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Olivos fuertes, como los soñó don Pedro

Por redacción
| 16 de agosto de 2015

No hace falta internarse rumbo a Nogolí para ver los olivares del establecimiento El Porvenir. Basta estacionarse al costado de la ruta nacional 146, antes de la entrada al pueblo, que está apenas a 50 kilómetros al norte de la ciudad de San Luis. Allí se levanta el sueño de Don Valentín Pascucci, aunque él ya no pueda verlo. Su hijo Hugo y su nieta Mariel lo están haciendo posible con esfuerzo, algunos tropiezos y todas las ganas del mundo.

 


El Porvenir cuenta con una superficie total de 400 hectáreas, de las cuales actualmente 25 están destinadas a la olivicultura. “El campo lo compraron para mi abuelo, quien tenía un deseo antes de fallecer: tener una plantación de aceitunas. Por eso en setiembre de  2010 mi papá, en honor al suyo, comenzó con las primeras plantaciones”, cuenta Mariel Pascucci, quien realiza un estudio fenológico y sanitario de las plantas que no sólo le servirá para terminar su carrera y sumar experiencia, sino también lograr buenas cosechas de aceitunas.

 


Mariel es estudiante de Agronomía, por estos días realiza su tesis en el seguimiento y la observación de las plantas infectadas con tuberculosis. Espera que el análisis de los problemas que sufren en El Porvenir la ayude a tener una buena cosecha para 2016, algo que no pudieron lograr en la campaña actual.

 


Según cuenta Mariel, la cosecha de olivos lleva al menos seis años para dar buena cantidad y calidad de frutos de forma periódica. “Trabajamos con plantines, por lo que debemos esperar a que crezcan y den sus frutos. Sin embargo, a los dos años, en 2013, tuvimos nuestra primera y única cosecha, que fue muy buena. Sacamos 8.000 kilos de aceitunas que dieron como resultado final 1.600 litros de aceite puro de oliva”, recuerda con entusiasmo.

 


Con un 90% de variedad Arbequina y 10% de Arbosana,  el aceite fue procesado en Nogolí, embotellado y etiquetado bajo el nombre de Pietroliva, en honor a don Pedro Valentín Pascucci. “Tenía el deseo y la visión de hacer esta plantación, que finalmente llevaron adelante mi abuela Beatriz y sus hijos, Adrián y Mauricio". Este último, el papá de Mariel, es el que decidió emprender el camino que su padre no pudo recorrer y aún sortea obstáculos para lograr que los  olivares se vuelvan productivos.

 


En ese próspero 2013, Mariel presentó en la Universidad Nacional de Río Cuarto, en la Facultad de Agronomía y Veterinaria, el proyecto de realizar su tesis final en el campo de su abuelo. Finalmente, la Universidad firmó un convenio con la empresa Alquimaq- propiedad de los hermanos Pascucci- para que la estudiante, por el periodo de un año, hiciera sus prácticas allí.

 


Mariel estaba al tanto de las debilidades del campo. Las intensas heladas de la zona, sumadas a largos periodos de granizo, provocaron patologías en las plantas. Luego de la cosecha de marzo de 2013, los olivares contrajeron tuberculosis producto del agrietamiento que el frío produjo en las plantas. Por eso Mariel decidió enfocar su trabajo final en el estudio fenológico y sanitario de la planta. “Según la plaga es el seguimiento que le doy a las plantas afectadas. En el campo tenemos problemas con casos de tuberculosis. Las heladas dañaron las cortezas produciendo grietas. Las esporas se filtraron en las heridas dando lugar al ingreso de la bacteria Pseudomonas Savastonoi, que es la que produce la tuberculosis. El granizo contribuyó a lastimar las plantas y complicar la situación de los olivos. En ese momento perdimos muchas plantas y otras quedaron débiles. Esta es una enfermedad muy común en olivares añejos. El tema es poder controlar la enfermedad para que puedan convivir especies sanas con otras infectadas”, describe la situación Mariel.

 


Don Pedro ponderaba un olivo que le habían regalado y que había despertado en él amor por el fruto. Era una planta vieja y con signos de tuberculosis. Mariel cree que allí se desató la enfermedad que luego se diseminó al resto de las plantas.

 


Sin demasiada bibliografía del trabajo olivicultor en San Luis, Pascucci se planteó el desafío de sacar adelante el sueño de su abuelo, con el agregado motivador de que su investigación ayudara a los productores interesados en incursionar en la producción de olivos.

 


La época de poda resulta una de las más importantes y determinantes en el cuidado de la planta. “Al momento de la tala realizamos la higiene de los materiales con los que trabajamos, como así también se van haciendo curaciones sobre las heridas de los olivares. Comenzamos por la plantación sana y adulta, después las jóvenes y luego podamos y tratamos las que están enfermas. Las plantas pueden convivir, siempre y cuando tengan tratamiento adecuado”, explicó la futura agrónoma.

 


“En setiembre de 2013 una helada tardía no permitió que se produjera la floración, por lo que no pudimos llevar adelante la cosecha. El verano de 2014 trajo granizo, lo que intensificó lo que ya había comenzado meses atrás con la tuberculosis y las verrugas. La transmisión fue a través del viento y por salpicaduras de gotas de lluvia”, cuenta en relación a la historia de los olivares.

 


Pero Mariel no se rinde, sigue con los trabajos para reactivar la explotación en El Porvenir. “Este año tuvimos aceitunas a pesar de las inclemencias del clima, la cantidad era muy poca por lo que decidimos no cosechar. El año que viene aspiramos a tener una buena producción. Estamos trabajando para atenuar las inclemencias climáticas. El suelo es muy bueno, aunque no nos acompañen las condiciones del clima, estamos preparando cortinas forestales que atenúen los riesgos en la producción. El riego nos lo provee el dique Nogolí, por lo que están todas las condiciones dadas, si el tiempo está de nuestro lado vamos a tener una óptima cosecha en 2016”, se ilusiona.

 


Asesorada por el ingeniero agrónomo Leonardo Moral Tores, ya han comenzado con un plan estratégico de tareas que deben realizarse en el campo. En primer lugar deben preparar la tierra para la cosecha mecánica, porque por ahora están haciéndolo de modo manual. Luego comenzarán con la colocación de cortinas forestales que aíslen a la plantación de las tormentas.

 


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