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Peligra el riego para unas 3.000 hectáreas en Quines y Candelaria

Por redacción
| 08 de marzo de 2015
Intransitable. Un camino rural de candelaria bajo el agua. los efectos de la tormenta aún se sienten en el departamento Ayacucho.

El temporal que azotó al norte de San Luis trajo consigo una buena cuota de dramas personales y familiares, traslucidos en historias de vida que bien reflejó El Diario en estos días y lo seguirá haciendo. Pero también trastocó la realidad productiva de la zona, provocó pérdidas en varias explotaciones comerciales y dejó una sensación de impotencia en la gente del campo que luego se transformó en enojo que esos mismos productores canalizaron en una reunión muy caliente que organizó la Sociedad Rural del Norte el viernes por la tarde.
Llegar al Gobernador
“Yo los entiendo, están enojados porque creen que hay obras que no se hicieron en su momento y que podrían haber aliviado las crecidas, pero ellos deben tomar conciencia que quienes dirigimos la Sociedad Rural también somos productores y tuvimos pérdidas y problemas. Tenemos que estar unidos y llevar nuestras quejas a quien corresponda, o sea que a través del Ministerio del Campo queremos poner al tanto de todo al gobernador Claudio Poggi”, contó Juan Donato, vicepresidente de la organización ruralista con sede en Quines.
El circuito productivo que une Quines con Candelaria está en emergencia, por un lado porque el agua inundó varias explotaciones en desarrollo, aunque ese relevamiento a fondo todavía está pendiente, pero sobre todo porque la tormenta y las crecidas destruyeron los canales de riego que se abastecen del dique La Huertita, lo que pone en peligro unas tres mil hectáreas de cultivos.
 Héctor Andrada y Marcos Coeli son técnicos del INTA Quines. Ellos se pasaron toda la semana recogiendo testimonios de productores, a quienes visitaron en sus establecimientos para conocer y evaluar los daños ocasionados por la tormenta, las potenciales consecuencias a futuro que pueden producirse y comenzar a sacar cálculos sobre qué va a pasar con las explotaciones productivas a corto y mediano plazo. 
Una de las fuentes principales de consulta fue el Consorcio de Regantes Quines-Candelaria, que conoce de primera mano qué pasó en cada sitio específico. Así pudieron saber que el área afectada hoy en el pujante corredor está alrededor de las 1.500 hectáreas. Comprende los parajes La Reina, La Florida y San Miguel, donde está la Escuela Agrotécnica, hasta la localidad de Candelaria. Y también la Banda Este de Quines. Pero el temor es que el problema se extienda a las 3.000 hectáreas que se alimentan de agua porque la crecida arrasó con la toma que está en el balneario El Muro. “Hoy es una montaña de piedras, ya no existe la pileta ni los asadores”, describió Donato, quien asegura que “las vertientes que bajaban como hilitos de agua por las Sierras Centrales están convertidas en canaletas, son verdaderos ríos”.
Los dirigentes rurales decidieron conformar una comisión interdisciplinaria de trabajo para elaborar un informe detallado de los daños que sufrió cada productor. Ese trabajo esperan que llegue a manos de Poggi. En la reunión del viernes los más exaltados pedían que el Gobernador se diera una vuelta por Quines para recibir las quejas personalmente. “Costó hacerlos entrar en razones”, dijo el vice de la Rural. Asistieron cerca de 80 productores y también  representantes del INTA, el consorcio de riego local, el consorcio caminero Huarpes-Honlogasta y el Senasa.
A la vera de la ruta 79, que une Quines con Candelaria y va rumbo a La Rioja, hay pérdidas totales en lotes sembrados con papa, alfalfa y algodón. El agua ingresó en los galpones y pudrió bolsas de papa semilla lista para implantar. Además hay lotes embancados, cárcavas y pérdidas de fertilidad en la tierra por el efecto arrastre de la correntada. Varias explotaciones de zapallos y melones quedaron hasta un metro bajo el agua y se pudrieron rápidamente porque fue imposible rescatar la producción. Los frutales, al estar más altos en los árboles, tuvieron menos daños, pero los restos de basura están por todas partes, junto con restos de alambrados arrancados de cuajo.
La empresa Berries, dedicada al cultivo de arándanos, ya venía mal debido a los problemas que le provoca el cierre de exportaciones del gobierno nacional, a lo que hay que sumar un dólar poco competitivo. Y ahora la situación se complicó del todo con la tormenta porque de las 80 hectáreas cultivadas tiene afectadas 37. El predio tiene bancos de arena y daños en oficinas y galpones, pero lo más grave es la posible falta de riego por la rotura del sistema troncal. El arándano es un cultivo que necesita agua todo el año, por lo que están en riesgo 11 empleos directos y un centenar de indirectos que trabajan en la época de cosecha.
La solución, según el INTA, podría llegar "a mediano plazo", con el trabajo conjunto del Gobierno y los productores.
 

 

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