Abrieron un laboratorio de análisis de suelo y agua

Su fórmula de cabecera es el trabajo en equipo. Entre reactivos y muestras, María de los Ángeles Riveros su marido Raúl Altamirano y Rocío Bermejo, saben a ciencia cierta que ese es el recurso más valioso que tienen en su laboratorio “Pureza”, donde realizan análisis de suelo y de agua. En un año de incertidumbres, decidieron lanzarse en este campo de servicios, que aseguran que necesitan los productores para la toma de decisiones de distinto tipo.
“Con mi esposo siempre estuvimos de alguna manera relacionados con el agro,  de hecho yo soy analista química, hice mi tesis en suelos y agua de la provincia y ahora estoy haciendo un master en este tema. Y vimos que en San Luis faltaban laboratorios destinados al sector agropecuario y así surgió el proyecto”, aseguró Riveros. 

Su idea es en un futuro ampliar el abanico de servicios y adherir análisis de semillas de todo tipo, para determinar su poder germinativo.

Pero para bajar la idea a la realidad necesitaron de un respaldo económico que les llegó con el Programa Nuevas Empresas de Jóvenes Sanluiseños. Así el 11 de febrero de este año abrieron las puertas de su local ubicado en Julio A. Roca 810 para ofrecer una nueva herramienta al hombre de campo puntano. 
La apuesta es arriesgada ya que significa un gasto extra a cualquier presupuesto. Sin embargo, ellos aseguran que a largo plazo estos análisis pueden implicar un ahorro de recursos y esfuerzos. “Hay mucha demanda de buenas prácticas. Las adversidades están en todos los ámbitos pero esto le sirve al productor para poder adelantarse y evitar futuras complicaciones, o para tener un panorama de lo que puede hacer en su suelo o con su recurso hídrico. Son útiles para darle mayor seguridad a la hora de empezar una campaña”, comentó. 
Algunos de los estudios que hacen en suelo son: índices de fertilización, niveles de sodio, potasio, fósforo, nitrógeno, sulfatos y materia orgánica. Según dijo, en general, este tipo de trabajos rondan  los 500 pesos por cada muestra, que según la superficie, para que tenga representatividad, se hace una muestra cada 50 hectáreas. “Estos estudios permiten saber el estado en el que están los suelos, qué les hace falta o qué les sobra. Esto ayuda a que el productor haga un uso eficiente de productos químicos, de fertilizantes por ejemplo”, dijo.
Para llevar adelante la tarea de manera prolija tienen que estar bien organizados. Eso explica que a la hora de trabajar cada uno tiene una tarea asignada. Raúl es el encargado de tomar las muestras y de entregar los informes; María de los Ángeles se encarga del análisis físico químico y Rocío de los microbiológicos. Para dudas y consultas también cuentan con la colaboración de dos de sus antiguos profesores de la Universidad Nacional de San Luis: el doctor Darío Ramírez y Enrique Fernández. 
“Cuando nos piden un análisis del suelo, vamos al lugar para “in situ” ver el PH, la conductividad eléctrica y el porcentaje de humedad que tiene. En base al PH podemos sugerirle al cliente qué estudio puede hacer. De ahí nos llevamos el material que necesitamos para estudiarlo”, indicó sobre el procedimiento.  “En el caso del agua, hacemos lo que es iones mayoritarios y minoritarios: vemos los niveles de sulfatos, nitratos, amoniacos, cloruros, floruros, sulfuros, entre otros y todo lo que tiene que ver con metales pesados como son los niveles de arsénicos y lo que llega en contaminación para ver si es apta para consumo humano, animal o para riego”, precisó Bermejo.
Agregó que este estudio en particular no sólo lo puede hacer el productor para ver la calidad del agua de su pozo, vertiente o canal; sino que también lo puede hacer cualquier ciudadano para saber el tipo de agua que consume. “Nos llega la consulta, vamos hasta el lugar, tomamos la muestra y luego hacemos el proceso de cultivo, se incuba y de acuerdo a parámetros nacionales evaluamos la presencia o no de microorganismos en la muestra”, explicó y agregó que cuesta aproximadamente 700 pesos, aunque en el caso de un canal el valor depende de la extensión porque tienen que tomar pruebas cada tantos kilómetros. 
Pero eso es a grandes rasgos porque, como comentaron, uno de los primeros trabajos que les llegó a sus manos fue el de una cantera que les pidió analizar la piedra volcánica que tienen en su propiedad. “Con esta investigación que estamos llevando adelante sus dueños podrán saber si es puzolánica, es decir, verán qué cantidad de silicio y aluminio tiene para ver si pueden hacer una explotación de cemento”, aseguró María de los Ángeles. Otro de los trabajos que barajan es con el Ministerio de Medio Ambiente de la provincia, para estudiar los afluentes cloacales e industriales de la Capital. 
Recién es el primer año que tienen salida al público, pero el experimento ya dio sus primeros resultados y sus socios están conformes. “La actividad agropecuaria es muy fuerte en el país. En particular, San Luis tiene suelos muy buenos. Por eso queremos darle este servicio a los productores para que puedan aprovechar este potencial que tiene”, indicó María de los Ángeles, al tiempo que su compañera miró el futuro con confianza y aseguró que piensan que “les irá muy bien porque es un servicio muy importante y necesario porque hay mucha gente que ha tomado conciencia de lo que significa la ciencia y la investigación para sus negocios”.