Ezequiel Librelato crea guitarras con cajas de cigarrillos
Este luthier tan particular es de Buenos Aires, pero vive en Los Molles desde hace 9 años. El artista restaura y repara instrumentos y los fabrica con materiales reciclables.
Crear instrumentos no es para cualquiera. Se requiere de conocimiento, sí, pero también de habilidad, creatividad y una sensibilidad especial. Ezequiel Librelato tiene 47 años y
reúne esas condiciones, pero además posee en sus manos cierta magia para crear sonidos. Desde hace casi 9 años vive en San Luis y construye, restaura, repara y ajusta instrumentos de cuerda frotada y pulsada, fabrica cajones peruanos y, entre otras cosas, castañuelas. Vive en Los Molles.
“Soy de Buenos Aires, vine a San Luis con mi compañera, quien se llama Cinthia y es instructora de yoga. Estudié música y siempre tuve la inquietud por los instrumentos musicales; mi fetiche pasa por los instrumentos musicales”, dijo Librelato y continuó: “Cuando llegamos, sentíamos cierta incertidumbre, estábamos en un lugar distinto, con costumbres diferentes a las que uno está habituado, con una forma particular, y con mucha ilusión. También entraba en juego la cuestión de transformarse y ver qué es lo que, de alguna manera, iba a suceder en nuestra vida. Y pasaron en un montón de cosas”.
En ese camino que implicaba transformar su vida, a Ezequiel se le ocurrió empezar a fabricar cajones peruanos. “Fue toda una búsqueda. Empecé con un amigo, porque el conocimiento que tenía yo era muy limitado y la información disponible para fabricarlo es casi nula. Investigamos, montamos un taller con las pocas herramientas que teníamos y fuimos estudiando con distintos cajoneros de diferentes partes de la zona”, explicó.
“Con el tiempo, descubrí un instrumento que se llama cigarbox guitarra, que es una especie de guitarra, está hecha con tres cuerdas, pero la caja de resonancia es, justamente, una caja de cigarrillos, tipo urbanos. Y me quedé impresionado con eso. Ahí fue cuando empecé a estudiar luthería con una chica de Traslasierra que se llama Maira Barragán de Wet”.
El luthier dijo que uno de los primeros pasos que dio para conocer la cigarbox fue investigar. “Descubrí que fueron creadas por personas esclavizadas en Estados Unidos, quienes trabajaban en plantaciones de algodón. A principios del 1800, se popularizaron las cajitas de cigarros. Antes, los cigarros llegaban en barriquitas como el vino, digamos, y a principios de 1800 empiezan a llegar en estas cajitas de madera”, especificó y agregó que “usualmente, cuando terminaban de fumar sus cigarros, agarraban la cajita, la atravesaban con un palo y le ponían un alambre que usaban como cuerda. Así recrearon lo que en África es un instrumento muy ingenioso que acá se llama birimbao, que es de una sola cuerda. La versión americana que tenemos nosotros, por ejemplo, es como un arco. La confección del instrumento fue cambiando hasta llegar a tener tres cuerdas con trastos más parecidos”.
Ezequiel acostumbra a recuperar objetos que para otros ya no sirven más. “Las cajas de cigarros eran de alguien de Buenos Aires, los consumidores las compran a importadores y después las venden de a 5 o de a 6. Lo mismo que a las latas o los pedacitos de madera. Con estos materiales voy buscando sonoridades. Muchos son instrumentos que se pueden amplificar. Ahora estoy haciendo unos instrumentitos con unas maderas que se llaman casús, que son como unas trompetitas para cantar”.
Librelato lleva siete años en la confección de instrumentos. “Hace unos años, gané el concurso Malta. El premio me vino muy bien, esto me impulsó mucho en la carrera”, aseguró.
“Las guitarras son de maderas que voy recuperando. Tengo un amigo carpintero, entonces, a medida que va encontrando las que me puedan servir, me las da; también busco. Mientras estén en buen estado de conservación, sirven”, dijo.
Por estos días, Librelato realiza castañuelas. El luthier explicó que crearlas le lleva una semana: “Debo dedicarles mucho tiempo, porque el trabajo es muy fino y tienen que quedar súper”, aseveró y añadió que, por otra parte, para hacer las cigarbox necesita alrededor de un mes. “Hay muchos procesos de tiempo muerto. Tengo que encolar y después, dejar que seque bien, por ejemplo, entonces aprovecho el tiempo para hacer otras cosas”.
“A las castañuelas comencé a hacerlas hace poco, fue por una persona que me llamó de Buenos Aires, que baila flamenco. Me preguntó si me animaba a hacerlas y acá estoy después de dos meses de investigar el instrumento, de probar, de usar distintas maderas, formas, tamaños, un montón de cosas. Llegué a la química de lo que es el instrumento y recién ahí lo pude sacar. Fabricar castañuelas es una tradición que casi está desapareciendo de los fabricantes artesanales”, dijo.
Los diferentes colores y detalles que tienen las cigarbox llaman poderosamente la atención: “La terminación es muy linda, de cada guitarra y de cada instrumento. Porque hay una búsqueda estética también. Al hacer las guitarras, tengo que cumplir dos requisitos: primero, tiene que sonar bien, cumplir con su función. Una vez que está eso resuelto, la búsqueda es por sus formas y colores para obtener un buen resultado estético. Por ejemplo, la forma en la que voy a cortar la boca está más emparentada con un trabajo artístico”, indicó.
“Junto a Rodrigo, un compañero que fabrica tambores africanos y tiene una banda de percusión, organizamos el primer encuentro de luthería y artesanos en la Casa del Poeta. Hubo unos 15 luthiers de toda la provincia, algunos de Mendoza, otros de Córdoba. Así que la idea es hacerlo todos los años. Fueron dos días en los que cada uno pudo exponer su trabajo. La gente se acercó, podían comprar, sí, pero la idea, más que nada, era difundir el trabajo que hacemos, que es puertas para adentro. Es una guitarra, pero es difícil pensar todo el proceso que lleva hacerla hasta que llega a una vidriera”.
En temporada, y durante los fines de semana, participa en ferias. Todo lo que lleva es para vender. “La gente es muy curiosa, los instrumentos son muy llamativos. Pero generalmente trabajo por pedido. Nunca llego a tener stock de cosas porque es complejo”, afirmó.
Según explicó Ezequiel, también puede pasar que cuando termina, el resultado no es el que se esperaba. "Últimamente, se están vendiendo fuerte las cigarbox. Para ser sincero, no las vendía bien desde diciembre. En promedio, son instrumentos muy económicos. El valor está alrededor de los 200.000 pesos y las castañuelas valen 140 mil pesos”, dijo el luthier.
El taller está ubicado por la calle Chirino, a dos cuadras de la ruta, en el barrio Bella Terra, en Los Molles. Ezequiel especificó que en Google Maps aparece como Mio Tempo Instrumentos.
Para poder apreciar sus creaciones tiene las cuentas de Facebook, como Ezequiel Pablo Librelato, e Instagram, como Miotempoidd.
“Me ha pasado de terminar la guitarra y, al observarla o escucharla, tener básicamente que desarmarla o estilizarla. Este es un trabajo hermoso, de mucha concentración, de mucha dedicación, pero, a su vez, uno nunca sabe cuál es el resultado final, hasta que llega el final. Esto te genera como una angustia existencial constante. Pero cuando sale bien, también genera lo opuesto, es una de las satisfacciones más grandes. El trabajo termina cuando uno decide. La sensación de plenitud es gigante, es hermosa. Haber llegado a un resultado después de tantos pasos, tantos detalles, es enorme. Además, es una gran satisfacción cuando entregás el trabajo a la persona que te la pidió”, concluyó.


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