17°SAN LUIS - Miércoles 01 de Mayo de 2024

17°SAN LUIS - Miércoles 01 de Mayo de 2024

EN VIVO

José Peluaga, un bailarín puntano en París

Por redacción
| 03 de mayo de 2015
Una sombra ya pronto serás. José Peluaga y su pareja de baile Ariane Liautaud.

José Peluaga es abogado, enseña tango, comparte sus tardes con pacientes de Parkinson, musicaliza milongas y le gusta tomar mates en El Volcán. Hasta ahí, podría ser cualquiera de los personajes creados por Boris Vian. Pero no, es de San Luis, vive en París y lo único que comparte con el bohemio autor francés es el dictado de clases en un centro cultural que lleva el nombre de Vian y queda en Montmartre.

 


Antes de emigrar, hace cuatro años, José era uno de los más activos tangueros de la provincia: dictó clases sin parar desde 2003 hasta 2011, armó milongas y fue organizador de la cuarta edición del Encuentro Tanguero del Interior que reunió a 300 participantes. Como muchos que eligen nuevos destinos, a veces asfixiados por las necesidades económicas y otras por sus ansias de desarrollo, se fue a Mendoza primero, a Buenos Aires después, llegó a Brasil y tras un regreso fugaz por Argentina, partió a París, donde reside desde setiembre.

 


“Razones del corazón me trajeron a estas latitudes, (viajó con su novia Astrid) y si bien mi brújula siempre estuvo apuntada hacia Europa, mis planes de desembarcar aquí eran para más adelante”, dijo el bailarín. Este paso antes de lo previsto representó un gran desafío personal: “No fue fácil llegar a un país tan diferente, sin trabajo, sin manejar más que mi idioma materno, unos pocos billetes y la sensación de extrañar el ritmo de trabajo que mantenía en Buenos Aires y Brasil”.

 


A los pocos días, el dos por cuatro abrió algunas puertas y comenzó a frecuentar las milongas para conocer a quienes hacían tango en París. Semanas después, de la mano de la asociación “Danser le tango” empezó a dar cuatro clases grupales y dirigir dos prácticas semanales. Al mismo tiempo se sumó a la productora “Tangoart”, para la que hizo exhibiciones, e inició el dictado de clases regulares en el centro “Boris Vian”, a metros del Moulin Rouge.

 


No conforme con esa agenda intensa, viajó a Copenhague a dictar cursos y en simultáneo se convirtió en musicalizador en algunas milongas parisinas. “Mis alumnos dicen que les transmito mi pasión por el tango y encuentran interesante que haya dejado mi tierra para trabajar tan lejos”, dijo José y admitió que su enseñanza está basada en pequeñas estructuras progresivas y donde “siempre hay un motivo para reírse”.

 


Esa risa que comparte en las clases se transforma en sonrisa melancólica cuando habla de sus afectos: “La nostalgia es un visitante que recibo a menudo, mis personas, mis lugares, los olores de mi tierra, siempre están presentes”. Un ausencia que apacigua con charlas vía Skype, unos mates amargos o un Malbec argentino, “con ellos vienen infinitos recuerdos que siempre me reconfortan”, confesó.

 


José extraña tomar el auto, llegar en veinte minutos a El Volcán, rodearse de sierras, llenarse de fragancias y sobre todo visitar a su "querido amigo Félix Zambetti y entre mates debatir acerca de tópicos tangueros e interesantes anécdotas”.

 


No era mucho lo que José sabía acerca del país galo y le costó comprender los miles de años de historia que transitan las callejuelas. Así, miró anonadado Notre Dame y se preguntó “¿Cómo es que se empezó a edificar cerca del 1100 y antes era un lugar de adoración a Júpiter? Cada calle de París despierta mi curiosidad acerca de los acontecimientos históricos y es la forma en la que más disfruto al pasear, imaginar cómo eran las cosas hace 200, 400 o mil años”.

 


Hace sólo cinco días, José se paró en el umbral de la casa en la que vivió Pablo Picasso e intentó imaginar qué veía el pintor cada vez que salía de su residencia.

 


A la hora de hablar de su docencia (él aprendió con Graciela Guerriera y Osvaldo Pérez) hay una circunstancia que lo afecta particularmente. "Mi trabajo más gratificante es dar clases a personas con discapacidades. Actualmente tengo un taller de tango para personas con mal de Parkinson. Si bien, dentro de sus posibilidades, los alumnos aprenden a bailar tango, mis clases buscan aumentar la confianza de los alumnos al caminar, para reducir accidentes en su vida cotidiana. También trabajamos con muchos ejercicios de coordinación, algo que es un verdadero desafío para las personas en esa condición".

 


Su plan de este año es volver al país, continuar con su formación artística en Buenos Aires, dictar algunos seminarios en el interior, trabajar en Brasil algunos meses, disfrutar del verano en El Volcán y volver a París. Siempre quedará París.

 


LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo