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Montañismo: un puntano toca el cielo con las manos

Por redacción
| 22 de abril de 2015
Juan Pablo posa en lo alto del cerro Loma Blanca, a 3.850 mts de altura.

Siempre busca ir más arriba, y a pesar de haber superado los cinco mil metros sobre el nivel del mar cuando escaló hasta el cerro Vallecito del Cordón del Plata, Juan Pablo Menocheo cada vez que cierra sus ojos, sueña con clavar una bandera un poco más alto.
Con tan sólo 13 años, el pequeño puntano ya tiene varios metros debajo de sus suelas. Casi a diario desafía los paisajes locales como el Cerro de la Cruz, Salto de la Moneda o Valle de la Paz, y cuando logra armar las valijas, junto a Gabriel su papá, se anima a experiencias más extremas como el cerro San Bernardo (Salta) donde escaló hasta los 4.300 msnm, y el Lomas Blanca (Mendoza), que se extiende hasta los 3.850 msnm.
“Estar en el medio de la montaña es como mi lugar favorito. A mí me encanta este tipo de aventuras, por eso cuando dispongo de tiempo, subo los cerros que están cerca de mi casa. Mientras voy caminando, sólo trato de despejarme y disfrutar el paisaje. A veces subo escuchando música y en otras sólo voy pensando cosas”, mencionó el puntano.
Su amor por el montañismo comenzó a los ocho años, cuando alentado por sus padres Gabriel y Daniela, enfrentó pequeños desafíos en búsqueda de sumarse a las excursiones familiares, a las que muchas veces también se incorporó Agostina (su hermana mayor de 16 años; hoy juega al hockey) y a las que poco a poco se va animando Tiago (su hermano menor de 6 años).
Además del montañismo, Juan Pablo también es un amante de los deportes con pelota, ya que al fútbol que practica con sus compañeros del colegio Don Bosco, le suma su pasión por el rugby (es uno de los jugadores de las inferiores de Chancay) y el hándbol, deporte que realiza dos veces por semana.
“Salvo dos o tres de mis compañeros que a veces me acompañan porque les gusta este tipo de aventuras, los demás me dicen que estoy loco. Ellos no entienden cómo me puede gustar a mí hacer estas cosas. Yo elegí esto porque papá me contagió su pasión y porque me gusta mucho la actividad y el deporte al aire libre”, confesó el joven montañista.
Gabriel, su papá, recuerda muy bien el viaje que en enero hicieron hasta el cerro Vallecito del Cordón del Plata, lo que significó su primera gran aventura juntos: “Estábamos en el campamento El Salto, sobre 4.500 metros sobre el nivel del mar, y me acuerdo que la gente que estaba alrededor nuestro no podía creer que Juan Pablo, con tan sólo 13 años, haya llegado hasta ahí. Realmente es algo muy bueno lo que él ha logrado porque no cualquiera se anima a ir, y no cualquiera se aclimata tan rápido al paisaje y a la altura como lo hace él”.
Sus historias carecen de aventuras con rumbos perdidos y situaciones extremas, porque son amantes del montañismo seguro. Es por eso que nunca salen de sus casas sin los elementos adecuados, sin el equipo necesario, y sin dar aviso a los centro asistenciales más cercanos de hacia dónde van, y a dónde pretenden llegar.
Mientras Juan Pablo sigue levantándose a las 7 de la mañana para desayunar y partir al colegio, la familia Menocheo ya imagina el próximo viaje. “Si todo sale bien, en julio vamos a escalar en Mendoza desafiando el frío y la altura; y si logramos conseguir el apoyo económico que estamos buscando para seguir sumando desafíos, vamos a ir en búsqueda de conquistar El Aconcagua”, coincidieron los dos.

 

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