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Oscar "Rully" Cabrera: su lucha ante la adversidad

Por redacción
| 14 de junio de 2015
"Gracias a mis amigos que nunca me abandonan puedo seguir el fútbol de cerca, es mi pasión como la de ellos que me llevan a todas partes", dice Rully.

Dos enfermedades, una más traicionera que la otra, fueron minando la vida de un hombre humilde, laburante, sencillo y muy querido en los ambientes deportivos de San Luis. Oscar Rubén   Cabrera primero sufrió un infarto que lo obligó a una operación a corazón abierto y la colocación de tres bypass. La segunda vino de la mano de la primera: la diabetes. Hoy tiene sus piernas amputadas.
Así, en poco tiempo “Rully” Cabrera, como se lo conoce de toda la vida, fue dejando jirones de su vida. Una vida hecha a los golpes, acostumbrada a alternar buenas y malas. Laburante de toda la vida, se supo ganar el reconocimiento de todos los que lo conocen o alguna vez tuvieron contacto a través del deporte.
Recibió a El Diario en su departamento del barrio Elías Adre, en compañía de su entrañable amigo Víctor Atalívar “Coqui” Villegas y esperando la llegada de otro hermano de la vida, Mario Alberto Magallanes, dos personas que junto a Ciro Magallanes nunca lo dejan solo. Al grupo los une una gran amistad que viene de la infancia y que se extendió cuando fueron jugadores de fútbol, una pasión que los identifica.
Cabrera, que fue jugador de fútbol, dirigente deportivo, delegado gremial y empleado de comercio, dice que sus enfermedades van de la mano y “no quieren separarse”. Primero el  infarto que lo sorprendió una noche que estaba trabajando en el complejo que el Centro de Empleados de Comercio tiene en Las Chacras. “Sentí fuertes dolores en el pecho y aguanté hasta el día siguiente, cuando llegué a mi casa me duché y me fui al médico. Me pasaron al quirófano de inmediato y me operaron a corazón abierto", relata. 
Sin embargo, asegura que estuvo diez años en Las Chacras y nunca le había pasado nada. "Nunca me había cuidado, pero hubo una descompensación en mi sistema inmunológico que me llevó a ser más precavido ”.
“Rully” ya no camina, se aferra a una silla de ruedas que maneja como si fuera un Fórmula Uno, rodeado por sus “fieles escuderos", que no descuidan detalles de su charla y entre mate y mate, cuenta: “Seguí con el tratamiento, ya me habían dicho que tenía diabetes, la habían detectado cuando me operaron, sentía cosquilleo en la pierna derecha, pero no le daba mucha importancia. Continúe trabajando en Las Chacras, me gustaban los dulces y cuando había eventos o fiestas privadas aprovechaba y hacía desarreglos. Se me formó una llaga en los dedos de mi pierna derecha, ése fue el principio de todo, fue en 2010, me internaron en la Clínica Italia y me operó el doctor Enrique Miranda”, recuerda. “Rully” admite que ya estaba separado de su esposa y sus hijos no lo podían acompañar por razones laborales, pero contaba con la ayuda de sus amigos.
Aclara que nunca decayó en su ánimo. "Fueron momentos muy duros y angustiantes", reconoce emocionado al repasar tanto sufrimiento. "Tenía que decidir solo", expone. Por su fuerza de voluntad y gracias al apoyo de sus amigos, salió adelante.
“Estaba complicado, había dejado de fumar después de la operación al corazón, pero tenía las arterias tapadas por el colesterol, el cigarrillo y el ácido úrico. No  tenía respiro, tampoco soluciones. Al contrario, se me complicó la otra pierna y a principios de 2014, también me la amputaron”, detalla.
“Hoy llevo ambas enfermedades de la mejor manera posible ‑continúa‑. Soy jubilado por invalidez del Sindicato de Empleados de Comercio, no tengo PAMI, cobro unos cuatro mil pesos y con eso vivo. Me prometieron que me conseguirían una persona para ayudarme en la casa porque solo me es imposible ya que vivo en un departamento de planta alta. También Bernardino Orozco, del sindicato, me dijo de la posibilidad de conseguir piernas ortopédicas, sería de gran alivio”, dice con un dejo de esperanzas. 
El gigante “Rully” Cabrera, que mide un metro noventa, sólo tiene palabras de agradecimiento para sus vecinos . "Son de fierro”, elogia a la familia Ortiz, de "Quino" Calderoni y “El Pelado” Ojeda, que siempre lo acompañan y hasta lo invitan con "exquisitas comidas". Tampoco se olvida de las autoridades del sindicato de Empleados de Comercio en la figura de su titular y todos los miembros de los cuadros sindicales porque lo cobijaron y le brindaron todo para combatir sus enfermedades.
En el listado de gratitudes, no quiere olvidarse de quienes están permanentemente a su lado. “Tengo cientos, pero Coqui Villegas, Ciro y Mario Alberto Magallanes son como mi familia, siempre están, nunca me dejan solo. Lo mismo que mis amigos del equipo de fútbol ‘Los Amigos’, con quienes comparto los miércoles y sábado horas inolvidables que me llenan de alegría y satisfacción”, agrega.
"Rully" tuvo una infancia feliz junto a todos los niños de la calle Europa, nació en el Hospital de Beneficencia y de la Caridad de Falucho y Junín. Su padre, también jugador de la tercera especial de Defensores del Oeste, lo llevaba montado en el caño de la bicicleta a presenciar los partidos que, por ese entonces, se jugaban en la cancha Pacífico, el desaparecido estadio de El Brete.
Cabrera debutó en 1972 en la cancha del Club San Luis. Tenía 14 años cuando estrenó el arco de Defensores en reemplazo de Adolfo Pérez, quien por razones laborales no vino de San Rafael. “Fue un partidazo, le ganamos a Lafinur 1 a 0, esa tarde le atajé un tiro libre a ‘Chicharra’ Gómez, que era un excelente pateador, eso quedó en la historia del club”, señala y añade: “Integré el equipo junto a Carlos Farías, Rufino Alcaraz, ‘Jocho’ Fernández, Lucio ‘El Oso’ Celada, Eduardo ‘Zorrito’ Alaniz y ‘Litto’ Funes, entre otros”.
Asevera que su apodo viene de rulo, tal como le decían en su casa, pero cuando llegó al club, sus compañeros de juego se lo cambiaron. “Después volví a jugar en las inferiores, pero sufría grandes dolores musculares, me fui a jugar a un equipo amateur: La Antártida, del barrio San Martín, con los hermanos Gómez, ‘Tino’ Muñoz, Carlitos Mendoza, Miguel Matute, era un lindo grupo, jugamos en las difíciles canchas de los barrios Rawson, Chubut y Kennedy. Jamás tuvimos problemas”, añora.
Don Jacinto Lucero, un hombre ligado a Defensores, lo había visto jugar en los barrios y alertó a los dirigentes. Por eso lo volvieron a convocar. 
En 1977 vino el DT de San Martín de San Juan, "Catuto" Molina, y lo llevó a prueba por tres meses. "Me había recomendado Ciro Magallanes. En Desamparados de San Juan era ídolo Carlos ‘Tomate’ Quiroga y en Peñarol jugaba Jorge Simioli. Pero el doctor Miguel Hissa no quiso que yo y Marcos ‘El Chino’ Benítez, que lo vinieron a buscar de Chile, nos fuéramos", se lamenta.
Cabrera acepta que se fue enojado del club y pasó a jugar en Cruz de Piedra de la Liga Valle y Sierras, donde logró 18 títulos, contrajo matrimonio y se quedó para siempre. También conformó la selección de esa liga, y jugó con sus similares de la Federación Mendocina de Fútbol Amateurs (FEMEFA). Recuerda a su suegro y fundador de la liga –hoy inactiva-, Felipe Suárez; al ex presidente Guillermo Randazzo; a Miguel y Facundo Quiroga, de Estancia Grande; y a don Carranza. También a Ricardo Sosa, Alejandro Quevedo, Víctor Pérez, Juan Orellano y al plantel de Cruz de Piedra.
En 1999 decidió volver a Defensores y fue secretario del club en la presidencia de Ignacio Urteaga, los hermanos Arias y Perico Chediak, pero como todo era distinto se retiró de la actividad.
“Con Defensores fui tres veces campeón. El año pasado, la Liga Sanluiseña me homenajeó poniéndole mi nombre a un torneo, donde en la final Juventud le ganó a 'Defe' y la entrega de los premios se demoró por los disturbios". 
Rully había comprado estatuillas de mármol ónix en La Toma, quería ingresar en su silla de ruedas y con la familia al medio campo, no pudo ser, y se quedó con las ganas. Había ganado la violencia.

 

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