La semillera Illinois ocupó un stand en el predio de la Expoagro, realizada la semana pasada en la estancia El Umbral, corredor Ramallo-San Nicolás. En una visita organizada por el Pool de Periodistas, Revista El Campo tuvo la oportunidad de conversar con su asesor, Eduardo Leguizamón, quien durante la presentación del portfolio de híbridos aseguró que el maíz se perfila como el cultivo más importante del país, mientras que el girasol, en cambio, se encuentra en vías de extinción.
En una visita organizada por el Pool de Periodistas, Revista El Campo tuvo la oportunidad de conversar con Eduardo Leguizamón.
“Hoy, la fuerza está puesta fundamentalmente en el maíz, porque es el cultivo más importante del mundo", afirmó. Y lo justificó con algunos datos históricos: “Hasta hace unos años el cultivo más importante era el trigo, cuando toda Asia se alimentaba de farináceos. Pero pronto fue reemplazado, debido a su deficiencia nutricional, por las carnes blancas. Carne blanca y maíz son sinónimos, por eso, la demanda de trigo disminuyó y la de maíz sigue en aumento. Hoy, el mundo consume 960 millones de toneladas de maíz y 650 de trigo. Es un cambio radical".
Esto provocó que las multinacionales dedicadas a la biotecnología comenzaran a poner énfasis en el mejoramiento del maíz, cuya ventaja reside en la capacidad de transgénesis, que permite un mayor rendimiento y un aumento de la resistencia frente a plagas y condiciones climáticas adversas.
El segundo cultivo en importancia, de acuerdo a Leguizamón, es la soja, porque su harina resulta necesaria para la producción de carne blanca (pollo, cerdo, pato). Sin embargo, aclaró que la producción de aceite derivado de esta oleaginosa es secundario. “El aceite cuyo consumo más crece en el mundo es el de palma, que tiene la ventaja de un bajo costo de producción”, indicó.
Respecto al girasol fue más lapidario. “Es caro y tiene poco rendimiento, por eso, va a desaparecer. Incluso sin tener en cuenta el problema con la paloma, el girasol, tanto como la cebada y la forrajera cada vez tienen una menor demanda en el mundo. Hace 20 años el girasol y la colza rendían cada uno 19 quintales. Hoy la colza alcanzó los 32 quintales, pero el girasol sigue rindiendo 19. Está claro que no seguirá mucho tiempo más”, dijo, y lo atribuyó a la imposibilidad de recibir transgénesis. “Eso es un handicap terrible”.
La firma, con sede en el departamento Victoria de Entre Ríos, se presentó en la feria agrícola para mostrar su amplia variedad de híbridos en maíz, soja y también en colza, cultivo invernal europeo que consiguieron adaptar a las condiciones del país con rendimientos de hasta 4 toneladas por hectárea.
Además, los productos tienen incorporado el VT Triple Pro, tecnología patentada por Monsanto, que permite mitigar los factores que comprometen el rendimiento, como insectos y malezas. “Es una tecnología revolucionaria, que tiene más beneficios en la Argentina que en Estados Unidos, ya que allá lo desarrollaron con la idea de combatir el gusano de la raíz, que es un problema que acá casi no existe, pero para lograrlo crearon un sistema radicular poderosísimo, mucho más profundo que uno convencional, entonces resiste ese estrés hídrico que siempre se da en la Argentina, en determinada época del año”.
Con variedades de maíz como la 4777 y la 3909 obtuvieron en algunas zonas de Entre Ríos rendimientos récord de hasta 70 quintales. “Realmente pocas veces en mi vida he visto un maíz con esa adaptabilidad. A donde uno va, el maíz responde. Yo lo atribuyo no sólo a la genética, sino al evento, es decir, a su sistema radicular tan profundo”. Pero aclaró que lo importante también es la estabilidad del producto. “No queremos que el productor tenga un año excepcional y al siguiente, una mala cosecha. La estabilidad en climas como el de nuestro país es fundamental. Si el producto no es estable no sale al mercado”, sostuvo.
En cuanto al panorama político, Leguizamón arremetió contra lo que denominó los “pseudoeconomistas”. “Odio cuando hablan de materias primas. Nosotros no producimos materias primas”, dijo, y aclaró: “Esto requiere años de investigación, una maquinaria extraordinaria, fertilizantes y agroquímicos, entre otras cosas. Si toda esa serie de productos son industriales, ¿cómo es que el nuestro, ubicado al final de la cadena productiva, es una materia prima?”, cuestionó. “El concepto de materia prima es una palabra que descalifica, porque pareciera que se trata de un trabajo sencillo y que son los otros quienes realizan el trabajo complicado, pero esto no es así”.


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