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Conmoción por un tiroteo en Naschel: un policía mató a 2 personas e hirió a 18

Por redacción
| 16 de marzo de 2014
Antes de entrar a "Natacha" el policía disparó contra tres jóvenes en la puerta del pub "Aura". Hirió a una chica. | Marina Balbo

El comportamiento del policía Walter Fabián Talquenca nunca había llamado la atención en Naschel, en el año que llevaba como nuevo vecino. Algunos lo identificaban como el custodio del casino que los saludaba siempre con corrección. Ante quienes lo ubicaban, aunque fuera de vista, pasaba por un hombre aplomado. Hasta ayer a la madrugada, cuando volvió a un pub y un boliche en los que había estado un rato antes y le disparó con su pistola 9 milímetros a todo el que se le cruzó. Mató a un comisario y a un camionero y les causó heridas a otras dieciocho personas. Dos de ellas están graves en el Hospital San Luis, de la capital puntana.

 

"Nunca esperaba que pasara algo así, una cosa es verlo y otra contarlo. Es inentendible", Martín Estrada, dueño del boliche.


El inspector de 43 años, nacido en La Paz, Mendoza, que cumple servicio en el destacamento policial de San José del Morro y se había mudado a Naschel porque su nueva pareja es de allí, mató al comisario Julio Marcelo Barrios, de 49 años, jefe de la Comisaría de Distrito 24ª, de Naschel, y al camionero Fernando Brizuela, de 37 años, de Rojas, provincia de Buenos Aires.
Talquenca estaba ebrio. La pericia que le hicieron en forma compulsiva por orden de la jueza Penal de Concarán, Patricia Besso, indicó que tenía una alcoholemia de 1,67. Es posible que también haya estado drogado, informó ayer a la mañana el vocero de la fuerza, comisario inspector Carlos Pereyra. Esperan el resultado de los exámenes toxicológicos para confirmar esa presunción.
El efecto del alcohol y, probablemente, otra droga no es suficiente para explicar la reacción del oficial. Sin embargo, nadie de la Policía, de la familia de Talquenca o vecino del pueblo ha acertado a revelar qué hizo detonar la furia del homicida, ayer a las 4:30. El desconcierto es mayor porque el ataque no parece haber estado dirigido a alguien en particular, según el relato de las víctimas y los testigos.
Antenoche Talquenca –casado y separado– y su actual pareja, Laura Pereyra, con quien tiene dos hijos, salieron a divertirse. Fueron al pub “Aura”, ubicado en una esquina de la plaza central de Naschel. Tomaron unos tragos. No se sabe a qué hora se retiró la pareja, pero nadie menciona que mientras estuvo allí se haya involucrado en algún incidente.
Al salir de “Aura” fueron hasta el boliche “Natacha”, ubicado a una cuadra, en la vereda de enfrente, en San Martín e Independencia. Eran las tres. Allí también bebieron Laura y Walter. 
Sólo dos circunstancias tornaron llamativa la presencia del policía en el boliche al que van chicos de todo el Valle del Conlara, el único que abre los viernes de los dos que hay en el pueblo ubicado a 115 kilómetros al noreste de San Luis. 
Una fue que no era habitué. Talquenca “no era de venir al boliche, pero yo lo conocía porque lo había visto haciendo adicionales en otras instituciones del pueblo”, afirmó el dueño de “Natacha”, Martín Estrada. “Es un padre de familia, nunca lo vi en algún problema, en el pueblo era visto como una persona común y corriente, como cualquier ciudadano”, agregó.
La otra fue que dentro de la disco, el policía lucía anteojos oscuros y una campera de cuero, pese a que no hacía frío.

 


Apenas un comentario
Un rumor refiere que la pareja habría discutido en la discoteca. Leroy Moyano, un chico de 16 años que había ido de Concarán con unos amigos al boliche y fue baleado en un brazo por el policía, comentó ayer que escuchó esa versión. Pero nadie la confirma.
El inspector Talquenca y su mujer, que sería empleada de la fábrica “El Navegante”, ubicada cerca de su casa, salieron de la discoteca a las cuatro y media, según la reconstrucción que la Policía hilvanaba ayer.
Ella se fue a su casa, ubicada a diez cuadras, en la salida del pueblo hacia la Autopista de los Comechingones. No está claro si Talquenca la llevó en su Renault 12 rojo o se fue caminando y él se quedó en el auto.
Miguel Lucero, de Naschel, estaba en la puerta de “Aura” con su novia, Doris Yamila Gatica, de La Toma, y un amigo, Alexis Ibarra. “Habíamos salido a fumar mi amigo y yo. En eso veo un Renault 12 parado casi al frente del pub, que hacía señales de luces. Después el hombre se bajó y sacó algo de la cintura. Era la pistola. Me di cuenta porque se le cayó algo y cuando lo levantó, se lo puso al arma”, contó.
Miguel calcula que el hombre estaba a menos de diez metros. Lo reconoció. “Sabía estar en el casino, parecía piola, saludaba bien a todos, lo he visto en la calle con un hijo”, contó.
Su amigo Alexis acotó que siempre que vio a Talquenca en la casa de juegos donde era custodio le pareció un policía correcto.
Ayer a la madrugada algo lo transformó. “Se empezó a acercar con el arma en la mano y nos miraba con cara de malo. Pero no nos dijo nada. Iba caminando como para el boliche y cuando estaba como a cinco metros apuntó para donde estábamos nosotros. Yo la empujé a mi novia para que entráramos al pub y ahí escuchamos el tiro. No habló, directamente disparó”, contó Miguel.
Yamila, de 18 años, fue la primera víctima del tirador. El balazo le entró en el tórax. “Cuando entramos, me dijo que estaba herida”, contó el novio en el Hospital San Luis, con el buzo y el pantalón salpicados de la sangre de la chica.
Aunque no entendía por qué, Miguel pensó que el agresor entraría tras ellos al pub. Alertó a los demás y tomó una botella de vidrio para defenderse. Todos corrieron hacia el fondo. Derribaron una chapa que impedía el paso hacia un patio trasero, por una salida no habilitada, para ponerse a salvo.
Pero Talquenca no entró al pub. Siguió decidido hacia el boliche. Entró y a tres metros de la puerta se encontró con el camionero Brizuela. Le disparó a la cara. El tiro le entró del lado derecho, entre el ojo y el pómulo. El hombre murió en el acto.
El policía y el chofer de camiones, que había parado en Naschel de casualidad, no se conocían. Investigan si un rato antes Talquenca mantuvo un cruce de palabras con él o con otra persona dentro de la discoteca, dijeron ayer a la tarde, en una conferencia de prensa, el ministro de Seguridad, Martín Olivero, y el jefe de la Policía, comisario general Oscar Papaño.
“Supongo que el camionero fue la primera víctima porque iba saliendo del boliche, murió en la calle. Y los siguientes heridos fueron los chicos que estaban en la entrada”, contó Estrada, el dueño de “Natacha”. Se refería al subjefe de la comisaría de Naschel, oficial principal Daniel Pérez Garro, y al empleado que controlaba las entradas, Gabriel Alejandro Garro.
Estrada contó que tras el estupor inicial, atinó a abrir las salidas de emergencia para que la gente que se había amontonado por los disparos pudiera salir. Había doscientos ochenta clientes, según el dueño.
“Ahí el tipo aprovechó para encarar para las salidas, y cuando me di vuelta me estaba apuntando a mí, pero terminó disparándole al comisario Barrios cuando lo quiso reducir. Eso nunca me lo voy a olvidar”, relató. Barrios recibió el balazo en el pecho.
“Estábamos con mis amigos divirtiéndonos. De repente entró un loco, hizo dos tiros. Pensé que eran petardos porque retumbaron en el boliche. Vi que el loco salió caminando y me apuntó a mí. Me agaché, quise salir corriendo, me tiró y me pegó en el brazo. Después dio otro tiro que pegó en una viga”, relató Leroy Moyano, que siguió escuchando detonaciones. 
El adolescente, que fue dado de alta ayer, no sabe qué desató la furia homicida de Talquenca: “Ni idea de lo que pasó, supuestamente discutió con la mujer. Después se fue a buscar el arma y volvió. Pero yo no lo vi antes en el boliche”.
El dedo apretando el gatillo una y otra vez fue la única muestra de descontrol del agresor: “No gritó, nada, pero iba caminando así, transformado, con anteojos negros y una campera de cuero”, contó la víctima.
Talquenca hirió a algunas personas en el rostro, a otras en el abdomen, en el tórax y las piernas. Los investigadores no pueden precisar aún cuántos disparos hizo. El comisario general Papaño dijo que aunque no haya cambiado el cargador, puede haber efectuado hasta diecisiete balazos. Igual, tienen en cuenta que un mismo proyectil puede haber alcanzado a más de una persona.
El ministro Olivero dijo que dentro de “Natacha”, además de Barrios y Pérez Garro, había otro policía trabajando, pero ninguno habría disparado contra el camarada descontrolado.
Ese tercer oficial persiguió a Talquenca, que salió, subió a su auto y fue hacia la Comisaría 24ª. El frente de la dependencia exhibía ayer los orificios abiertos por cinco balazos. Según los investigadores, son los que efectuó el inspector al llegar.
El policía que lo perseguía le dio la voz de alto y le disparó en el tobillo derecho. Recién entonces lograron detenerlo y sacarle el arma.
Pero para entonces, la locura que había desatado en apenas dos o tres minutos ya estaba consumada. Lo único que restaba era saber por qué. Todavía no se sabe.

 


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