La odisea de una familia por su hija atropellada en Vietnam

Si a cualquier padre puede desesperarlo el aviso de que una hija sufrió un grave accidente, cuánto más difícil debe ser enterarse de esa mala noticia cuando sucede del otro lado del mundo, y sin posibilidad de comunicarse durante varias horas. Esa desgarradora experiencia vivieron en la última semana los Cuiñas, cuando se enteraron que su hija Karina había sido atropellada y estaba en grave estado mientras paseaba por la capital de Vietnam.

“Mi hija estaba en Hanoi, la capital de Vietnam, que era parte de su viaje de vacaciones por Asia. Cuando estaba por sacarse una fotografía la atropelló una moto por detrás a toda velocidad, voló por el aire y tuvo la mala suerte de caer de cabeza en el pavimento. La llevaron de urgencia al Hospital Francés de esa ciudad, le hicieron una serie de estudios y determinaron la existencia de un coágulo de sangre en la cabeza y decidieron operarla. Estuvo en terapia intensiva y ahora ya está en sala común”, relató Carlos Cuiñas, el padre de la mujer.

Ese hecho sucedió el lunes y la familia logró enterarse a través del aviso de Alina, una amiga que acompañaba a la villamercedina durante el viaje que habían iniciado el 12 de febrero. Esa mujer logró avisar del accidente y que tenían que operar a Karina, pero necesitaban una autorización de los padres. Después de ese aviso, la comunicación se cortó y creció el temor.

“Ha sido una situación terrible, fue como morir de a poco todos los días, queríamos saber más, pero la información era muy limitada”, relató el hombre, que para referirse a su hija suele decir “mi nena”.

Al problema lógico de la extrema distancia y las trabas idiomáticas se sumó también la celebración del Año Nuevo chino que celebran los vietnamitas y por los que durante toda la semana ese país vivió con feriados y celebraciones, con atenciones mínimas en todas las instituciones.

Ante la situación desesperante y la falta de certezas, familiares de la mujer accidentada se contactaron con Cancillería nacional y de allí obtuvieron los teléfonos de la Embajada Argentina en Vietnam. Tras el llamado formal, pasaron poco más de tres horas para que representantes de esa institución movilizaran todas las autorizaciones para que los médicos vietnamitas realizaran la cirugía a Karina.

En esos momentos difíciles, la amiga de la mujer accidentada fue fundamental. “Es más que destacable lo que hizo esa chica (Alina), ocupó el lugar de la mamá, mi lugar, con eso digo todo”, expresó ayer Yolanda, la madre de la villamercedina.

Los familiares destacaron también el desempeño y la colaboración de Juan Pablo Volken y María Belén García Alcat, integrantes de la embajada con sede en la capital vietnamita. “Se portaron como si fueran familia, la van a visitar todos los días, le llevaron revistas, libros, y además fueron nuestra comunicación durante estos días”, expresaron.

A la espera del regreso

Los padres de Karina, y también su hermano Carlos, han vivido una semana crítica que difícilmente puedan olvidar. El viernes por la noche la esperanza volvió a llenarles el alma cuando lograron la primera comunicación telefónica directa para oír su voz. Desde entonces mantienen contacto mediante el chat de WhatsApp o circunstanciales llamados.

“Pudimos hablar con ella, estaba medio decaída pero consciente. Después, incluso se sacó “selfies” y nos mostró cómo ha quedado tras la operación en su cabeza. Tenemos una diferencia de 11 horas menos con relación a Vietnam, por lo que tratamos de ver en qué horarios podemos conectarnos”, dijo el padre.

Karina Gabriela Cuiñas nació y se crió en la ciudad pero desde hace varios años su destino de formación profesional y laboral se centró en Córdoba. Estudió Derecho en la capital de esa provincia, y más tarde pudo también recibirse de escribana en Río Cuarto, ciudad en la que vive hace unos años y donde trabaja en la secretaría del Juzgado Penal. Sus padres y su hermano menor viven en Villa Mercedes, lugar en el que recibieron la noticia que los desesperó y que había sucedido a casi 18 mil kilómetros.

En algún momento, la embajada articuló las medidas necesarias para que si Karina empeoraba tras la operación, un avión sanitario pudiera traerla de regreso al país o bien que un familiar directo pudiera viajar hasta el país asiático. Con la evolución obtenida, la familia ahora espera que los médicos vietnamitas le den el alta que le permita volar a la mujer de 38 años (que sería acompañada por un médico) y que pueda volver para reencontrarse con sus seres queridos que esperan abrazarla como nunca antes.