Roberto Alric, ganadero de ley

Miembro de una de las más antiguas estirpes de ganaderos de San Luis, a sus 74 años Roberto Alric encara la actividad con el mismo fervor y entusiasmo que un productor principiante.

Nació en Pozo del Tala, rodeado de monte y de animales, y en ese agreste paraje del departamento Belgrano aprendió el oficio que heredó de sus padres.

Nació en Pozo del Tala, rodeado de monte y de animales, y en ese agreste paraje del departamento Belgrano aprendió el oficio que heredó de sus padres. Ya adulto, estudió para ser docente (aunque nunca ejerció) y tuvo una breve pero significativa participación en el retorno de la provincia a la vida democrática.

Hoy, junto a Rosa, su inseparable compañera, Roberto divide sus días entre el campo y la ciudad. Los diez días que dedica a la vida silvestre contra los tres días que pasa en la ciudad reflejan su clara preferencia por las tranqueras y los montes...

En el norte provincial Alric posee  una explotación mediana, donde trabaja principalmente Hereford y en menor escala, Braford y Brangus, con una carga de 13 hectáreas por animal aproximadamente. “Tengo una calidad de primera y siempre estoy en el tope de precios de venta”, reconoce, sin falsa modestia.

Pero el progreso es duro. Los vaivenes del cambio climático trajeron sequía a su región, que en otros tiempos gozaba de un régimen de lluvias abundante y regular. Ante la imposibilidad de sembrar con éxito, hoy su circuito productivo termina con la cría: apenas obtiene el ternero, lo vende.

En conversación con Revista El Campo, Alric contó su historia y su visión sobre el futuro de la actividad.
"Mi madre no era ninguna valiente", desmiente, a la sombra de un árbol, en las instalaciones de San Luis Feria. "En aquella época todas las mujeres tenían a sus hijos en sus casas. No había clínicas, sólo unas señoras a las que llamaban comadronas, y que se encargaban de las labores de parto", recuerda.
Las primeras impresiones dentro de este universo bucólico y el influjo de sus padres definirían su futura profesión. "Ellos tenían parte de las tierras que yo poseo en la actualidad. En un momento, además, le compré a mis cuatro hermanos sus respectivas partes y recuperé el cien por cien de los campos familiares. Después, tuve la posibilidad de expandir el negocio: multipliqué por diez lo que dejó mi padre".
Aunque sus dos hijas, ambas farmacéuticas de profesión, terminaron por radicarse en la ciudad, Roberto confía en que su nieto será quien continúe el legado ganadero. "A él le gusta y está entusiasmado. Además, la parte difícil ya está hecha, ahora sólo queda continuar”, opina.
Su rostro, de canas lacias y mirada franca, se ilumina ante una pregunta que parece sintetizar su elección de vida, y a la que responde sin vacilar: "¿Qué significa el campo para mí? Para mí el campo es todo. Si no fuera así ya hubiera abandonado hace rato".
Y es que en su larga vida, Roberto ha tenido la posibilidad de incursionar en la arena política. La llegada de la democracia lo encontró como diputado por el departamento Belgrano, banca que ocupó durante dos períodos consecutivos. "Fui presidente de la Cámara, y como en ese tiempo no había cargo de vicegobernador, era el presidente quien desempeñaba esa función, de modo que a mí me tocó ser el primer vicegobernador del Adolfo", recuerda con orgullo.
Sin embargo, la llamada de la tierra fue más fuerte: "A pesar de estos logros, en un momento abandoné todo para estar tranquilo en el campo".
Fanático de la genética de punta, Roberto se abastece con los mejores. En el último remate de la cabaña “Don Roberto” adquirió tres reproductores, nietos de Satanás. Además, es comprador habitual de la cabaña puntana “La Euge”, de José Chiotti, y de cabañas de Córdoba especializadas en Braford, como “Vasco Viejo”. 
Convencido del valor del campo en el mundo de mañana, Roberto expresó: “Yo siempre aposté a la tierra y pienso seguir haciéndolo, porque parto de una idea, y es que el mundo puede prescindir de cualquier cosa, menos de la alimentación. Aunque hay períodos malos, no rentables, o de crisis, la rueda seguirá dando vueltas y algún día vamos a estar arriba, con uno de los alimentos principales: la carne".
Testigo de los cambios productivos de la zona, Alric contó que en el último tiempo los campos de Belgrano vieron llegar fuertes inversiones de otras provincias, sobre todo de La Pampa. “Los sojeros compraron tierras, perforaron, colocaron modernos sistemas de riego y empezaron a sembrar”, describió. Y agregó: “Yo no lo puedo hacer, tendría que vender el campo. Igual, no los envidio ni nada, es otra cosa”.
Pero además de productores foráneos, Roberto contó que todavía quedan un puñado de ganaderos "de pura cepa”, como él. Y se animó a una propuesta para impulsar la actividad en la región.
“Lo único que nos estaría faltando para poder desarrollarnos más en esta zona es la completa electrificación rural. Nos estamos juntando con un grupo de productores para solicitarla, inclusive tenemos un expediente en marcha", cuenta. Alric elogió la política de aprovechamiento eficiente del agua y los acueductos y diques que construyó el Gobierno provincial. "Ahora, para ser competitivos, nos faltaría hacer hincapié en una gran campaña de energía. Hoy el 90% de la tecnología aplicada al campo proviene de la energía eléctrica y además, después de 75 años, ya es hora de que uno se pueda dormir una siestita con aire acondicionado, ¿no?", bromea.