los años hacen el esfuerzo de llevar a sus academias. Y cuando hubo tiempo, los jurados también bailaron.
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