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Ser Beef piensa en grande

Por redacción
| 21 de septiembre de 2014

El negocio arrancó en 2002. En realidad, la empresa había pensado en el feedlot como una unidad productiva propia; no estaba en sus planes el servicio de hotelería. Pero la falta de disponibilidad económica en un momento clave, hizo cambiar este planteo. Ofrecer un servicio novedoso emergió como una palanca para movilizar la inmensa estructura.

 

"Tenemos ganancias que van de 1 kilo hasta los 2 kilos, dependiendo de la categoría" - Mauro Saldúa.


Así, en la década de oro de los commodities y algunos años de vacas gordas, Ser Beef decidió ampliar sus líneas de acción. Y en la ganadería eso se tradujo en la incorporación de un servicio de engorde a corral, que luego amplió con la posibilidad de capitalización que funciona con algunos ajustes en números y condiciones que les da una flexibilidad financiera para que el cliente pueda engordar sus terneros, sin tener que pagar el alimento y la estadía.

 


El gigante acapara las vistas de todos los hombres de campo, turistas y viajeros que pasan por la ruta 7, a la altura de Granville. Allí entran y salen camiones como una verdadera fábrica de carne a cielo abierto. Es que en esas instalaciones puede recibir y dar de comer a unas 32 mil cabezas, aunque en la actualidad trabajan a media máquina y tienen como huéspedes a unos 16.500 rumiantes, que requieren de la atención a tiempo completo de un plantel estable de 26 personas, que trabajan las 24 horas y que no esquivan feriados, fines de semana, ni fiestas de guardar.

 


Es un feedlot que nunca descansa. Es un hotel que está abierto los 365 días del año. Que tiene que tener sus plazas siempre listas para recibir un nuevo rodeo de huéspedes. “No se puede comparar la relación de cantidad de personal de un engorde a corral, con un servicio como el que ofrecemos. Tenemos que atajar los imprevistos y eso te demanda más gente. Es la parte más complicada”, confesó Mauro Saldúa, el encargado de este negocio quien hace siete años trabaja en Ser Beef y desde hace más de uno está como responsable del feedlot.

 


El equipo está compuesto por un veterinario, un responsable de alimentación y una secretaria. El resto se encarga de la parte operativa de las maquinarias y la hacienda. Aparte, tienen un nutricionista externo, el veterinario Atilio Chiuffolini quien los asesora para optimizar la conversión de cada gramo de alimento en carne.

 


Sus clientes son ganaderos en su mayoría de San Luis. Aunque también vienen de Córdoba y Mendoza. A cada cliente le asignan un corral de acuerdo a la cantidad de cabezas que ingrese.  

 


Más allá del orden, la razón también está en el control de eficiencia.

 


Tienen un registro detallado de la asignación de comida por plantel. “Cada uno se trata como si fuera una unidad productiva exclusiva”, indicó Saldúa. Y esos espacios están configurados de una forma única en la región. “Tienen cincuenta metros de fondo por ochenta de frente, cosa muy ventajosa y poco frecuente porque en general, el frente que es el lado donde está emplazado el comedero, es la parte más costosa”, destacó.

 


También recomiendan a los propietarios separar las categorías de animales, sobre todo las vacas y los toros que hacen “impráctico” el engorde y el trabajo. Aunque a veces es difícil porque el ingreso mínimo requerido es de 150 animales. Y es que en un hotel cinco estrellas, que maneja todo a gran escala, la ganancia está en el volumen. “Es el mínimo que aceptamos para justificar todos los gastos. No es que seamos exquisitos pero nuestro margen por cabeza es pequeño”. Aunque como cortesía, a los clientes frecuentes pueden llegar a aceptarles un número menor.

 


Barreras de ingreso y salida

 


En el ingreso al establecimiento, el desfile de categoría animal es colorido. No discriminan por razas, ni pelaje. Reciben todo tipo de hacienda y garantizan máxima eficiencia de engorde. Aunque, Ser Beef se ataja y asegura que “no hace milagros”. “Nosotros no tomamos ningún tipo de compromiso de cuánto va a engordar. Nosotros no trabajamos a costo de kilo producido porque la biología no es exacta y más en esto, que tenés una variabilidad muy alta, con lo cual no sabés qué clase de animal te van a traer”, aseguró Saldúa, que aprovechó para recordar que, sobre todo en años de sequía, el pasadero de animales “caídos” era frecuente. “Incluso ahora, por ahí traen animales de feria, que vos los mirás con no muy buena expectativa”, agregó.

 


Eso explica las rutinas de control que tienen. Ni bien llega una jaula, antes de ingresar al corral, un veterinario hace la inspección de la hacienda. Ve de qué tipo es, en qué condiciones llega y eleva un informe a su propietario. Esta mirada filosa, también le sirve al plantel de Ser Beef porque en base a esa observación hacen una proyección de engorde.

 


“Es un tema peligroso pero estos planteos los hacemos en base a nuestra experiencia y nuestros índices promedio, dentro de ciertos márgenes que pueden ser de más o menor peso”, señaló. Y la puntería sobre cada animal la tienen bastante calibrada, porque con los días, meses y años que tienen ya se han encargado de terminar más de 500 mil cabezas.

 


Además, los escuda de cualquier falsa expectativa del cliente. “A veces compra por teléfono, o a través de intermediario, y no sabe qué clase de hacienda tiene. Pasa con los que vienen de Mendoza, terneros que han sufrido una restricción nutricional muy grande con lo cual es irrecuperable esa eficiencia que no tuvieron en su desarrollo. Y el otro punto es la sanidad, generalmente de la que viene de Buenos Aires”, destacó sobre el relevamiento.

 


Sin embargo, su misión es que engorden contra viento, marea y cualquier condición. Su fuente de trabajo es “hacer bien las cosas”, que el cliente se vaya contento, que regrese y que aconseje el establecimiento a otros productores. En el campo la publicidad todavía sigue siendo del boca a boca.

 


Aspiraciones locales

 


Ser Beef está inscripto y cumple con todos los requisitos de Senasa en el engorde de animales para carne de exportación. Por supuesto, como es a corral no hacen Hilton, aunque sí están habilitados para mandar los cortes fuera del país. Y aunque la inquietud con el ingreso de la Argentina a la Cuota 481 es grande, el establecimiento todavía no está anotado en este tentador mercado para los feedloteros, que demanda 48 mil toneladas.

 


Según explicaron, cumplen con todas las exigencias para entrar, pero por una cuestión burocrática y un toque de desinterés aún no la tramitaron. “Ningún cliente se nos ha presentado con la inquietud de empezar a producir para esta Cuota. Además, tiene un manejo particular que uno no puede venir y sacar la hacienda de un día para otro, para venderla en cualquier lado. Una vez que estás adentro tenés que cumplir con todos los pasos para su comercialización”, detalló Saldúa. 

 


Además, la hacienda que el establecimiento tiene para engorde tampoco la hacen para exportación. Tienen un circuito completo, que empieza en San Luis y termina en cualquier punto de la Argentina, no va más allá. Del total de huéspedes, el 2 por ciento es propio.

 


El sistema de cría lo hacen en otro campo, ubicado en las inmediaciones de Beazley. Hacen destete precoz y pasan Granville, para una “recría y terminación”. Adicional, tienen todo lo que viene de descarte de la cabaña de Angus “La Cleides”, que tienen a pocos kilómetros del feedlot.

 


Ganancias de peso, precio y renta

 


Setiembre no es la primavera para la ganadería. La naturaleza en esta época va en sentido contrario.

 


Los mejores meses para el encierre son marzo, abril, cuando arranca la zafra. “Ahora entramos en un tiempo complicado de reposición por dos factores: hay poca invernada y eso ajusta los números finales, aunque el engorde a corral sigue siendo rentable”, aseguró Mauro Saldúa, el responsable del feedlot de Ser Beef.

 


La tendencia es replicada en otras provincias vecinas con algunos factores adicionales, como el barro y la lluvia que imposibilitaron la movilidad de cabezas en Buenos Aires. Así, ya sea por distintas cuestiones, el índice de reposición de corrales a nivel país quedó en 0,84 por ciento.  “Hay una propensión al vaciado de corrales”, informó la cámara del sector.

 


Y los que están en el negocio intentan vislumbrar cómo va a terminar el año. Evalúan si seguirá la buena relación entre la invernada y el gordo, con el fenómeno del bajo precio del maíz -la base para el engorde que es la clave del negocio-. Pero tiemblan ante la variabilidad del mercado. Por suerte, la entidad puso paños fríos y aseguró que “los precios del gordo van a mantenerse firmes y habrá unos 250 mil novillos menos que en 2013”.

 


Sin embargo, la fábrica de producción de carne “ya no es como tres meses atrás cuando tenías una invernada un 15 por ciento más barata”, indicó Saldúa, al tiempo que agregó que pese a todo, en comparación con años anteriores, la relación entre el gordo y el precio del maíz pasa por un buen momento.

 


 “Hoy, cuando en costo por kilo producido por ternero estamos hablando de 9 pesos, cuando se está ubicando en el mercado en 18 pesos más IVA tranquilamente. Entonces hoy estas ganándole el 100 por ciento de kilos producido. Lo que te complica un poco y que te achica la ecuación es la pérdida en la compra venta, porque tenés a un ternero que lo comprás a 22 pesos que después vas a vender a 18,50”, explicó.

 


El elemento sorpresa en todo esto fue el maíz. “Cinco meses atrás estaba en 1,5 el kilo y hoy la materia seca está en 1,19 pesos. Viene bajando y está todo relacionado con el precio del maíz, no hay otra variante”, detalló sobre la base de la nutrición.

 


Saldúa puso en tablas los números del feedlot (Ver cuadro). Simuló un engorde de terneros que entran con 180 kilos, descontó todos los gastos de movimiento, comisiones, guías, entre otros los puso en el corral con un consumo promedio de un 3 por ciento del peso con un consumo estándar y una conversión normal, con una serie de variables más que entre sumas y restas soltaron el resultado final. La rentabilidad quedó en 355,21 pesos. “Es una proyección bastante conservadora, y los números siguen siendo buenos”. Así la rentabilidad anual quedaría en un 23.41 por ciento.

 


Entre las ecuaciones y con el factor del maíz, Saldúa aseguró que hay dos categorías que están siendo interesantes. Tanto las vacas como los toros empiezan a dar mejor renta. “Al ser barata la alimentación pasa a ser muy buen negocio, hay que sentarse y verlo porque salís ganando o empatado”, dijo. Y ambos tienen buena salida para carne picada, la más popular de la Argentina.

 


Financiar el engorde

 


Para los que tienen terneros, pero no pueden afrontar los gastos mensuales de hotelería y engorde, Ser Beef abrió hace dos años un servicio de capitalización: los clientes ponen los animales y ellos se hacen cargo de llevarlo a la base de faena, los 300 kilos. Al final, de los kilos engordados, la empresa se lleva el 75 por ciento y el dueño el 25, más los kilos base con los que ingresó sus bovinos.

 


“Esos porcentajes son por kilos producidos. Es decir, si el ternero entra con 160 kilos, esos kilos ya los tiene asegurado el propietario”, explicó al tiempo que dijo que los requisitos son los mismos que los de una hotelería clásica, con dos exigencias adicionales: “Que tengan un peso menor a 180 kilos, y que sea aceptado por la inspección veterinaria, que garantiza que el animal pueda cumplir con las eficiencias promedios que acostumbramos a engordar”, sentenció Saldúa.

 


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