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El canillita, una voz a la mañana que es un gran canto al esfuerzo

Por redacción
| 07 de noviembre de 2015
A domicilio. Walter lleva el diario por los barrios.

Jorge Aguilera, que ahora tiene cuarenta años, vende diarios desde los catorce. Para desplazarse necesita una silla de ruedas y cada mañana se levanta antes de las cinco, mientras la ciudad aún duerme. Prepara unos mates y alista todo lo que le hace falta  para salir a trabajar. Busca los ejemplares que sus clientes le encargan y luego se dirige hacia la esquina de avenida Lafinur y 25 de Mayo,  frente a la entrada de la panadería.  Allí hace diez años que con viento, lluvia o al rayo del sol, Jorge cumple con la asistencia perfecta.

 

Jorge Lucero, en su puesto de Lafinur y 25 de Mayo.

Es un luchador, se le nota en la mirada, que aunque cansada aún conserva los chispazos de la voluntad que mueve montañas, esa fuerza de quien no se rinde ni siquiera ante la imposibilidad de caminar.

 


Vive con su abuela,  que lo espera todos los días con algo calentito "pal' buche", en el barrio Rawson. Sus principales clientes son los vecinos de la avenida Lafinur,  quienes en medio del trajín del día  invierten unos minutos para preguntarle cómo está, intercambiar una opinión de alguna noticia que sale en la tapa, o simplemente compartir unas tortitas con él.

 


“Creo que Jorge se merece un reconocimiento por su voluntad de seguir adelante a pesar de las dificultades. Lo ideal sería conseguirle una silla de ruedas con un motorcito, ya que anda mucho  en la calle. Eso le ayudaría a mejorar su calidad de vida”, opinó Antonio Arce, vecino de la cuadra.

 


Otro ícono que tiene la ciudad es Ramona Amieva. De mirada dulce y afable, se la puede ver sentada todas las mañanas en la esquina de Pringles y Mitre, Hace veinte  años que vende diarios. Empezó con esta profesión porque no conseguía otro trabajo. 

 


“Gracias a este oficio pude darle educación a mis hijos y nunca les faltó el pan en la mesa. La primera vez compré quince diarios y me fui a venderlos a la terminal vieja. De ahí no paré”, recordó.

 

La pasión de Ramona. Vende desde hace 20 años. 

En el año 2000 un taxi la atropelló mientras hacia el reparto en su bicicleta y estuvo un año sin poder caminar.  “En ese momento tuvo que seguir mi hijo hasta que me recuperé. Salía todos los días a recorrer las calles para mantener la clientela", dijo.

 


En Ciudad del Rosario y Riobamba hace 25 años que Mario Tapia ya forma parte del paisaje y de la vida de quienes pasan a primeras horas en busca de la información. Este ex boxeador vino de  La Carolina a los 30 años para comenzar con la comercialización de diarios. “Vine a pasear un día, para el cumpleaños de mi padrastro que también vendía diarios y me quedé. Me gustó la ciudad y empecé a ayudarle en la tarea”, aseguró Mario.

 

 

Mario llegó de La Carolina a los 30 años.

El boxeo le dio algunas satisfacciones, pero decidió alejarse después de algunos triunfos. “Quise cambiar de vida y formar una familia”, contó. Arranca su jornada a las cuatro de la mañana. Va al diario, compra la edición del día y sale a repartirla a sus clientes. Luego se instala en su puesto, frente a la Jefatura,  hasta las 15. Dice que cada día vende un promedio de cincuenta ejemplares. “Son todos tan buenos conmigo que no me puedo quejar. Mis hijos terminaron el secundario gracias a este trabajo", aseguró.

 


Walter Videla hace catorce años que recorre los barrios de San Luis con  su bicicleta. Asegura que cuando la tapa del diario trae noticias policiales o deportivas son los días que más vende. Tiene cuatro hijos, y todos se dedican a lo mismo  “Mientras la ciudad duerme, los canillitas trabajamos. Vengo a las 23:30 a buscar el diario y hago el reparto hasta las 2 o 3 de la mañana. Después me voy a dormir un rato, hasta las 6:30, hora en que me levanto y vuelvo a salir, aunque eso depende de cómo venga el día y las noticias. Hay veces que  tarda un poco más la tirada. Si me va bien vuelvo a buscar más ejemplares a media mañana”, señaló Walter.

 

 

Walter lleva EL Diario por los barrios de San Luis.

"Hoy fue un día bueno, vendí todo y no se me rompió la bici", dijo sonriente y contó que la semana  anterior se quedó a pie porque se  le pinchó una rueda a las siete de la mañana. "Uno no puede hacer esperar al cliente así que salí a pie", agregó.

 


Los Vescia forman parte de los diarieros más tradicionales de San Luis. Desde hace ochenta años que la familia se dedica a repartir noticias por la ciudad. Esther Vescia es quien perpetua la tarea que le heredó su padre.

 


“Yo lo seguí a mi papá por todos lados, de mis siete hermanos fui la única que continuó con su oficio”, expresó Esther. Al relatar su historia recordó que al principio repartía los diarios caminando. Luego pasó a la bicicleta con la cual recorrió las calles por treinta años más. Cuando el negocio prosperó,  se compró una moto. Ya lleva veintinueve años trabajando con ese vehículo.

 


Hoy Esther sigue  con la  profesión iniciada por su padre, quien además les dejó un kiosko de revistas justo al frente al Banco Hipotecario, atendido por uno de sus  hermanos. "Durante años fui la única mujer en este ambiente y la luché mucho. Con mi papá esperábamos el diario de Buenos Aires frente a la estación en medio de la nieve", dijo. 

 

Esther siguió el oficio de su padre.

A través de las historias de Jorge, Ramona, Mario, Walter y Esther queremos rendirle homenaje a todos los canillitas de la provincia: ¡feliz día!

 


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