SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

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Amenazaron al comerciante que puso un mingitorio en su vereda

Por redacción
| 12 de junio de 2015
Protesta insólita. Deluret colocó el mingitorio el 29 de mayo, pero lo sacó a las pocas horas.

Los que frecuentan el boliche Don Diego no sólo carecen de la capacidad para retener la cerveza en sus vejigas, sino también para manejarse con tolerancia, y un mínimo sentido del humor. Julio Deluret, el propietario del Centro Médico Los Álamos quien el mes pasado instaló durante unas horas un mingitorio al frente de su local a modo de protesta ante el  hábito de los parroquianos de regar generosamente su vereda con pis, dijo que ya contabiliza tres amenazas de habitúes de ese local, que a través de insultos,   le advirtieron que no se atreva a pasar cerca  del  pub.

 


“La primera fue pocas horas  después de instalar el mingitorio. Un auto se paró al frente de mi local y un hombre desde una ventanilla lanzó insultos hacia mí y mi hijo, diciéndonos que no fuéramos a pasar por la vereda del boliche, que está a pocos metros de nuestro comercio. La segunda fue el lunes a última hora, cuando increparon a unas empleadas, pero siempre preguntando por mí. Anoche volvieron a hacer lo mismo”, enumeró preocupado Deluret y agregó que consultará con  el  abogado de la empresa para determinar si realiza la denuncia en sede judicial o a través de una exposición policial.

 


En febrero, los vecinos de la calle República del Líbano al 300  habían presentado un reclamo a la Municipalidad de San Luis por los trastornos y los ruidos molestos que generaba el boliche.

 


El empresario señaló que desde que Don Diego reabrió sus puertas el martes (había permanecido clausurado varios días por el Municipio) culminó la breve tregua de amaneceres sin sonidos estridentes y vapores nauseabundos. 

 


El dueño del Centro Médico Los Álamos dijo que el origen de los inconvenientes no procede de los que van a jugar pool al local,  sino del pub que funciona al fondo del inmueble y cuya actividad, según Deluret,  se extiende de martes a viernes, con horarios de parranda que arrancan a las dos y media de la madrugada y finalizan a las ocho de la mañana. “Los miércoles y los viernes a las siete menos cuarto llegan abuelos al sector de kinesiología de este centro médico. A esa hora está lo mejor de la joda, con la vereda llena de motos y de orina”, se quejó.

 


Para Deluret, el camino para que Don Diego deje de ser el epicentro de los problemas de la zona pasa porque las autoridades se hagan cargo de la situación. "La Municipalidad tiene que tomar los recaudos para que no sigan estos inconvenientes, no sólo en relación a mí, sino también para con los otros vecinos", afirmó y dijo: "Yo no molesto a nadie y sólo pido que no me molesten".

 


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