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Lo golpearon, murió y su familia exige que detengan al agresor

Por redacción
| 07 de enero de 2015
Ariel. Olivares en la barra de "Black Line", la noche de la agresión.

“Nos destrozó el corazón”, dice Gladys Salazar sobre la muerte de su hijo. Ariel Olivares tenía 38 años y pasó poco más de los últimos 10 trabajando de seguridad en locales bailables. El lunes 23 de diciembre le dieron una paliza en “Black Line”, un boliche que aún no inaugura pero que iba a convertirse en su próximo trabajo. Los golpes que recibió lo llevaron a una sala de terapia intensiva, donde tras doce días de agonía murió el 2 de enero. El martes, su familia pidió que detengan al joven que agredió a Ariel, al que acusan como el responsable de su muerte.

 

Ariel Olivares agonizó doce días en el Hospital de San Luis.


En la galería de su casa del barrio Eva Perón, hogar que compartían con Ariel, Gladys y su marido, Francisco Olivares, relatan lo que saben sobre la muerte de su hijo. Hace treinta años que llegaron a vivir a San Luis junto a la madre de Salazar, que vive en la casa contigua.

 


El joven que murió era el mayor de tres hermanos. “Ariel trabajó siempre de seguridad. Estuvo 7 u 8 años en "Flay", después trabajó en "Terráneo", y así”, contó Francisco. Pero su hijo tenía otras habilidades. “Hacía trabajos de pintura, refacciones. Nos arregló la casa a nosotros”, cuenta Gladys, así que cuando dejó su último trabajo de custodio, se dedicó a tareas de mantenimiento en general.

 


En esas circunstancias conoció a Juan Tobares, a quien los Olivares señalan como uno de los socios dueños de “Black Line”. “El otro socio es chino”, asegura Francisco.

 


Francisco y Gladys reconstruyeron lo que sucedió la noche del 23 de diciembre a través de lo que les contaron unos amigos de Ariel, que también trabajan de seguridad y estuvieron con él esa noche.

 


“Mi hijo se había encargado de buscar al chico de las luces, al sonidista, a las promotoras, la gente de la barra y a siete muchachos de seguridad para ese evento”, cuenta el hombre. Y es que ese día, Tobares y su socio habían organizado una fiesta privada para probar la iluminación y el sonido del lugar. “Era una reunión de unas 100 personas, según me dijeron. La mitad eran chinos y la otra no”, detalla Francisco.

 


A las cuatro de la mañana el grupo de asiáticos se marchó y minutos después ocurrió el primer problema. “Mi hijo vio a una persona que tenía una manopla en la mano y lo hizo sacar afuera. Resultó que ese muchacho era amigo de la persona que luego le pegó a Ariel, que es un chico de 24 años, hermano de Juan Tobares”, asegura el padre de la víctima. “Esa persona, no sé cómo se llama, fue hacia mi hijo y le reclamó que hubiera sacado a su amigo. Ariel le contestó que él mandaba y que si tenía algún problema lo hablara con su hermano, el dueño”.

 


Ese cruce de palabras no pasó a mayores, pero Ariel y el joven de 24 años, que se llamaría Cristian, volvieron a discutir un rato después, esta vez por las promotoras, a quien el hermano del dueño había comenzado a molestar. “Ariel era el que había llamado a las chicas, así que saltó a defenderlas. Eran cerca de las seis de la mañana y en el lugar quedaban unas 20 ó 30 personas”, cuenta Francisco.

 


Los hombres volvieron a separarse, “pero el otro quedó caliente y al rato volvió a buscarle la boca a mi hijo”, sigue el padre. “Él lo ignoró y le dijo que no tenía nada que discutir. Siguió conversando con las promotoras, pero el hermano de Tobares lo insultó y le pegó un botellazo en la cara cuando se dio vuelta”.

 


De ahí en más fue todo confusión. Pese a que Francisco y Gladys dicen que quedaba poca gente en el boliche, nadie pareció ver con claridad si a Ariel le siguieron pegando. A ellos les contaron que sólo quedaban otros dos jóvenes de seguridad, ya que los otros cinco se habían retirado cerca de las cuatro. Esos custodios intervinieron y se armó una riña. Olivares, con el rostro ensangrentado por los cortes que le provocó la botella, quería levantarse a pelear, pero fue llevado afuera por uno de sus amigos.

 


“Los dueños del boliche no hicieron nada por Ariel. No llamaron a una ambulancia, a la Policía, no lo hicieron atender, nada. Lo abandonaron”, se quejó el matrimonio.

 


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