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Liberaron a una lechuza que transitó más de 8 meses de recuperación

Por redacción
| 12 de marzo de 2015
Según las personas que llevaron a la lechuza al Centro de Conservación, el ave había caído de su nido en La Punta.

El equipo del Centro de Conservación de Vida Silvestre de La Florida liberó a una lechuza del campanario, que permaneció en cautiverio por más de 8 meses, luego de haber ingresado en muy mal estado de salud y pocas probabilidades de sobrevivir. Según las personas que la hallaron en La Punta, el ave había caído un nido.
“Al ser tan pequeño, durante los primeros 25 días recibió cuidados intensivos. Fue alimentado  varias veces al día, especialmente en las horas del amanecer y el atardecer, para respetar los hábitos nocturnos de su especie. Tratamos de respetar su “reloj biológico” y no forzar horarios que no le resultaran naturales”, explicó el jefe de Programa Biodiversidad, Jorge Heider.
Para salvarlo fue necesario que, durante los primeros días, se alojara en casa de los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente, que debieron alimentarlo con un suplemento vitamínico  especial para aves.
“Además de alimentarlo lo cuidamos de la exposición a ruidos de origen antrópico para evitar que se acostumbrara a la presencia humana o que relacionara a las personas con su fuente de alimento. Esto es importante para la futura vida en libertad del animal, ya que disminuimos las posibilidades de que se acerque demasiado a la gente, evitando que lo capturen o lastimen”, destacó Tessaro.
Cuando el pichón se convirtió en una joven lechuza, su plumón fue reemplazado por el plumaje típico de los adultos de su especie y empezó a hacer sus primeros intentos de vuelo. En ese momento fue trasladado al Centro de Conservación de Vida Silvestre en La Florida, a una jaula donde tuvo espacio suficiente para comenzar a ejercitarse.
“Elegimos para alojarlo una jaula que le permitía permanecer oculto durante el día, en un rincón oscuro, para fomentarle el comportamiento típico de la especie. Allí comenzó a ejercitar tanto el vuelo como sus habilidades para alimentarse. El paso siguiente fue el traslado a una jaula voladora con vegetación natural y animales de otras especies. Allí trabajamos en la etapa de musculación, ya que el espacio le permitió realizar vuelos más largos, y logramos fortalecer sus músculos; además de interactuar con otras especies y capturar presas naturales”, explicó el responsable del Centro de Conservación, Matías Ayarragaray.
Una vez evaluados los parámetros físicos y comportamentales correspondientes, y como etapa final previa a la liberación, Pollo fue anillado, para reconocimiento posterior en caso de avistaje, y recibió un refuerzo en la alimentación.
Así, luego de más de meses de cuidados intensivos y trabajo diario, el animal finalmente fue liberado. “Los juveniles de esta especie se independizan de sus padres entre los 6 y 7 meses de vida, por lo que el trabajo realizado en el Centro de Conservación acompañó y apuntaló de forma efectiva el crecimiento natural, tanto físico como conductual del animal, logrando que transitara de la forma más natural posible sus etapas de desarrollo”, señaló Heider.

 


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