Cristian Tobares prefirió no contar qué pasó la madrugada del 23 de diciembre, cuando Ariel Olivares recibió un golpiza en el boliche de su hermano, ubicado en la zona este de la capital puntana. El joven de 22 años es el único sospechoso de haberle causado las lesiones a la víctima, que esa noche trabajaba de seguridad en el local bailable y que agonizó 12 días en el hospital. Ayer, el juez Sebastián Cadelago Filippi lo citó a indagatoria bajo la imputación de “Homicidio simple” y resolvió que quedara detenido.
“Asumí la defensa de Tobares junto a la doctora Marina Ziliotto”, dijo ayer la abogada Mirtha Esley, que un día antes no quiso contar nada del caso hasta no ver el expediente de la causa. “Pudimos hacer una leída, pero muy rápida. Lo único que puedo adelantar, porque estamos en el período de prórroga de la detención, es que la defensa va a demostrar que el resultado de la muerte no es atribuible a este chico (Cristian Tobares)”, dijo.
“Se abstuvo de declarar porque no conocemos el sumario todavía”, continuó Esley, “tampoco sabemos qué pasó en el tiempo que (Olivares) estuvo en terapia del hospital, ni tampoco si se le puede atribuir a él (Tobares) el otro traumatismo complicado que tuvo (la víctima). Es lo único que puedo decir”.
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