SAN LUIS - Domingo 19 de Mayo de 2024

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La Agrotécnica, el semillero del campo

Por redacción
| 13 de diciembre de 2015

Además de cursar matemática, lengua o ciencias sociales, los alumnos salen de las aulas y pasan de un criadero de cerdos a un vivero, o de una huerta a un galpón donde aprenden carpintería. De este modo, un día en “La Agraria” es una jornada intensa, no sólo porque la cursada se desarrolla en doble turno sino porque la actividad es mucha y variada.

 


El timbre suena bien temprano y por la mañana arrancan con las materias básicas. En cambio, durante la tarde dictan los talleres dónde los contenidos son más específicos y orientados a la labor rural. “En general, a los alumnos les gustan mucho los talleres porque están en contacto con la naturaleza y con los animales, que en definitiva es a lo que apuntan los que vienen a este tipo de escuelas”, contó Paola Pera Cecchi, docente de Cunicultura, una materia que estudia los conejos y la mejor manera de producirlos y aprovechar su carne.

 


Incluso el edificio es distinto al de otras instituciones educativas: noventa y cuatro hectáreas conforman el perímetro del establecimiento. En ese amplio terreno, “tenemos instalaciones de aromática, un sector de plantación de frutales, criaderos de cerdos, laboratorios, maquinarias, granjas con aves y conejos. También hay corrales donde circulan bovinos y porcinos. Contamos con una sala de industrialización a pequeña escala y una cámara frigorífica que se hizo con la ayuda del Ministerio de Campo”, enumeró Paola Barzola Belaúnde, la directora del colegio que fue fundado el 3 de noviembre de 1969 pero no siempre estuvo instalado en el mismo lugar. “Ha alternado entre varios edificios. Antes de estar donde hoy se ubica, funcionó en el Hogar Escuela hasta que se trasladó en 1999. Hace más de quince años que tiene está dirección gracias a que las tierras fueron donadas”, recordó.

 


La matrícula es de más de 300 alumnos de nivel secundario. Los que egresan obtienen el título de Técnico en Producción Agropecuaria, que los habilita a trabajar en distintas tareas vinculadas al campo como la pujante agroindustria que tiene su mejor expresión en el parque industrial de Villa Mercedes, pueden hacer asesoramientos a particulares, desarrollar su carrera en la agricultura o la ganadería y varias salidas laborales más que permite el desarrollo que tuvo el campo en los últimos años. “La gran mayoría de los chicos que eligen venir están orientados a la actividad porque son hijos de personas que trabajan en el campo o relacionadas al sector. Hay otro porcentaje de chicos que se inscriben porque les gusta. Pero generalmente los que salen de las escuelas siguen estudiando ingeniería agronómica o veterinaria”, sostuvo Pera Cecchi.

 


Si bien hace muchos años que ofrece una educación especializada, en 2014 la escuela evidenció un avance significativo en la calidad de su programa de enseñanza. El gobierno provincial llevó a cabo una reestructuración de los planes de estudios de las escuelas técnicas. Con esos cambios, el ciclo del secundario se extiende ahora durante siete años, uno más de lo que duraba antes de la renovación. La carga horaria se amplió y comenzaron a dictarse nuevos talleres, mientras que otros que ya existían pasaron a darse con más tiempo y profundidad. “La reestructuración fue genial porque yo veía en un mismo taller un poquito de albañilería, conocimientos de gas y carpintería. Ahora tienen una materia para cada una de las actividades. En todos los niveles adquirís conocimiento técnico y práctico”, expresó María Elizabeth Alturria, egresada del colegio y actual encargada del laboratorio de inseminación artificial. Luego agregó: “Al ser doble turno es quizás agobiante para algunos, pero después te acostumbrás. Es lindo porque aprendés de todo y cuando salís sabés un poco sobre bovinos, cerdos, semillas, viveros y muchas cosas más que te sirven”.

 


El plan de estudios está pensado para abarcar las diversas especializaciones que existen en la labor rural. Así, los que culminan sus estudios salen con una importante experiencia que les permite defenderse en las distintas áreas. “A lo largo de los siete años, los alumnos cursan materias de producción vegetal, granja, dibujo técnico, avicultura, horticultura, fruticultura electricidad, carpintería y producción porcina”, describió la directora.

 


Los conejos no salen de la galera

 


En Villa Mercedes, la cría de conejos no es de las actividades más desarrolladas. De hecho sólo es explotada por particulares y no hay grandes criaderos, ni empresas dedicadas a la cunicultura. Sin embargo, la escuela agraria cuenta con su propio taller y es uno de los principales lugares a donde se dirigen aquéllos que desean adquirir estos mamíferos.

 


En tercer año, los alumnos asisten a las clases de Cunicultura que dicta la profesora Paola Pera Cecchi, una veterinaria que hace tres años que enseña en la escuela. En el predio hay una granja que se divide en dos. Una parte está destinada a las aves (gallinas, pavos, patos), y el otro sector que es techado, alberga las jaulas para los planteles de conejos.

 


“Tenemos un plantel de reproductores de una raza neozelandesa, una especie productora de carne. Después tenemos los gazapos, destetamos y hacemos el engorde. Posteriormente realizamos la faena y vendemos la carne. De esta manera hacemos todo el ciclo productivo que culmina con la venta de la carne del animal faenado”, explicó la docente. Además, los mercedinos que gustan de la suavidad de los gazapos llegan al predio para buscar estas crías y adoptarlos como mascotas.

 


“Los chicos participan de todas las actividades, desde la preparación del lugar, la limpieza, el suministro de los alimentos, las tareas relacionadas con la reproducción de los animales, el engorde y la faena”, agregó Pera Cecchi.

 


Entre huertas y viveros

 


Otras materias les posibilitan a los alumnos conocer la tierra, los distintos tipos de cultivos y hasta aprender a hacer sus propias huertas. 

 


En segundo año, “los chicos aprenden la importancia que tienen las hortalizas, la constitución de una planta y todo lo que hay que tener en cuenta para la siembra: el tamaño de la semilla, cómo tiene que ser la siembra de acuerdo a esa semilla, el manejo del calendario, los cuidados, el acondicionamiento del suelo. Aprenden también a hacer distintos tipos de almácigos, según lo que se pueda usar, ya sean cajones, macetas o gomas”, relató Iris Ramírez, ingeniera agrónoma y docente hace dos años en el colegio.

 


En el predio hay una hectárea destinada a la huerta dónde siembran distintas hortalizas: ajo, cebolla, frutilla, acelga, navas, tomate, pimiento, ajo y puerro, entre otras.  Pero también cuentan con tres tipos de viveros distintos. En ellos, cuando los alumnos pasan a tercer año  “se instruyen en cómo es la constitución de un espacio de este tipo, qué tienen que tener en cuenta a la hora de hacer uno, desde los materiales hasta la calidad del agua. Después vemos los sustratos, todo aquello que se coloca dentro de los recipientes para después poner las plantas y les decimos cómo mezclar las distintas partes: tierra, arena, mantillo”, explicó la profe.

 


En las clases, los estudiantes realizan plantas ornamentales para jardín que incluso llevan a las ferias comunitarias para venderlas. Con el dinero que obtienen de esas exposiciones invierten en insumos para continuar trabajando en el colegio.

 


Según la docente, los chicos se entusiasman tanto con el taller que hasta realizan sus propias huertas en sus casas. “Nosotros recibimos las semillas del INTA, del plan Pro Huerta, que usamos para hacer cultivos en la escuela. Las que sobran son repartidas entre los chicos y con eso ellos siembran en sus patios”, dijo.

 


Tecnología para producir porcinos

 


La genética de porcinos es una de las especialidades de la escuela. En los últimos años han puesto en funcionamiento modernas instalaciones que les permiten llevar a cabo todos los eslabones de la cadena de valor de los cerdos. En primer lugar, cuentan con un criadero, con un plantel de aproximadamente 42 unidades de razas híbridas como Landrace y Spot Poland, entre otras. Pero además, desde hace cuatro años el colegio se destaca por poseer un laboratorio de inseminación artificial con el cual pueden extraer, diluir, conservar y comercializar semen de los porcinos criados en el establecimiento. Incluso el módulo posibilita que productores lleven sus padrillos para que les extraigan el semen y poder evaluarlo.

 


“En el laboratorio hacemos toda la preparación del semen. Elaboramos el diluyente y lo mantenemos a una determinada temperatura para que no se muera. Una vez que se diluye, se refrigera o se sale a inseminar”, explicó Alturria, encargada del laboratorio y del criadero.

 


La tecnología, que es de última generación, les da la posibilidad de controlar con precisión los partos de las cerdas. “Les colocamos unas hormonas para poder sincronizarlas y poder calcular la fecha y hora a la que van a parir. Cuando están preñadas las ponemos a dieta para que tengan un parto liviano y no engorroso. Una cerda bien alimentada pare en dos o tres horas, pero si no lo está puede demorar hasta un día entero”, contó.

 


Luego del destete, los lechones son adquiridos por pequeños productores para destinarlos al engorde, o son enviados a la sala de industrialización que la escuela puso en funcionamiento en marzo de este año. Allí producen chacinados como chorizos, queso de cerdo y jamón. Algunos de todos esos pasos se hacen con la ayuda y la colaboración de los alumnos “para que ellos vayan aprendiendo y se preparen para ser futuros técnicos”, sentenció.

 


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