SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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Se apagó una voz potente, atada a un cuerpo lleno de talento

Por redacción
| 18 de noviembre de 2015
Corazón Delator. Fernández en 2009, cuando fue destacado de El Diario de la República e hizo algunas canciones. adiós a un artista incomparable para la provincia.

Fue el 4 de setiembre pasado. En un homenaje que los músicos de la provincia le hicieron a Gustavo Cerati, Carlos Daniel Fernández hizo una conmovedora versión de “Corazón delator” con Martín Barroso al piano. Su voz increíble ocupó todos los espacios de la sala Hugo del Carril y provocó un aplauso espontáneo, lacrimógeno para algunos.

 


Afortunadamente, el programa de Canal 13 “Sesión registrada” captó ese momento mágico y lo subió a YouTube. En la grabación -aparte de revivir un instante ahora irrepetible en la historia musical de la provincia- se escuchan sobre el final los aplausos imposibles de medir de un público que permaneció extasiado durante los cuatro minutos que duró la bella canción del ex líder de Soda Stereo.

 


Ahora que ya no está, es conveniente volver a esa canción y a ese video para encontrar un caudal de voz que ya no se escuchará. Un registro único que lo llevó a cantar en todo el mundo, con la ópera como estilo contenedor y original pero con la atención puesta en otros géneros más populares si se quiere.

 


Cuenta la historia inabarcable de Daniel que en 1993 auditó nada más y nada menos que en La Scala de Milán, el centro mundial del canto lírico. Quedó, lo becaron, pero le aconsejaron que bajara de peso para integrar el cuerpo estable del teatro. No entendieron los señores italianos que la voz de Fernández estaba atada inexorablemente a ese cuerpo tan grande como su talento.

 


La obesidad fue todo un tema en la vida de Fernández. Luchó contra ella hasta el último día y gracias a su permanente acción se erigió como uno de los máximos referentes en el pedido ante el Congreso de la Nación para que la enfermedad sea enmarcada en una ley que estipule su cobertura por parte de las obras sociales. “Ése fue el gran orgullo de la familia”, dijo su hermano Saúl en la semana.

 


Así, el artista abrió el camino para realizarse un bypass gástrico que le permitió bajar de peso considerablemente, aunque no por mucho tiempo. Pero más que eso, consiguió que muchas otras personas con su mismo mal accedieran a un tratamiento adecuado.

 


Carlos Daniel nació en San Luis y fue el último de tres hijos de un empleado de Vialidad Nacional y de una maestra de la escuela "Juan Pascual Pringles" que no sólo lo llevó a su hijo a ese colegio, sino que lo animó a participar del coro que por entonces dirigía Augusto Müller. Mientras, recordó una vez el tenor, jugaba a imitar cantantes folclóricos que escuchaba en la radio.

 


Cuando terminó la secundaria, –si bien tenía posibilidades de integrar otros coros- prefirió seguir la voluntad familiar y se fue a estudiar Veterinaria a Río Cuarto, la ciudad que eligió como su segundo hogar. Justamente, allí dio su último recital, el miércoles de la semana pasada, para un nuevo aniversario de la localidad, junto a Miguel "Conejo" Alejandro y otros artistas.

 


Allí también conoció a Nadia Belgoff, su última pareja, la mujer que lo acompañó en su internación final y que todos los días se encargaba de publicar en Facebook el estado de salud de su compañero. Fernández murió ayer a causa de una infección generalizada que había comenzado con una neumonía. Estaba internado en el Hospital San Luis desde el sábado.

 


Sus familiares dijeron que pasó sus últimos días de buen ánimo, preguntando por sus amigos y con un especial interés en el debate presidencial del domingo.

 


Buena parte de su vida la pasó en la avícola “La Dorita”, donde se mudó con su familia y sus ocho perros cuando era un nene. La distancia del centro y de sus primeros amigos de la calle Falucho le forjó un carácter solitario que lo persiguió hasta la adultez. Si bien Daniel era muy jovial incluso en sus primeras charlas con alguien, había en él una timidez que desaparecía súbitamente cuando subía al escenario.

 


Antes de Nadia, Daniel estuvo en pareja con Cristina Duarte, una mujer que organizó su último gran recital como solista y que le dio tres hijas del corazón que compartieron aquella noche sensacional de febrero de 2013.

 


En 2009 fue Destacado de El Diario de la República y regaló un par de interpretaciones inolvidables.

 


En su carrera, Fernández pasó por el Coro Polifónico de San Luis –donde fue solista-, por el Teatro Argentino de La Plata, por el Teatro Colón y el Coro Polifónico Nacional. “Fue una época muy linda, cantaba en los tres coros más importantes del país”, recordó en una entrevista con el semanario "La opinión" el año pasado.

 


Esa trascendencia le abrió nuevamente las puertas de Europa, más precisamente la de Alcalá. Tras dos años de cantar en la troupe de Montserrat Caballé con un éxito que bien puede citarse entre lo más alto de su carrera, regresó a Buenos Aires. Para mejor.

 


Armó “Los tenores”, un dúo con Juan Pablo Skrt que llegó a la televisión nacional de la mano de Gerardo Sofovich. Visto a la distancia, Fernández fue uno de los pocos –sino el único- artista de la provincia que logró mantener un tiempo prudencial en la pantalla nacional. Estuvo ocho años en "La peluquería de don Mateo" y pasó por varios ciclos como invitado especial. Ayer, Skrt puso en su perfil de Facebook una foto con Fernández y el “Chino” Volpato.

 


Aunque resulte inadmisible, Fernández nunca grabó un disco solista. Su último registro discográfico fue de principios de este año cuando participó de “San Luis le canta al carnaval”, la aventura con la que un grupo de artistas locales participó en una carroza en el carnaval puntano.

 


El disco y la formación de un coro dirigido por él y conformado por cantores de la provincia fueron algunas de las cuentas pendientes que dejó el tenor para su carrera. La formación de una familia pudo ser otra, pero en el plano de vida. Tal vez a principios de semana, cuando le dijo a su hermano Saúl que ya no quería sufrir más, aterido por una maraña de cables que lo mantenían estabilizado, consciente de que el tiempo le estaba dando sus últimos días, no pensó en esas cosas.

 


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