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Juan Manuel Piccat, El hombre de la mancha

Por redacción
| 21 de noviembre de 2015
Color Desparramado. Picat ayer en el Patio de la República, donde expone.

Nacido y criado en una pequeña localidad cordobesa, Juan Manuel Piccat transita su camino lento pero seguro para ocupar un espacio en la escena plástica nacional. Algunos de sus cuadros ocupan desde ayer las paredes de Café del Patio, en El Patio de la República, como una parada en ese trayecto que inició hace unos siete años.

 


Unas pocas obras en tela, algunas en papel y remeras estampadas de su arte digital, quedarán unas semanas en exposición y venta. Pero en realidad sus creaciones se difundieron las últimas dos semanas en el edificio de Junín 741 a través de proyecciones.

 


Ahora residente en la capital de Córdoba, Piccat se acercó a la pintura en Monte Maíz cuando, a los doce años, hizo una serie de talleres con técnicas surrealistas “con algunas profesoras bastante voladas”, según él mismo definió. “Seguí haciendo algunas cosas en la adolescencia, empecé a estudiar turismo y a los 19 me metí en un centro cultural a hacer pintura. En ese momento, esa pasión fue comiendo todo lo otro”, recordó.

 


Aunque compartía el tiempo entre su trabajo, otras obligaciones y la pintura, Piccat no expuso hasta que no se sintió seguro: “Empecé a tomar clases con algunos referentes de la pintura de Córdoba que me dijeron algo así como: ‘Largá que está bueno lo que hacés’, y me animé”. De ese momento recordó a Alejandro Niz y Dante Montich.

 


Los cuadros expuestos en San Luis tienen una correlación, “son todos de una etapa relacionados con personajes irreales, que encarnan personalidades o aspectos del ser”, explicó. A veces sus obras comienzan abstractas y terminan en figurativas o viceversa: “En una época trabajaba mucho con la mancha y a partir de eso, miraba qué veía en la mancha y lo sacaba a la luz, era como un juego”. Los dibujos que trajo a San Luis son recientes.

 


Sin poder elegir una técnica en particular en la que se siente más cómodo, Juan Manuel admitió ser “bastante inquieto, siempre me gusta probar distintos materiales y con lo que más estuve fue con ese juego surrealista, las raíces de aquellas profesoras de la adolescencia”. Ese surrealismo lo llevó luego a otro arte, la literatura, donde pudo acercarse a autores como Antonin Artaud, André Breton y algunos poemas de Boris Vian.

 


Actualmente, Piccat es parte de “Aurora”, una cooperativa de artistas que tiene un espacio en el barrio Güemes de la capital cordobesa. Allí trabajan y venden sus creaciones referentes de diversas disciplinas: hay un pintor de sesenta y cinco años influido por la escuela clásica italiana y estudiantes que recién comienzan la facultad. “Nuestro objetivo es trabajar en grupo porque es la mejor manera de conseguir cosas. Y lo demuestra el hecho que cada vez nos va mejor”, contó Piccat.

 


Tras haber trabajado en agencias de viajes, en un hostel, en el campo y hasta de mozo, el cordobés se siente feliz de poder vivir de su arte y más aún llevar sus obras a diferentes escenarios. Ya expuso en Córdoba y en Recoleta y Puerto Madero de Buenos Aires.

 


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