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El barrio La Merced es otra víctima de la invasión de ratas

Por redacción
| 05 de agosto de 2015
"Debo haber matado como 50 ratas, pero ya estoy fundida de tanto comprar veneno", expresó una vecina.

los vecinos del barrio La Merced viven acosados por la presencia de ratas y pericotes de entre 10 y 15 centímetros que atacan por los fondos y terminan adentro de las viviendas. Leticia, que vive en La Merced entre Luján y Tacuarí, contó que la última visita indeseable de un roedor la tuvo el lunes por la noche con uno que hacía varios días que estaba dentro de su casa y no podía cazarlo: “Éste no comía el veneno, no había forma de agarrarlo y más de una vez se me escapó de la trampa porque era tan grande que hacía fuerza y se zafaba. Pero anoche (lunes) logramos que cayera en la caja y lo terminamos ahogando con agua. Era la única forma porque los dientes que tenía eran enormes”.

 

Esta nota fue originada por un mensaje de Leticia que llegó al WhatsApp de El Diario: 2664 658902


Entre risas admitió que “a éste me costó matarlo porque el domingo a la noche había dejado un tomate en la mesa de la cocina y vi que se lo comió. Después noté que había andado por la bolsa de alimento de la perra, entonces le puse el veneno en esos lugares por donde había pasado. ¡Hasta un paquete de galletitas me atacó el desgraciado! Por eso en la trampa que le preparamos anoche le pusimos tomate, galletas de salvado, un huesito de pollo y así cayó”.
La mujer recordó que la invasión de ratas en su casa se inició “en enero del año pasado cuando el árbol de damasco que tengo en el fondo empezó a dar la fruta. Una tarde que tomábamos mate en el patio vimos cómo bajaban de los techos de los vecinos para atacarla. Eran tantos que terminé cortando la planta pero este verano volvieron y ahora se me metieron adentro de la casa”.   
Leticia explicó que “entre el año pasado y éste ya debo haber matado como cincuenta de estas ratas. Primero les ponía veneno, pero ya estoy fundida de tanto comprar ese granito de trigo que tiene estricnina. Además, me di cuenta de que las ratas tenían que comer varias veces antes de aparecer muertas. Algunas las he pillado con trampas comunes y a otras les armamos otras más grandes con las cajas de los medidores de luz viejos". Otro problema que tienen en el barrio es que los gatos ya no salen a cazarlos, a pesar de que hay casi uno por cada vivienda: “Creo que es por el tamaño que tienen esos pericotes que son de 15 centímetros", dijo la vecina.
Según los comentarios de Leticia, la Municipalidad nunca les trajo una solución para este problema: “No, nunca vinieron a fumigar ni a ayudarnos a sacar esta plaga. Una vez me acuerdo que vinieron los municipales a fumigar los árboles de la vereda y a ellos les pedí si podían ayudarnos con las ratas. Lo único que hicieron fue pedirme que llenara un formulario pero nunca más vinieron”.  Y se quejó porque “al final tenemos que ir todas las semanas a comprar el veneno a la ferretería de avenida Lafinur o donde se encuentre, porque muchas veces escasea por este barrio”. 
Leticia coincidió con la versión que dio su vecino Ramón, que vive en la calle Luján entre Balcarce y La Merced, acerca de que “el problema se originó cuando el dueño de la casa de dos plantas que se construyó al lado de la mía dejó abierta, durante 15 días, la conexión de la cloaca. Y por ahí entraron a esta manzana los ratones”.  
Por su experiencia de 45 años de plomero ha conocido muchas de las construcciones del barrio y confirmó que “por las conexiones de la red de cloacas que está en Tacuarí y Pringles las ratas viajan de un lado para el otro y desde ahí se meten en las casas”. Si bien aclaró que hace un mes que no andan por su patio, confirmó que “aparecieron para esta misma época el año pasado.  Yo las mataba con veneno para caracoles y con ése que le dicen 'triguillo'”. Hasta probó los viejos métodos que según dijo, “para las lauchitas da resultado. Le ponía en una latita veneno molido, yeso y queso rallado. Primero venían a comer y al rato les daba sed, entonces cuando tomaban agua al hacer contacto con el yeso se les genera una masa dura en el estómago y se mueren. Así encontré varias ratas tiradas por acá”.

 


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